La Tercera Generación, de Chester Himes

(The Third Generation)
Muchnik Eds., col. Modernos y Clásicos
Barcelona, 2000 [1954]

Hablar de Chester Himes y no hablar de policiaco parece un contrasentido, puesto que su obra en ese campo marcó una época, un estilo y, sobre todo, fue una declaración en la novela negra afroamericana. Sin embargo, Himes fue mucho más que un escritor de lo que en Cataluña llamamos "novelas de ladrones y serenos". Habiendo pasado tanto por la universidad como por la cárcel, su experiencia vital de lo que representaba ser negro en los Estados Unidos le hizo reflexionar y tomar una posición ética pesimista y doliente tanto sobre las actitudes de sus hermanos de raza como sobre la hipocresía de una sociedad americana que era igualitaria sólo en apariencia. Ese pesimismo se trasladó a sus novelas, pero jamás dejó de luchar por cambiar las cosas. Dio conferencias que todavía hoy se recuerdan; se mostró combativo ante la discriminación racial en el sur y en el norte. Finalmente, y en la época en la que el conflicto racial estaba más acentuado y la vida para un negro, significado o no, estaba mucho más cerca de la muerte gratuita de lo que pueda parecer hoy, emigró a Europa, como tantos otros, en busca no tanto de reconocimiento a su obra como de un poco de respeto como persona.
La Tercera Generación es una novela fuera de todo tipo de géneros. Los que sepan algo de la biografía de Himes encontrarán similitudes entre sus protagonistas y la historia personal de su autor. Su título se refiere al primer cambio de mentalidad del negro ameriacano: la primera generación sería la liberada de la esclavitud por la Guerra Civil Americana, la segunda la primera nacida en libertad, pero criada por aquellos que fueron esclavos. La tercera debería ser la ya nacida sin referencias traumáticas a la guerra, la auténticamente ciudadana y libre en un país igualitario. Las cosas no transcurrieron precisamente así.
Es la historia de Charles, hijo de una madre posesiva y dominante, de piel muy clara, tanto que puede hacerse pasar por blanca (y lo hace: y eso crea conflictos por donde va, y pérdidas de empleo de su marido), y de un profesor universitario (pero no se confundan: en el sur, las universidades para negros eran universidades laborales, donde sólo se enseñaban artes y oficios). Su madre le inculca la pertenencia a un linaje de blancos, totalmente imaginario, con unos fantasiosos ancestros de un presidente de los Estados Unidos y un general (forzosamente sudista); pero Charles vive en el mundo de los negros. Así, no encontrará su lugar ni en la sociedad blanca (inaccesible) ni en la negra (en la que su madre, con una pretensión falsamente aristocrática, frustra cualquier relación de convivencia). Por otra parte, su madre se avergüenza cada vez más de su matrimonio, y cada vez se muestra más exigente y más excéntrica, y hará que su marido tenga que renunciar a un puesto tras otro en las universidades hasta que sólo pueda encontrar trabajo como obrero en el norte.
Lo que nos relata Himes es la vida de Charles, su huida hacia adelante, su rebelión violenta ante la progresiva desestructuración de su familia y de su propia vida; su percepción de que en su casa se renuncia a ser lo que se es y en la sociedad cada uno ocupa su lugar. Es una peripecia social de caída en el vicio y la pequeña delincuencia, en la desesperación; pero también es una peripecia sentimental, y tanto la desesperación por el esnobismo de su madre, perdida en un mundo ilusorio del que se desencantará traumáticamente, como la compasión por el padre, un hombre moralmente agotado, que acaba derrotado y muerto en un postrer acto de sacrificio, son conmovedoras. Es una historia que, repito, tiene sus ecos en la propia de Himes, la de una tercera generación a la que nunca se les explicó para qué se les había librado de la esclavitud y a la que nunca se permitió entrer en otro mundo que no fuera aquel heredado del gueto del esclavismo.
Una novela que demuestra que Chester Himes era un narrador emocionante, humano, espléndido.

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