La Bella y la Bestia, de Madame Jeanne-Marie Leprince de Beaumont

Como sucede con los cuentos infantiles verdaderamente famosos, es más que posible que la mayoría de la gente tenga un conocimiento de la historia a través de otros medios que pueden o no ser fieles al original. Dibujos animados, adaptaciones televisivas, versiones "actualizadas", versiones de lenguaje simplificado, reversiones interpretadas por otros personajes, obras de tatro, el cine, incluso un musical (y si a eso vamos, incluso un musical sobre hielo). Las opciones son tan numerosas que uno no puede estar realmente seguro de haber leído el cuento en su forma original hasta realizar una lectura consciente de éste.
Claro que, hablando de versiones, la más famosa de ellas, la que estableció el texto "canónico", tampoco es que sea muy original. Madame Leprince de Beaumont se basó en relatos muy anteriores para componer el suyo. ¿Cuáles? Ah, la cosa tiene su intríngulis, porque los comentaristas difieren. Hay quien asigna una evidente semejanza entre el argumento de La Bella y la Bestia con Piel de Asno, de Perrault. Es ciertamente verdad que el relato aparecía, íntegro y más largo, escrito por Gabrielle-Suzanne de Villeneuve en 1740. Otros atribuyen la paternidad del argumento a Francesco Straparola, con El Rey Cerdo, una variante estraída del folklore italiano. Y algunos remontan la paternidad al "Amor y Psique" de El Asno de Oro de Apuleyo.
Sea como sea, hay una constante que se repite en este tipo de historias, y es que se basan en una realmente primitiva y popular que con el paso de los años y los siglos se transforma hasta llegar a forma literaria, sea oral o escrita. Y se produce también, a partir de cierta época, una transformación temática que es más moral que otra cosa.
Les supongo al caso del argumento, y si no lo están pueden leer el relato en el enlace al pie de la entrada. Si lo hacen, verán lo extremadamente civilizado, lo muy conformista que es este cuento. Bella se resigna a todo: a la ruina de su padre, a la miseria en la que vive, a la maldad de sus hermanas, a ser sacrificada en lugar de su padre por la Bestia, a todo. Y al final, esta resignación lleva un premio: la Bestia se convierte en un príncipe bellísimo y rico, y las hermanas son castigadas por sus pecados de envidia (de envidia, la forma más pervertida de inconformismo, tal vez). Leprince de Beaumont vivía en la época en la que las clases sociales seguían siendo rígidas, y con ellas la posición social y económica que comportaban. Ciertamente no fue la aristócrata diletante que se pueda pensar, e incluso se puede hablar de un cierto protofeminismo en sus pretensiones de escribir en un mundo literario predominantemente masculino, pero tampoco debemos esperar grandes revoluciones ideológicas en su obra, ni subversiones del orden establecido. De hecho, fue la instauradora del lema "instruir deleitando" que tanto daño ha hecho (aunque haya hecho algún bien).
Pero no todo son interpretaciones políticas. Hay una cierta poesía en el cuento, y el tema de pensamiento contrapuesto a belleza es uno tan potente que atrae en todas las épocas, convirtiéndose en un arquetipo multicultural.
Tal vez quien mejor supo ver lo que de bello contenía el cuento fue Jean Cocteau. En su versión fílmica sublimó todos los elementos poéticos y los trasladó a la pantalla sin dejar nada del mensaje conformista y político, reduciéndolo a la esencia de los sentimientos humanos y embelleciendo el cuento. Que tal vez así se acercaba al original perdido en la noche de los tiempos.

(La Belle et la Bête)
En Horrorscope. Mitos Básicos del Cine de Terror, vol. 2
Ed. Nostromo
Madrid, 1974 [1757]

Y múltiples ediciones más.
Texto de La Bella y la Bestia
Texto de La Belle et la Bête en francés, en Wikisources

btemplates

2 comentarios:

peke dijo...

Tengo una buena colección de libros de cuentos, populares y maravillosos o vulgarmente llamados de hadas. Durante una época de mi vida me interesaba muchísimo ese tipo de relatos y conozco varias versiones de muchos, que se repiten con leves variantes en muchas culturas, a veces muy distantes entre sí. Me ha gustado mucho leer tu post.

Lluís Salvador dijo...

Hola, Peke:
El mundo de los cuentos infantiles es uno apasionante. No tanto en sí mismo (aunque eso ya tiene enjundia) como por las implicaciones y raíces que la gran mayoría tienen en el inconsciente colectivo. Tengo previsto realizar desde hace tiempo un análisis de "Hansel y Gretel", una de las historias criminales más inocentemente explicadas a los niños, pero las cosas que hay que decir al respecto de él son tantas que darían para una tesis.
Y lo mismo sucede con muchos de los cuentos inmortales. Y bien apuntado lo que dices sobre las variantes de diversas culturas. Muchos de estos cuentos tienen origen en Oriente, incluso en el lejano Oriente, particularmente en China, y eso solo ya es todo un mundo en sí.
Un saludo cordial!