The Curious Incident of the Dog in the Night-Time, de Mark Haddon

Vintage/Random House
sin pie de imprenta, s. f. [2003]

Existe edición castellana en Ed. Salamandra

El Curioso Incidente del Perro a Medianoche se inicia como una novela policiaca, con el descubrimiento del asesinato de un perro atravesado por una horca de jardinero. El niño (de 15 años, 3 meses y 2 días) que escribe esto toma la decisión de investigar el suceso y descubrir al culpable. Claro que Christopher Boone no es un niño corriente; padece (como nos informa graciosamente la contraportada, pero no el texto) el síndrome de Asperger. Esto quiere decir que tiene muchos problemas para relacionarse con los demás. Es bueno en matemáticas. Odia que le toquen. Le gusta el orden milimétrico y la verdad. Pero no sólo tiene problemas de relación. También es huérfano de madre, al menos hasta que en sus investigaciones descubre que en realidad su padre le ha engañado haciéndole creer que su madre está muerta.
Caminamos por un terreno resbaladizo, aquí. Estas novelas siempre se mueven sobre la fina línea que separa lo sentimental de lo sentimentaloide, y si Haddon consigue transitar indemne por este territorio es gracias a que, por una parte, muestra un tremendo respeto por su protagonista, y por otra, a que la novela tiene un trasfondo amargo que proscribe la lágrima fácil y el edulcoramiento.
Ciertamente es un policiaco singular, un homenaje sentido a las historias de Sherlock Holmes de Conan Doyle, de las que Christopher es admirador, pero, y a mitad de novela el misterio deja paso al retrato de una mente que, por insólita, es inaprehensible, y al desarrollo de una situación familiar que se descubre traumática (y que, en un pesimismo realista y, por tanto, loable, será más traumática) pero que la mente de Christopher acepta en su resolución provisional puesto que viene a restaurar, aunque sea de forma precaria, un cierto sentido del orden en su vida que se había perdido.
Hay que agradecer a Haddon esta amargura. Es fácil, demasiado fácil, escribir historias moralizantes en las que los aquejados de estas enfermedades son "felices en su  mundo" y los padres de estas criaturas son los mejores del mundo, más santos que humanos. O a la inversa, en la que la sociedad es la culpable siempre, todos los "normales" somos malos de película y los protagonistas mártires de esta sociedad. Haddon se mueve en esta zona de grises, no sin esfuerso, pero con soltura, y su retrato de Christopher, preciso y analítico como es, no empaña que los problemas que aquejan a estas personas, aparte de los inherentes a su propia condición, pueden ser y son los mismos que los del resto de gente. La cuestión es que también son más vulnerables a ellos. Si hay un mensaje que extraer de esta novela, aparte de la inquietud que sentimos ante el futuro de Christopher, es que deberíamos modular nuestros patrones de conducta, no ante una persona con síndrome de Asperger, o de Down, o de cualquier otro, sino ante cualquier persona. Cuando Christopher agrede a un policía porque éste le agarra por un brazo, lo que Haddon nos dice es que el policía (o cualquier otra persona) debería respetar los deseos de cualquier ser humano a no ser tocado por nadie. Puede ser una anécdota. Pero el secreto tal vez sea respetar a todos, sean como sean.

Portada y sinopsis de la edición inglesa
Portada y sinopsis de la edición castellana

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2 comentarios:

mario skan dijo...

Hola Lluís: muy buena tu reseña.El libro se lee de primera, esa me parece una buena cualidad. En cuanto al aspecto moralizante, si se puede nombrar así, me pareció copado el contraste que hace entre los llamados normales, en ese caso sus padres y el entorno, y el chico. Un punto para la tolerancia.

saludos

Lluís Salvador dijo...

Hola, Mario:
Disculpa el retraso en la respuesta; llevo unos días...
Tienes razón en lo que reseñas. Por lo general me muestro muy escéptico ante este tipo de textos, pero el hecho de que hubiera ganado el Whitbread, que es uno de los premios de más o menos confianza que existen me animó. Lo mejor, aparte de su sentido de abogar por la tolerancia, es que no hace concesiones. Asperger o no Asperger, tienen una vida propia y unos padres, y éstos son tan normales como los demás, y eso quiere decir que pueden ser tan horribles, o falibles, como los del resto de personas. En eso, Haddon no es pesimista, sino realista. Y aún hay otro punto subyacente. ¿Habrá alguien que piense que Christopher estaría mejor tutelado por los servicios sociales? Porque el texto de haddon abre muchos interrogantes sobre si es mejor tener unos padres deficientes, o malos, o no tener a nadie salvo un juez y una institución detrás. El mismo hecho de plantear la alternativa ya es algo que pone los pelos de punta. Porque no quisiera ser yo quien tuviera que decidir sobre ello...
Un cordial saludo!