El Hombre Elefante, de David Lynch

SESIÓN MATINAL 

(The Elephant Man); 1980

Director: David Lynch; Guión: Christopher de Vore, Eric Bergren y David Lynch, basado en diversas memorias de época; Intérpretes: Anthony Hopkins (Frederick Treves), John Hurt (John Merrick), John Gielgud (Carr Gomm), Anne Bancroft (Mrs Kendal), Freddie Jones (Bytes), Wendy Hiller (Mothershead), Michael Elphick (Portero nocturno), Hannah Gordon (Mrs Treves); Dir. de fotografía: Freddie Francis; Música: John Morris; Diseño de producción: Stuart Craig.

En su época esta película marcó un hito. Y su efecto sigue perdurando, a pesar de que en estos momentos ya viene precedido de una bien ganada fama. Alguien la ha definido como una fantasía que, sencillamente, sucede que es real. La historia de John Merrick, el Hombre Elefante, un fenómeno de feria que por una afortunada conjunción de circunstancias logró escapar de su destino y llegar a ser reconocido como una persona sensible, educada gracias a que se le dio la oportunidad de educarse y un símbolo de muchas cosas, ya fue comentada en la misma época victoriana. Lo malo de esa historia es que, salvando algunas diferencias, contarla en 1980 no fuera un testimonio histórico, sino que todavía sirviera de lección.
Porque lo que El Hombre Elefante hace es, sencillamente, apelar a la humanidad a la que todos pertenecemos. Mostrar una persona deforme y declarar que se trata de un ser humano es algo tan antiguo como la literatura; decir que esta persona, por su deformidad, fue tratada como una bestia, es una evidencia que debiera pertenecer al pasado; reclamar la historia de Merrick como testimonio universal es algo que ya debería sobrar. Pero no sobra, en absoluto. De manera que esta película tiene que tener larga vida aún. Como recordatorio moral y como lección ética.
Y que sea eficaz depende, como siempre en el cine, de muchos factores. Una puesta en escena impecable, en su ambiente de época; una dirección magnífica. Pero sobre todo, unas interpretaciones formidables. La de John Hurt apoyada casi en exclusiva por la voz, y la de Anthony Hopkins en su contención.
El Hombre Elefante es una película que conmueve, cierto, y lo hace sin apelar a la caridad o a la lástima; lo he dicho antes: apela a nuestra humanidad. Y, si después de verla, nos sentimos más hermanados con John Merrick que con sus inhumanos carceleros, entonces es que el filme ha logrado su objetivo.

Tráiler:

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