Un Hombre Para la Eternidad, de Fred Zinnemann

SESIÓN MATINAL 

(A Man for all Seasons); 1966

Director: Fred Zinnemann; Guión: Robert Bolt, basado en su propia obra teatral; Intérpretes: Paul Scofield (Tomás Moro / Thomas More), Wendy Hiller (Alice More), Susannah York (Margaret), Robert Shaw (Enrique VIII), Orson Welles (Cardenal Wolsey), Leo McKern (Cromwell), Nigel Davenport (Duque de Norfolk), John Hurt (Rich), Corin Redgrave (Roper), Cyril Luckham (Arzobispo Cranmer), Jack Gwillim (Justicia Jefe); Dir. de fotografía: Ted Moore; Música: Georges Delerue; Diseño de producción: John Box.

Déjenme decir para empezar que a Zinnemann no se le ha hecho la justicia que merece. No suele figurar entre los grandes directores, y sin embargo es alguien al que, mirando su filmografía, uno descubre sin demasiada dificultad más de quince película en las cuales su labor de dirección es excelente. Y eso no es tan fácil créanme.
Pues bien, este filme es una de esas películas. Basado en una obra de teatro adaptada por el propio autor, corría el riesgo de quedar solamente como eso, una pieza de cámara puesta en un entorno de superproducción, una fórmula que por lo general no suele descollar. Sin embargo, más que hacer una obra histórica, todos los implicados supieron darle un carácter moral a la película. Porque, en efecto, y aunque el tema de la película es la resistencia de Tomás Moro a resolver como fuese, incluso mediante el cisma religioso, "la cuestión del Rey" (y que en la época se le llamase así ya quería decir que era el tema de las políticas interna y externa de Inglaterra), una resistencia bien documentada y estudiada, la cuestión principal era la de la estatura moral, y el límite de las libertades humanas. Porque Moro no pudo, en la época, ni tan siquiera ser dueño de su silencio, que es en último extremo lo más básico que puede tener un ser humano en una sociedad en la que la libertad de expresión se ve comprometida.
El conflicto interno constante en el que vive Moro, pero a la vez su convencimiento y altura moral salen prodigiosamente a la luz en esta película, y todo gracias a un actor magistral, que por desgracia se prodigó poco en el cine, pero que cuando lo hizo siempre estuvo a la gran altura que demostraba en los escenarios teatrales, Paul Scofield. En una interpretación de gran calado y sutileza, a los quince segundos el espectador se olvida de que ese hombre se llama Paul, y pasa a tener delante a Tomás Moro.
Sobre esta composición actoral, se añadieron las interpretaciones laterales, sobre todo las de Wendy Hiller como esposa de Moro, y la de un gran Robert Shaw en el papel de Enrique VIII; añádase una excelente partitura de Delerue y una ambientación y localizaciones como pocas se han visto en el cine, gracias a John Box en la producción y a Ted Moore en la fotografía, y se tendrá la obra maestra que es Un Hombre Para la Eternidad.

Tráiler:

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2 comentarios:

José María Souza Costa dijo...

Invitación - E
Soy brasileño.
Pasei acá leendo , y visitando su blog.
También tengo un, sólo que mucho más simple.
Estoy invitando a visitarme, y si es posible seguir juntos por ellos y con ellos. Siempre me gustó escribir, exponer y compartir mis ideas con las personas, independientemente de su clase Social, Creed Religiosa, Orientación Sexual, o la Etnicidad.
A mí, lo que es nuestro interés el intercambio de ideas, y, pensamientos.
Estoy ahí en mi Simpleton espacio, esperando.
Y yo ya estoy siguiendo tu blog.
Fortaleza, la Paz, Amistad y felicidad
para ti, un abrazo desde Brasil.
www.josemariacosta.com

Lluís Salvador dijo...

Hola, José María:
Bem vido a este blog.
Gracias por la visita, he pasado también por tu blog, y te doy muchos ánimos.
Un saludo!