El Seminarista, de Rubem Fonseca

Rubem Fonseca siempre ha merecido mejor suerte en España, cuyo público no se ha apercibido lo suficiente del gran autor de las letras brasileñas que aparecía esporádicamente en los estantes de las librerías. Por suerte, en los últimos tiempos parece que Fonseca empieza a tener una continuidad de edición, que espero sea seguida por un incremento de sus lectores. Tanto en su vertiente policial como de literatura general (aunque ambas son inextricables) merece la pena seguirlo.
Siempre Fonseca fue reconocido como autor explícito, que no se arrugaba en las descripciones de la violencia, no por exhibicionismo o morbosidad, sino como un elemento imprescindible en historias necesariamente violentas, como sus novelas políticas acerca de diversas dictaduras, en las cuales reflejaba la brutalidad como parte programática del sostenimiento en el poder.
Aunque el mostrar la violencia ya no es novedad, habiendo recorrido en el cine el camino de Sam Peckinpah hasta llegar a Quentin Tarantino y más allá, Fonseca sigue teniendo una intensidad inusual y una mesura inusitada. La violencia que Fonseca muestra nunca es gratuita en la narración.
El Seminarista es un asesino a sueldo. Ni le importa ni sabe quiénes son sus víctimas. Se limita a hacer su trabajo con la máxima eficiencia y sobriedad. Sólo que, cuando decide retirarse descubre que su negocio no es uno del que pueda apartarse con un mero gesto. Y se encuentra él mismo como posible víctima y, a la vez, constreñido a usar la violencia no ya con frialdad, sino como instrumento de venganza y defensa.
El personaje que traza Fonseca, necesariamente poco simpático para el lector (aunque tenga reglas en su amoralidad) es uno al que le gusta el cine, leer; es una persona culta, que recurre de continuo a las citas latinas aprendidas en el seminario para comprender el mundo. Un personaje que desea, sin conseguirlo, retirarse para contemplar ese mundo de cerca, en lugar de estar permanentemente solo en el desempeño de su oficio.
Y es que esta novela podría definirse como existencialista. José "Zé" Joaquim Kivir, el Especialista, después conocido como El Seminarista, es y no puede ser otra cosa que asesino a sueldo. ese ha sido su medio de vida, su vida en resumen, y esa va aseguir siendo, lo quiera o no. El mundo no tiene otro lugar para él, de modo que, por dinero o por amor, no le queda otro recurso que seguir matando. En este aspecto la visión irónica que da Fonseca es coherente, no con la novela sino con la sociedad, que encasilla a todos en el papel que les toca representar.
La intensidad de Fonseca, y no sólo en la violencia, es enorme. Rubem Fonseca jamás se detiene en la superficie, y esta profundidad hace que tanto las emociones como la psicología sean máximas. Si la visión que propone es desoladora, no lo es menos el hecho de contemplar un mundo perfectamente ordenado en el cual todos tienen su lugar, ya sean asesinos, víctimas, pobres, ricos, desgraciados o en la cumbre. Que esta visión sea una construcción literaria no proporciona ningún consuelo, antes bien, suscita la sospecha de que la realidad se parece más al mundo fonsequiano de lo que se desearía. No es tanto pesimismo como denuncia.
Rubem Fonseca sigue siendo un narrador vívido, perspicaz, capaz de ver más allá de lo aparente, y capaz de expresarlo de forma magistral. Ojalá sus obras tengan mejor difusión, no sólo por magistrales, sino también por necesarias.

(O Seminarista)
RBA Libros, col. Serie Negra
Barcelona, 2011 [2009]
Trad. de Basilio Losada

Portada y sinopsis

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2 comentarios:

Daniel Gonzalez dijo...

Jo he descobert Fonseca amb aquest títol i m'he quedat impresionat. M'ha agradat molt la seva síntesi i la seva força. La història d'amor em sembla molt maca, i el destí del seminarista.... no dic res, per no espatllar lectures.

Salutacions,

Daniel

Lluís Salvador dijo...

Hola, Dani:
Fonseca no sols és fort en la novel·la negra. En la seva literatura general, en la seva literatura política, és un escriptor que no fa concessions. I respecte a la història d'amor... Tens raó, i és quelcom que queda en segon pla, justament per aquesta força de l'escriptura, però també Fonseca és capaç d'escriure històries d'amor com aquestes. Ho tindré en compte pel futur, perquè mereix que se lifaci justícia en aquest aspecte.
Una salutació ben cordial!