Maigret y los Ancianos, de Georges Simenon

Pese a que he dicho alguna vez que las novelas de Maigret no hay que comentarlas una por una, puesto que, en el fondo, todas tienen muchas similitudes entre sí, siempre se incorporan lectores nuevos  a este blog, de modo que no está de más recordar las virtudes (que las tienen, y muchas) de las novelas del comisario creado por Georges Simenon, y sus defectos, que también los tienen.
Decir, como se ha dicho, que Simenon era un grande de la literatura por sus novelas de Maigret es una obvia exageración, pero una que tuvo predicamento (y que sigue teniéndolo, en parte) en ciertos círculos intelectuales. Cierto es que sus novelas son "distintas"; mucho más si consideramos la calidad del género policial en la época en la que fueron escritas. Pero también es cierto que la cantidad es enorme, más de setenta, y que si bien una gran mayoría mantiene un tono más que notable, he leído algunas novelas de Maigret insulsas, mecánicas y repetitivas.
El método del famoso comisario (y el que fue la gran innovación en su época) es el de estudiar a los tipos con los que se encuentra, verlos a cada uno en su ambiente; a poder ser, dialogar con ellos. Situarlos, entenderlos en suma. Y eso era especialmente novedad en un género dominado por lo esencial de la pista y el ingenio del detective contra el del criminal. El hecho de que un comisario que no respeta apenas la jerarquía del método, sino que tiene uno propio y que ese método le lleva a entender las motivaciones del criminal (y, de paso, de las gentes que rodean el caso) rompiera esos esquemas fue una bocanada de aire fresco para los lectores. Y si Simenon no entraba con ello en la novela social, sí se metía en la novela psicológica, muy francesa, cabe decirlo, en la línea de los Balzac o Hugo.
El caso es que Maigret es así. Y en el caso de la novela que nos ocupa hoy, casi podríamos decir que fracasa. Un anciano, exembajador, ha sido muerto a tiros en su casa. No hay posibles móviles, no hay nada en lo que basar una investigación. Lo que es más, y como dice el mismo comisario en un pasaje de la novela, «todos dicen la verdad».  Y es que el fallecido tenía una característica: durante más de cuarenta años se carteó con una mujer que se había casado por conveniencia aristocrática con otro hombre, cada día, estuviera donde estuviese. ¿Eso podría ser un motivo? Apenas, porque se da la circunstancia de que el marido lo sabía y aprobaba la correspondencia, sabiendo que ambos, su esposa y el diplomático, mantendrían su palabra de no casarse hasta que él hubiera fallecido. Y porque, además, el asesinato se ha producido dos días después del fallecimiento de este noble caballeresco y poco celoso.
Maigret se encuentra desconcertado, porque no encuentra nada de la sordidez ni de los motivos que suelen acompañar a un crimen. De hecho, opina que no es posible vivir en un círculo tan cerrado, tan perfecto, tan romántico y tan intachable. Y sin embargo, es así.
La resolución deberán lerla ustedes. Baste decir que es una de lasd novelas en las que Simenon, empleando el método que hizo famosas sus novelas de misterio, se desmarca de él para encontrarse con algo que no es la baja pulsión. Algo que desconcierta a Maigret. Y de paso, a los lectores. Aunque sea con justificación.

(Maigret et les Vieillards)
Forum, col. Las Novelas de Maigret
Barcelona, 1987 [1960]

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14 comentarios:

Black Arrow dijo...

Las novelas con Maigret me parecen sosas,aburridas y como si el autor hubiera ido en piloto automático para escribirlas.
He tenido varias obras en las manos pero no me ha atraído ninguna para leerla.

Sólo me han interesado algunos de sus relatos... sin Maigret.


Saludos

Lluís Salvador dijo...

Hola, Black Arrow:
Disculpa el retraso en la respuesta.
El problema con las novelas de Maigret es encontrar las que, en efecto, son repetitivas y encadenarlas. Deben haber unas setenta y pico novelas de Maigret, de las cuales debo haber leído unas cincuenta. Sólo he comentado tres. Creo que estamos en el porcentaje de la Ley de Sturgeon. En efecto, Simenon se repetía, era mecánico, y su sistema era siempre el mismo. Por eso me muestro muy crítico cuando aparece gente que dice que Simenon merecería poco menos que el Nobel de Literatura.
Pero cuando alguna de las novelas de Maigret es buena (y alguna hay) es realmente buena. Sobre todo cuando da cancha a ese estudio de caracteres (que es justamente lo que atrae de las novelas sin Maigret) y refleja una sociedad (y sus males).
Y te has dejado un adjetivo: Simenon era un misógino de marca mayor. El tratamiento de las mujeres en sus novelas casi es denigrante. Y a veces sin casi.
Un saludo!

Germán Hernández dijo...

Simenon es un tipo interesante, a pesar de su misoginia le encantaba alardear de sus 10000 amantes! Y hasta se auto exilió cuando se le acusó de colaboracionista durante de la ocupación francesa durante la segunda guerra.

Pese a ello, debo confesar mi devoción por las novelas de Maigret, creo que solo faltan unas 15 de ellas en mi biblioteca. Son mi "golosina" entre lecturas y lecturas.

Y como no! Maigret y los ancianos es una de las que más aprecio, fue la primera que leí, hace como 20 años.

Saludos!

Lluís Salvador dijo...

Hola, Germán:
Simenon no era misógino a pesar de sus 10000 amantes. LO era precisamente por sus 10000 amantes. Un caso clínico, diría yo, y uno muy peculiar. El tratamiento de las mujeres e4n todas sus novelas me parece, cuando menos discutible, cuando no vejatorio.
Sin embargo, algo tenía cuando escribía bien (que no era siempre). Tal vez esa comprensión de los tipos humanos y su representación literaria mediante sus actitudes... No es posible pasarlo por alto, aunque tampoco es conveniente engrandecerlo hasta el punto que han llegado algunos...
Un saludo!

Anónimo dijo...

A partir de septiembre de 2012, la editorial Acantilado emprenderá la publicación de la obra completa de Simenon. Los primeros títulos serán: Los vecinos de enfrente, La casa del canal, El perro canelo y El gato.

Lluís Salvador dijo...

Hola, Anónimo:
(Y que supongo está relacionado con Acantilado / Quaderns Crema.)
Es una excelente noticia. Sobre todo porque las editoriales de Vallcorba cuidan mucho, mucho, mucho los títulos que publican.
Un saludo, y ánimos!

David B dijo...

Hombre, sí. Mecánicos y repetitivos también son Cervantes, Baroja y no te digo el plasta de Azorín (y eso que Vargas Llosa se mea de gusto con el alicantino) pero lo que cuenta al final es lo que queda.

Y lo que queda es la verdad de la Literatura, con perdón. Personajes, ambientes, un aroma y la visión original e irrepetible de lo que acontece.

Me permito sugerir la posibilidad de que Maigret sea una sola gran novela escrita a tirones a lo largo de cuarenta años repartidos en dos grandes épocas (y que épocas) por la IIWW. Una sola novela de estilo seco y tan contundente como un pelotazo (y tan eficaz como un tiro) con un vocabulario luminoso, preciso y amplísimo, así como descripciones sobrias, nítidas e impecables (ah, esos bocatas y esas birras heladas de la brasserie Dauphine, por dios). En cambio tiene el inconveniente de las traducciones, que no son las mejores del universo (y eso que en la nómina figuran escritores tan conocidos como Torrente Ballester o Sánchez Dragó). El problema, debido quizá a ediciones baratas y apresuradas, lo pretendió resolver Tusquets hace unos años pero para mí que a los editores les falló el fuelle y se les acabó empañando el cristal limpio y transparente con que empezaron.

Total, que 'a mon avis' sois injustos con Maigret (siendo cierto lo de 'repetitivo', que es como no decir nada: repetitivos son 'Los Soprano' y todo cristo los tiene en los cuernos de la luna). Maigret nace en el 30, en plana depresión, y acaba en los setenta, justo antes de la primera crisis del petróleo, y debe leerse como la expresión o reflejo de las clases medias europeas y de su estado de ánimo en ese tiempo de gran mudanza y apocalípticos cataclismos. Sombrío y con sombrero hongo al principio, antes de la guerra, desenfadado, confiado y hasta alegre en los sesenta. En medio creo detectar una cierta introspección de Simenon y su 'alter-ego', una especie de 'reordenación' de la casa o balance de activos. Recomiendo la evocadora 'Maigret a pensión', el juego autor-personaje de 'Las memorias de Maigret' y los múltiples planos simultáneos que configuran la estructura de 'Una confidencia d Maigret'. Lo de menos, por cierto, la intriga y la pesquisa policial. Lo que cuenta es la Literatura.

Otro día, más.

David B.

Lluís Salvador dijo...

Hola, Bowman:
Disculpa el retraso en la respuesta. He tenido problemas para recuperar el contenido de un lápiz USB, y me ha consumido mucho tiempo...
Veamos, el problema Simenon / Maigret:
Encontrar una fórmula y repetirla no es, en principio, malo. Conan Doyle la encontró con Sherlock Holmes, al que odiaba, y con ella compuso un corpus que se lee con gusto y admiración incluso hoy. Ed McBain, por citar un caso de alguien con más de cincuenta novelas, creo, sobre la Comisaría 87, también utilizó una fórmula y, con algunos altibajos, ha realizado la mejor serie sobre novelas de procedimiento policial, un subgénero que inauguró él mismo.
El problema no es la fórmula, sino un concepto anejo, que es el de la explotación. Entramos en terreno delicado, aquí, porque hay que dar por supuestas algunas cosas, o por lo menos permitir que cada cual tenga una visión de la serie fuera de lo literario. Tomemos "El Relojero de Everton", filmada por Tavernier como "El Relojero de St Paul". Curiosamente, el inspector de policía de la película tiene mucho de Maigret, y supongo que lo extrae de la novela. Puedo incluso suponer que eso surgió como un episodio de Maigret que, por los derroteros que tomó, a Simenon le hizo más gracia separar de la serie. E hizo bien, por muchos motivos. Lo cierto es que he leído bastantes obras de Simenon fuera de la serie Maigret, y tienen un espíritu diferente, unas ambiciones más elevadas, y unos logros también mayores que la mayoría de las novelas de Maigret.
Lo cierto también es que tengo la impresión de que Simenon tenía a Maigret como pensión alimenticia (hay que entender el oficio de escritor (y sus ingresos) en la época), y que en realidad le importaba muy poco el personaje. No dejó un colofón a la serie, y ciertamente no se preocupó jamás de establecer una cronología interna, lo cual vuelve locos a los estudiosos. Ese escribir para comer se llama explotar una fórmula, y tampoco es tan malo. Hay explotaciones muy disfrutables, pero en su propio campo. Pero, en lo que respecta a Maigret, sobre todo cuando sale de París y se sitúa a investigar en un pueblecito, todo es un calco. Puedo decirlo, porque me tropecé con tres de semejantes novelas en casi sucesión. La trama no, por supuesto, pero la tipología de personajes y sus actitudes sí. Y justamente eso es lo que hacen diferentes a las novelas de Maigret, de manera que encontrarlas "copiadas" no es agradable. Y el método Maigret es la fórmula, pero también es una que, aunque tiene variaciones, no es posible abusar de ella en una lectura continuada.
Y, sin embargo, hay novelas de Maigret enormes literariamente. No recuerdo el título, pero seguro que te acordarás. Maigret espera a un asesino. Puede que lo tenga delante o puede que no, pero entonces entra un juego psicológico en acción que convierte esa novela en algo inesperado, entre lo que Maigret imagina que puede pensar y lo que realmente habla el presunto criminal. Un juego que es literariamente de lo mejor.
Te puede gustar la serie Maigret, pero pretender que se hayan escrito setenta novelas de una serie para hacer literatura no es posible. Hay literatura en la serie Maigret, pero la mayor parte de la producción literaria de Simenon hay que buscarla en lo que Simenon decidió apartar de la serie.
Un saludo!

David B dijo...

La novela que dices bien puede ser Stan le tueur -o Stan el asesino- pero tengo otras candidatas. Ya miraré a ver.
Bien, es un hecho que el ciclo narrativo del comisario Maigret tiene un origen alimenticio. Eso no se puede discutir. Como no se puede discutir que los motivos para sentarse a escribir, y a hacer Arte en general, son infinitos y que entre ellos, el de ganarse la vida es tan antiguo, abundante e innoble como cualquier otro. Se ha hecho Literatura para homenajear a la novia, para alabar glorias militares y para pelotear prebostes, entre otros muchos. No pocas veces, de hecho, hacer Literatura se ha revelado como el motivo menos indicado. Garcilaso de la Vega, el conocido condotiero toledano, hizo poesía inmortal herido de amor por Isabel Freire (hasta donde sabemos). Y Lope de Vega, Calderón, Larra, Chandler o Hammett no tuvieron otra intención que llenar la bolsa, comer caliente y darse algún capricho.

(continuará)

David B dijo...

Dejado bien sentado lo antedicho, quisiera sentar también, con permiso del administrador, algunas verdades del ciclo narrativo del comisario Maigret que considero imprescindibles para no llamarse a engaño y saltar por encima de ciertos prejuicios muy establecidos que, a modo de anteojos sucios, empañan los logros del escritor liejense.
La primera es que nadie en España ha editado jamás el ciclo completo de 103 títulos (setenta y cinco novelas y veintiocho cuentos) según el cómputo generalmente admitido. Este cómputo incluye tres cuentos que sólo se publicaron en revistas y que no aparecieron en libro, ni siquiera en francés, hasta ‘Tout Simenon’, la obra completa del autor (Paris, Presses de la Cité, 1988-1993). Son ‘L'improbable Monsieur Owen’ (1938), ‘Ceux de Grand Café’ (1938) y ‘Menaces de mort’ (1942). Hoy es el día en que los tres siguen inéditos en España (ignoro si alguien en América se tomado la molestia de traducirlos y publicarlos).

(continuará)

David B dijo...

Hasta el momento, en España ha habido cuatro grandes iniciativas editoriales sobre Maigret sin incluir la de Acantilado, que se ha puesto en marcha estos días. Son las de las editoriales barcelonesas Aymá, Luis de Caralt y Tusquets, y la de la madrileña Aguilar. Alguna de ellas concedió licencia a otras editoriales para usar sus traducciones, como Caralt a Círculo de Lectores, a Planeta-De Agostini y a Bruguera.
•Editorial Aymá (Barcelona). A partir de 1948, si no desde antes, y hasta 1955, por lo menos, esta editorial tradujo, publicó y reimprimió unos cincuenta títulos, prácticamente todo lo que había hasta el momento. Simenon dice en sus ‘Memorias Íntimas’ -escritas en 1980, a los setenta y ocho años- que después de la guerra ‘empezaba a afluir correspondencia (...) de países a cuyas lenguas eran traducidas mis obras, entre otros Inglaterra, Estados Unidos, España y algunos de América del Sur’ (Capítulo XVIII). Simenon, que nunca pretende ser preciso, sitúa esta circunstancia entre la liberación de París, en 1944, y su marcha a América del Norte en 1947, así que la publicación de obra suya en España por Aymá, y no necesariamente novelas de Maigret, bien puede ser ligeramente anterior a 1948.
Editorial Aguilar (Madrid)
Entre 1958 y 1976, aproximadamente, publicó y reimprimió once tomos en papel biblia con varios títulos de las aventuras de Maigret cada uno. Se trata de cuidadas traducciones que, bajo el título global de ‘Las Novelas de Maigret’, quizá sean el proyecto más ambicioso y logrado de editar la serie Maigret en español. Incomprensiblemente, y pese a que Simenon ya había clausurado la serie (‘Maigret et Monsieur Charles’, 1972), un título se queda en el tintero: ‘Maigret et l'indicateur’, de 1971.

•Editorial Luis de Caralt (Barcelona). Entre 1962 y los años setenta publicó y reimprimió un total de setenta y nueve títulos. Cada uno contenía una novela, salvo cinco de ellos (‘Maigret y los cerditos sin rabo’, ‘Maigret y el inspector sin suerte’, ‘El enamorado de la señora Maigret’, ‘Las investigaciones de Maigret’ y ‘Stan, el asesino’) con los relatos cortos publicados en libro, más alguna narración que ni siquiera era de Maigret. A Caralt se le quedaron en el tintero tres novelas: ‘Le port des brumes’ , ‘L'affaire Saint-Fiacre’ y ‘La pipe de Maigret’, así como dos cuentos publicados en libro, ‘Tempéte sur la Manche’ y ‘Le notaire de Chatêauneuf’.

•Editorial Tusquets (Barcelona). En los primeros noventa, hace ya veinte años, esta prestigiosa firma anunció un ambicioso proyecto: traducir y publicar con mimo y cariño todo Maigret. Su colección, con un atractivo diseño, aparece en 1994 con un ‘Número Cero’, un pequeño volumen de sólo setenta y tres páginas pésimamente encuadernadas que recoge el relato ‘L'Homme dans la rue’, y un evocador texto de Gabriel García Márquez sobre Maigret con observaciones sugestivas e inteligentísimas a propósito de este relato en particular y de las aventuras del inspector en general. El proyecto se trunca coincidiendo cronológicamente con la entrada de Planeta en el accionariado de la firma.

David B dijo...

Otra verdad sobre Maigret que me gustaría dejar sentada es que, tal como se ha apuntado en otros comentarios, Simenon jamás dedicó ni un segundo a pensar en el tema de la edad de su protagonista, que es vagamente cincuentón o sesentón si no se especifica otra cosa. Tampoco se planteó ubicarlo con precisión cronológica en un tiempo determinado. Maigret, diga Simenon lo que diga, así sea misa cantada, es un ‘alter ego’, probablemente involuntario, del autor y, sin más pesquisas, contemporáneo suyo. Al principio, en 1930, mucho mayor que él y, al final, en los primeros setenta, mucho más joven, todo lo cual altera a lo largo de los años la relación de Simenon con su criatura.

En una novela del año 34, cuando apenas había veinte novelas del ciclo escritas y publicadas, y Simenon es un prometedor autor de treinta y siete años, el inspector aparece retirado y jubilado en una novela ubicada en un futuro perfecto y premeditadamente impreciso. Titulada ‘Maigret’, sin más, también se ha traducido como ‘Maigret y su sobrino’ (Editorial Aymá, Barcelona, 1953) y como ‘El crimen del Floria’ (Editorial Aguilar, Madrid, 1959).

david B dijo...


En otra novela titulada ‘La primera investigación de Maigret’, del 49 (Simenon tiene ya cuarenta y seis años y se acerca a la edad estandar de su personaje), Maigret se nos aparece veinteañero y recién casado luchando, como buen joven ‘middle class’, por hacerse un futuro y ser reconocido profesionalmente. En este título, también traducido como ‘Maigret y los aristócratas’ (Editorial Luis de Caralt, Barcelona, 1964), Simenon se tira a la piscina con desparpajo. ‘Era el 15 de abril de 1913’ afirma en las primeras páginas. ‘La Policía Judicial todavía se llamaba por entonces La Sûreté’. Pero no queda ahí la cosa. ‘Maigret tenía veintiséis años y llevaba casado apenas cinco meses’, asegura más adelante. ‘Desde que ingresara en la policía, cuatro años atrás, había realizado las funciones más humildes -vigilancia en la calle, en estaciones de tren, en grandes almacenes- y hacía menos de un año que ejercía de secretario en la comisaría del barrio de Saint-Georges’. La cuenta es fácil. Si en 1913 Maigret tiene 26 años, habría nacido en 1887. Y si había ingresado en la policía cuatro años atrás, es decir, en 1909, lo había hecho a los 22 años. Total, que el querido jefe de la policía judicial habría cumplido 73 años en 1960. Pero esto era así para el Simenon de 1949. Para el Simenon de 1971 las cuentas son otras. Al cumplir los sesenta y ocho, superando con creces la edad de su protagonista, Simenon entrega a la imprenta ‘Maigret y el hombre solitario’, un sobrio, impecable y absorbente retrato psicológico en el que se asegura, cosa sorprendente, que Maigret ‘era 1965 y Les Halles de Paris todavía no se habían trasladado a Rungis’. Como buen abuelo cascarrabias, Simenon odiaría la modernidad, digo yo, y añoraría ‘su’ París, el de los años treinta, cuando él era joven, triunfador y amante de nada menos que Josephine Baker. No sé si llegaría a conocer el monstruo del Centro Pompidou, levantado en el solar dejado por Les Halles, el antiguo y mítico mercado central apodado el ‘estómago de París’. Si lo hizo, debió ‘gromeller’ lo indecible, que es lo que hace Maigret cuando el puntilloso juez Comeliau le afea sus lentos métodos de buey aparentemente somnoliento o que en el curso de algún interrogatorio se le escape un sopapo. En esta novela, Simenon patina sin despeinarse en la cronología, que no en la Literatura, y en determinado momento afirma que al pobre Maigret ‘no se le podían quitar todos los placeres con el pretexto de que se acercaba a sus cincuenta y cinco años’. O sea, ciancuenta y cinco en el 65. Vamos, que Maigret habría nacido entonces en 1910 y en 1960 habría cumplido 50 años.
Esto de la edad de los protagonistas es muy interesante ya que no le sucede sólo a Maigret. Otros grandes héroes de nuestro tiempo, protagonistas también de series literarias inmemoriales, como Sherlock y Watson o, ya en el presente siglo, Guillermo Brown y Tarzán, han sido presas del síndrome de la edad y la cronología que afecta a avispados críticos y lectores ‘realistas’ (la peste de la Literatura). Curiosamente, nadie ha reprochado nada al héroe del gran tebeo francófono, germen de la línea clara, Tintín, el héroe sin edad por excelencia. Tintín transita a través del tiempo con envidiable naturalidad y a lo largo de los años, en sus aventuras cambian, evolucionan y se modernizan las casas, los coches, las modas, los vestidos y los aviones mientras él, su inseparable Haddock y los DuPont permanecen imperturbables e inasequibles al desaliento fieles a su cómodo y práctico estilo años 30.

Como dijo Salomón, genial autor de unos Salmos inmortales a mayor gloria de Dios ‘¿a quién le importa la cronología? Esto es Literatura, señor, no Historia’.

Lluís Salvador dijo...

Hola, Bowman:
Ya te dije que intentaría contestar poco a poco. Mi tiempo todavía se ha complicado un poco más, pero tampoco quiero dejar pasar más tiempo sin empezar a responder.
No estoy seguro. Creo que sí era Stan... pero ya te digo que la leí hace mucho tiempo...
De hecho, yo discutiría que tuviera un origen tan alimenticio como dices. Las primeras novelas de Maigret, las que son antes de la Guerra, forman un ciclo muy coherente y hasta cerrado (Simenon jubila a Maigret de su puesto de comisario, y lo hace retirarse al campo. Sólo en una ocasión vuelve desde esta posición, creo, para ocuparse de un caso; a efectos de cronología interna, Maigret es un jubilado antes de la segunda guerra mundial, lo cual manda al cuerno cualquier intento de racionalizar. Y Simenon no modificó estas novelas jamás). Es justamente tras la guerra cuando la serie Maigret, que era bastante popular, se convierte en un recurso alimenticio. Ya sabemos cómo son las posguerras, y si uno es escritor todavía lo debía pasar peor. El mérito de Simenon es que algunas de sus novelas de Maigret son muy buenas, y que su método (ese de introducirse, de sumergirse en la atmósfera que rodea al criminal o al crimen), innovadora. Pero, insisto, primero como medio para comer y después como medio para pagarse unas vacaciones en, digamos, Inglaterra, Simenon (3 maigrets en 1944, 2 en el 1948, 3 en 1949, y así entre dos y tres por año... salvo en algunos años que coinciden con la escritura de otras obras suyas fuera de la serie) escribía otra de sus entregas del detective francés por antonomasia, cobraba lo que no cobraba por el resto de su producción en adelantos, y así iba viviendo. Y un tipo que tenía una amante en cada pueblo de la francofonía, o eso decía, lo debía gastar bastante rápido (En 1946 sólo escribió un maigret... pero es que escribió cinco relatos de maigret, que sin duda formaron uno o dos libros).
Un saludo!