Sostiene Pereira, de Antonio Tabucchi

Giangiacomo Feltrinelli Editore, col. Universale Economica
Milán, 199622 [1993]

La más famosa de las obras de Tabucchi, probablemente la mejor de un autor que ha ido de más a menos, la principal también de sus obras lisboetas (Tabucchi se ha convertido en el principal escritor portugués contemporáneo vivo escribiendo en italiano, paradoja que cuadra muy bien a un país cuyo poema épico nacional es Os Lusíadas,la historia de una gente que huyó de la miseria de Portugal para encontrar la guerra y la miseria en Oriente, un país en el que Eça de Queirós se desesperaba por llevar la cultura portuguesa a la modernidad aunque fuera a patadas, un país en el que Pessoa fue un exiliado residente, un país que tuvo un premio Nobel, Saramago, extrañado en España).
En la más negra época de la dictadura salazarista, con la vecina Guerra Civil Española en su auge y con los totalitarismos en ascenso en toda Europa, Pereira sostiene muchas cosas, de hecho pasa la novela sosteniendo, pero aquello que sostiene son trivialidades en su mayor parte, mientras que Pereira duda sobre casi todo lo fundamental.
Pereira, director de la sección cultural de un vespertino católico lisboeta, contrata, en un impulso psicológicamente importante, a Monteiro Rossi, un joven inadecuado, no para el trabajo, sino para la época en la que tiene que trabajar: concienciado, activista, idealista. Y este contrato empieza a provocar la duda fundamental en Pereira.
En efecto, Pereira duda al principio de la novela de la resurrección de la carne (mejor todavía, sostiene la imposibilidad de la resurrección de la carne). Pero en realidad, sobre lo que duda sin saberlo Pereira es sobre la resurrección del espíritu, del alama.
La muerte, física o espiritual, es omnipresente en la novela. El suplemento cultural que Pereira dirige publica "recuerdos", aniversarios de escritores ya muertos; publica relatos del siglo XIX; Monteiro Rossi es contratado para que se ocupe de la sección de necrológicas anticipadas, esas reseñas biográficas que se escriben y se guardan a la espera del deceso del reseñado; y estas necrológicas son inadecuadas porque son de escritores cuyas ideas el régimen preferiría que no perviviesen o cuya muerte podría significar una muerte simbólica de las ideas que el régimen profesa. Pereira tendrá problemas con el propietario del periódico por un cuento de Alphonse Daudet que finaliza con un "¡Viva Francia!", en una época en la que, en España, y por boca de Millán Astray, lo que se gritaba era viva la muerte y muera la inteligencia. Pereira sostiene muchas cosas, pero duda de que él mismo no se esté convirtiendo en un muerto en vida, conformado a un pensamiento que no es el suyo, olvidado su pasado de periodista íntegro, sometido a una ideología irracional.
El asesinato de Monteiro Rossi hará que dé el paso, que publique una necrológica que haga revivir el espíritu de ese joven, y acto seguido huya, se exilie a un lugar donde poder escribir lo que piensa, donde su espíritu sea capaz de volver a vivir.
Tabucchi escribe sobre un período negro de la historia de Portugal y de Europa, pero escribe sobre todo sobre la dignidad del individuo que debe, necesita, resucitar para ser él mismo y volverse a considerar un ser vivo.
Portada y sinopsis de la edición italiana
Portada y sinopsis de la edición castellana
Entrevista con Antonio Tabucchi publicada en el diario El País
Minideclaraciones de Tabucchi sobre Sostiene Pereira (en italiano)

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