Golpe de Reyes, de David Serafín

David Serafín es el seudónimo del hispanista galés Ian Michael. En la década de los ochenta, escribió una serie de seis novelas que tenían como protagonista al comisario Bernal, de la policía madrileña, en las que aprovechaba para, en un trasfondo de investigación policial, dar un repaso a la actualidad histórica española de la transición.
Porque en España en aquella época se vivían tiempos interesantes. No sólo de efervescencia política respecto a la joven democracia que se estrenaba, o a la apertura de ideas y de conductas que representó, sino de una extraordinaria comunión entre los diversos estamentos y la ciudadanía con respecto a la defensa de unos logros alcanzados y que se mostraban por aquel entonces muy frágiles.
Observarán que la novela se publicó originariamente en 1982, y fue escrita en 1981. Y que trata de un golpe de estado, como anticipa su título. Debido a que en el ínterin entre su escritura y su publicación se produjo el "tejerazo", la ocupación del Congreso de los Diputados por el teniente coronel Tejero y un grupo de guardias civiles, se realizaron una serie de revisiones en el texto, bastante desafortunadas, para incluir referencias a este intento de golpe de estado, lo cual desmontaba totalmente la coherencia cronológica de la novela, que trata de un golpe de estado realizado el día de Reyes de 1982, cuando el golpe de Tejero fue el 23 de febrero de 1982.
Sin embargo, en algo pueden ayudar estas apresuradas revisiones, y es en destacar que había efervescencia democrática en la época, sí, pero también un temor continuo a un golpe de estado que, finalmente, se produjo, amén de un "ruido de sables" bastante continuado y de algunos intentos anteriores, bastante chapuceros, como la "Operación Galaxia".
Al comisario Bernal lo llaman de la Casa Real para que investigue, con poderes especiales, una serie de hechos sospechosos que se están produciendo, como la publicación en el principal periódico involucionista del país de unos anuncio por palabras que llevan como encabezamiento la palabra MAGOS y que tienen todo el aspecto de coordinar unas acciones que pueden derivar en un golpe de mano por parte de un grupo de militares.
Mucho más preocupante es el corte de fluido eléctrico que ha sufrido el Palacio de la Zarzuela durante horas, y que con posterioridad se descubre que ha sido causado por un sabotaje de las líneas. Y al lado, un cadáver totalmente carbonizado.
Con estas premisas, el comisario Luis Bernal se pondrá en marcha para investigar y descubrir un complot que involucra a militares, elementos de la derecha reaccionaria e industriales y empresarios afines al régimen franquista.
La gran virtud de la novela de Serafín es su proximidad con el ambiente que trata, y la particular percepción que de él tuvo un hispanista que veía los acontecimientos de España con gran interés pero desde una posición de observador. Es una mirada, leída hoy, hacia una época en la que lo que se relata en la novela se creía factible (y vaya si lo fue) y en la que la atmósfera de tensión, exaltación y toma de posturas era continua. Esa perspectiva, vista hoy, repito, es valiosa. La novela policíaca, como no me cansaré de repetir, es un termómetro de la realidad social de un país, y no está nada mal que David Serafín efectuase el ejercicio contemporáneo de medirla y reflejarla en unas novelas sobre un tiempo en el que se vivía muy deprisa, y los acontecimientos se sucedían sin cesar.


(Christmas Rising)
Ed. Grijalbo, col. Narrativa 80
Barcelona, 1984 [1982]
Serie Comisario Bernal nº 3

Hay reedición en Editorial Berenice

Portada y sinopsis

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2 comentarios:

David B dijo...

Jefe, yo para mí que es Ian Michael (y no Carmichael, cineasta británico o así). O sea, el mismo Michael, tal vez, de la vieja y entrañable edición del Poema de Mio Cid de Castalia. Pero, no sé. Bueno, usted mismo.

Lluís Salvador dijo...

Hola, Bowman:
Ay, al final voy a pillar un rebote (no contigo ni con los lectores, no te preocupes, sino conmigo mismo) de no te menees. Porque hay que ser acémila (o a saber en qué estaba pensando) como para, después de haber consultado todo lo consultable, a la hora de escribir (y de etiquetar), me salga Carmichael en lugar de Michael. En todo caso, queda rectificado, que nadie es omnisciente, ni infalible, y además se agradecen estas rectificaciones.
Y, como el Mío Cid lo leí a lo bruto, en la edición de Austral, pues no sé, pero más que probablemente sea el mismo Michael (lo escribiré cincuenta veces); tampoco deben abundar los hispanistas de ese nombre...
Un saludo, y gracias de nuevo!