Scatter My Ashes, de Greg Egan

Como señala Ellen Datlow con una admirable concisión, este relato "Trata sobre la violencia y la responsabilidad. Más específicamente se centra en la responsabilidad cívica y moral tanto a nivel social como individual: al respecto de la responsabilidad del individuo para responder a aquellos que tienen necesidad y en el papel de la sociedad, vía los medios de comunicación, al convertir la violencia en un espectáculo de feria. Este relato áspero y duro es también sobre el papel del artista como voyeur". 
Estamos en un terreno conocido, uno particularmente recorrrido por Harlan Ellison, por ejemplo en su El Llanto de los Perros Apaleados, sobre todo si consideramos la primera frase del relato de Egan, «Cada noche, a exactamente las tres y cuarto, algo terrible sucede en la calle frente a nuestra ventana del dormitorio. Observamos a través de las cortinas, bostezando y temblando en el frío insufrible, y entonces nos arrebujamos de nuevo bajo las sábanas sin intercambiar palabra, para abrazarnos estrechamente y desear un sueño profundo antes de que sea la hora de levantarse».Y lo que sucede cada noche es una pelea, un atraco, una violación...
El relato está escrito en primera persona, y ese mismo hecho ya incluye al lector en el cuadro, acompañando al protagonista, contemplando esas escenas de violencia sin hacer nada, salvo mirar.
Pero hay más. El protagonista es un fotógrafo free-lance, que se dedica sobre todo a los sucesos. Su estudio está empapelado de recortes de periódico sobre los crímenes que en su época le ha tocado vivir, y a veces fotografiar. Y resulta que justamente ahora hay una oleada de desapariciones y asesinatos de niños.
Para abreviar el resumen, aunque les advierto que el relato de Egan lleva más carga psicológica en su desarrollo, les diré que un día entra en su casa un personaje que le resulta vagamente familiar, que parece poseer el rostro de un asesino cuya detención el protagonista comtempló en su niñez, y que se admira ante el "santuario" que el fotógrafo ha construido, aunque el protagonista no lo considera así. Un hombre que parece ser la encarnación de todos los asesinos del mundo, y que cita a cierta hora al protagonista para que fotografíe su último crimen. El fotógrafo así lo hará, aunque llamando a la policía simultáneamente. Pero si el asesino (que, para reforzar el tono sobrenatural del relato, no se parece a Jack) pretendía que el mostrar su violencia al mundo la conjurara y ejerciera una catarsis en la sociedad, se equivocaba.
Todo lo apuntado por Datlow es cierto. El relato no trata de la indiferencia, pero sí de las múltiples excusas que animan a las personas a la inacción. Egan, junto con los relatos de Ellison sobre el asesinato de Kitty Genovese, contemplado por decenas de personas que no hicieron nada, trata sobre esta inacción. También comparte la existencia de un mal supremo que pervade a la sociedad, la ciudad en el caso de Ellison, la personificación del asesino en Jack en el caso de Egan. Pero también planea en este cuento la sombra del artista o periodista que contempla estos hechos y que se limita a hacer de testigo, un debate éste que ha perseguido a todo reportero de sucesos o corresponsal de guerra, y sobre todo, sobre la necesidad o no de mostrar esa violencia, que es también una discusión sobre la que nadie se ha pusto de acuerdo y que genera controversia (e incidentalmente, una morbosidad en los medios de comunicación que parece incrementar las ventas, y de ahí que el debate siga estando inconcluso).
Greg Egan pasa por estos dilemas con prosa firme y equilibrada, en un estilo muy frío, como corresponde al tema, pero un estilo tan frío que es capaz de inquietar al lector no por mostrar violencia (muestra muy poca) sino por las implicaciones morales de lo que nos cuenta. Un relato soberbio que cumple con su función a todos los niveles.
Al pie de esta reseña encontrarán un enlace donde pueden leer en inglés este cuento. Lo destaco porque conduce a la propia web del autor, un hecho infrecuente pero que se agradece en el caso de ficciones que no son fáciles de encontrar.

En Demons & Dreams. The Best Fantasy and Horror 2
Legend / Random Century
Londres, 1990 [1988]
Ed. de Ellen Datlow y Terri Windling

Texto en inglés de Scatter My Ashes

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