Gastrónomos, de Roald Dahl

Roald Dahl tiene relatos "de choque" más conocidos que este (por ejemplo, el ya comentado en este blog Hombre del Sur), pero este Gastrónomos (el título original puede traducirse de diversas maneras: "cata", "gusto", "paladar"...) es uno de los que más me encantan, por su elegante construcción y por la tensión que crece hasta niveles casi insoportables.
El escenario es este: una cena en una casa, en la que, como invitado, está un reputado crítico de vinos. Se trata de un hecho casi tradicional, una cena que se produce una vez al año, y en la cual el anfitrión gusta de apostar con el crítico a que no adivinará el vino que se sirve con la comida. Como nos aclara el narrador, siempre ha perdido el anfitrión, pero paga la apuesta con gusto: así demuestra que el vino servido es bueno. Sólo que en esta ocasión, el dueño de la casa está seguro de que su vino es imbatible. No obstante, y desafiado, el crítico no se arredra, e insiste en subir la apuesta. Y lo que quiere apostar son sus dos casas contra... la mano en matrimonio de la hija del dueño, a la que ya ha estado prodigando atenciones excesivas (y no bien recibidas) durante la cena.
Dahl se muestra maestro aquí. No es sólo el argumento lo que le importa. Es la plausibilidad de la situación. De manera que la hija se niega en redondo a que la apuesten como si fuera una mercancía. Pero... su padre insiste. El vino es imbatible, ilocalizable, imposible de identificar, y esas dos casas, en posesión o vendidas, representarán la riqueza de por vida de la hija. Finalmente, y de mala gana, tras haber jurado su padre que no puede perder, la hija acepta.
Y entonces, lentamente, sorbo a sorbo, detalle tras detalle, el crítico empieza a poner cerco al vino...
La tensión se vuelve insoportable, la atención del lector se reconcentra en esos instantes, y el relato tiene un final maestro.
Roald Dahl, aparte de otros géneros literarios, cultivó con maestría estos relatos que van de lo inesperado a lo cruel, al suspense más extremo o a lo más inusitado de las situaciones. Lo hizo con éxito una y otra vez, y Gastrónomos es un ejemplo más que sobrado de ese arte.

(Taste)
En Relatos de lo Inesperado
Argos Vergara
Barcelona, 1981 [1951]

Texto en castellano de Gastrónomos

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2 comentarios:

Peke dijo...

Lo había leído hace años, pero -curiosamente- no me acordaba del final.
Es muy bueno. Claro que Roald Dahl es muy bueno.

Lluís Salvador dijo...

Hola, Peke:
Bueno, estas cosas pasan. De hecho, uno de los relatos que acabará cayendo por aquí es uno sobre una serpiente venenosa... y tampoco me acuerdo de cómo acaba. Pero eso sí, recuerdo, en los grandes cuentos de Dahl (y tiene muchos) que son espectaculares... POrque Dahl era muy bueno, en efecto.
Un saludo, y feliz día del libro!