Il Cimitero di Praga, de Umberto Eco

RCS Libri/Bompiani, col. Narratori Italiani
Milán, 20102 [2010]

Umberto Eco es hombre acostumbrado a los diversos niveles de significado que suelen llevar todas las creaciones artística y, por tanto, suele aplicarlos muy conscientemente en sus obras. El Cementerio de Praga es, por elección, una novela escrita en el estilo de los folletones que predominaron en la Francia de la segunda mitad del siglo XIX. Nada hay de malo en ello; Dumas padre e hijo, Balzac o Victor Hugo escribieron gran parte de su obra en este estilo, con todos sus trucos, aparatos y artificios, y no han provocado queja alguna. Eco escribe un folletón, cierto, pero ironiza sobre esta forma narrativa: sus situaciones de cliffhanging, sus inverosimilitudes intrínsecas y sus episodios entre grotescos y tremendos están allí, pero no pueden ser atribuidos a una mala narratividad de Eco, antes bien, a la incongruencia (una incongruencia congruente, podríamos decir) del género, necesaria si el autor pretende ser fiel al modelo. Ciertamente habrá críticos que se lo echen en cara, pero Eco también es hombre que conoce muy bien las limitaciones de la crítica profesional, de modo que esta misma ironía será a la vez una defensa y un ataque hacia aquellos que pretendan ver defectos en el escritor cuando en realidad son virtudes del mimetismo.
Es, a la vez, una novela histórica. Nada que oponer tampoco. Victor Hugo realizó una magnífica novela histórica revestida de la ficción narrativa de un jorobado y una zíngara. Eco no se apresura (de hecho, no lo hace hasta las últimas páginas) a aclararnos que todos los personajes que aparecen en la novela, salvo el central Simone Simonini, existieron e hicieron lo que se cuenta en la narración. Salvo el período garibaldino y de la unificación de Italia, la novela se centra en la historia de Francia desde el ascenso de Napoleón III hasta la república constituida después de la Comuna de París. Esto como trasfondo, aunque en los folletones el paisaje se confunde por lo general con la trama.
Porque también es la historia de la creación progresiva de un texto falso, como es Los Protocolos de los Ancianos de Sión, esa ficción pretendidamente hebrea que sigue siendo instrumento de propaganda antisemita y de desinformación general que influyó, entre otros, en Adolf Hitler. Creación del protagonista, animado por el odio a los judíos.
Pero, y en otro nivel, la novela de Eco es una historia y una reflexión sobre uno de los instrumentos del poder empleado intensamente en aquella época, como es el agent provocateur, aquel que, a petición de un gobierno o un servicio gubernamental, pone en marcha acciones subversivas, terroristas o de rebelión para que entonces el gobierno actúe para obtener un éxito propagandístico, desprestigiar una oposición, provocar un rechazo de ciertas posturas, o la adhesión al gobierno u otros fines. Y este agente provocador es Simone Simonini, falsificador, espía, arribista, amoral, apolítico, ambicioso y casi podríamos decir que instrumento por profesión y por vocación.
He sostenido que, en sus primeras novelas, Eco parecía odiar a los lectores, imponiéndoles unas condiciones de lectura más destinadas a alejarles de la novela que a sumergirse en ella. No sé si el tiempo, la resignación o un cambio de alianzas (Eco puede haberse dado cuenta por fin de que los lectores, aunque sea intuitivamente, son más sabios que los teóricos iguales de Eco o los críticos y estudiosos) han producido esta mutación, pero el caso es que Eco parece haber entrado en complicidad con el lector; eso sí, complicidad no quiere decir concesión, de modo que Eco no renuncia ni a las tesis ni a su exposición. Como quiera que sea, es una novela equilibrada y para nada superflua, que es algo que no se puede decir de muchas de las producciones de hoy día. A Eco le van a llover críticas por todos los lados, por el fondo y por la forma. Pero que los lectores sepan ya que los presuntos defectos que se le van a achacar son buscados. Y diría que imprescindibles para componer una obra de época y de género.

Portada y sinopsis de la edición italiana
Portada y sinopsis de la edición castellana

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7 comentarios:

Gustavo Solórzano-Alfaro dijo...

Tu lectura me parece muy acertada, y además enriquece los distintos niveles que se le pueden encontrar.

Ahora, el efecto que busca Eco, intencional, como decís, no siempre resulta en una narración vigorosa, sino que más bien hace notar el artificio, y es esto lo que yo le reprocho un poco. Por otro lado, en términos meramente subejtivos, hay momento en que parece un catálogo de datos, lo cual llega a aburrir.

Eso sí, no se confunda esta apreciación y se piense que le pido acciones trepidantes. Para nada. Puedo disfrutar el desarrollo lento, la trama morosa de una obra, pero eso tampoco debe confundirse con aburrir un poco. En sus otras obras se torna lento, lleno de datos y disquisiciones filosóficas e históricas, pero están impregnadas de ese aliento narrativo vigoroso que te envuelve.

Pongamos por ejemplo al gran Victor Hugo, que vos citás. Pensemos en los extensos pasajes dedicados a describir el alcantarillado de París. Nada aburre. Esas partes son vitales para todo lo demás, pero no se conviertene ni en la norma ni en el todo. En "El cementerio..." siento que pasa eso. El dato adquiere relevancia por sí mismo y la narración se enloda innecesariamente.

Pero bueno, me ha gustado mucho la reseña. Yo voy terminándola y recién siento que el asunto se pone más "entretenido". Quizá me asombre al final, como "Loana".

Lo que no discuto, para nada, es que Eco es un novelista brillante, de los mejores.

Saludos

Gustavo Solórzano-Alfaro dijo...

Por cierto, le puse un link en Facebook. A propósito, un día de esto encontré un Lluís Salvador ahí. ¿Serás vos?

Lluís Salvador dijo...

Hola, Asterión:
Disculpa el retraso en la publicación y la respuesta; problemas de internet, que siempre surgen en momentos inoportunos...
Hablando de artificios... Ya hemos hablado alguna vez que Eco tiene una tendencia a la, digamos, excesiva erudición en sus novelas, o a hacerlas excesivamente elitistas, como creo. Lo cual encuentro particularmente evidente en El Péndulo y en La Isla del Día de Antes (que sin embargo, tiene tres páginas que son de las más geniales que he encontrado sobre el tema de la Guerra de los Treinta Años, y eso desbanca a Schiller y a Grimmelhausen). Creo sinceramente que se ha ido moderando con el tiempo, y que eso mejora su narrativa, aunque la vena le sale algunas veces (es incontenible, supongo). Pero, y justamente ayer se comentaba en un grupo de lectura, los términos sobre la unificación de Italia y sobre el reinado de Napoleón III no están demasiado al alcance de las gentes, de modo que casi los agradezco. Y, además, es una tendencia del folletón. Todavía recuerdo esas interminables descripciones sobre la historia de Les Halles realizadas por Hugo.
Tampoco sé por qué fragmento vas de El Cementerio... A mí, los puntos que me resultan más difíciles de tragar son los del culto satánico-masónico en cuanto a genealogía histórica, y creo, como tú, que ahí se le ha ido la mano a Eco, porque el ritmo se enlentece, y bastante. Pero, y en conjunto, creo que Eco se ha reformado, y pese a estas objeciones (que sin embargo, no hacen sino ser precisiones y datos históricos), ha entrado por fin en comunión con el lector, proporcionándole textos que pueda entender y disfrutar. Por supuesto, con el prerrequisito de una cultura previa, pero sin tener la necesidad de haber estudiado un doctorado en clásicas, en filosofía o en historia de la ciencia, según el caso, que era el defecto que yo le encontraba más marcado.
Por cierto, el final te sorprenderá, aunque sólo sea porque es la antítesis del folletín (je, je, je...)
Y no, no vamos a discutir eso. Las páginas del Segundo Diario Mínimo, las tres de la Isla del Día de Antes y otras que se hallan en sus obras ya dicen que es un gran escritor. Y de los más valientes además.
Ah, y en cuanto a lo de Facebook, bueno, todavía no estoy muy puesto en él, y paso poco por ahí, pero ya has visto que he respondido a tu solicitud. Pero domino poquísimo ese tema (y tengo reticencias al respecto, como esas de que, en principio, todo lo que hay en Facebook es propiedad de Facebook). Pero en cuanto a tener esa cuenta, la tengo, y encantado de tenerte también por ahí.
Un muy cordial saludo!

Ade dijo...

¿Qué hago para leerla?(además de pedírsela a mis amigos, claro está) ¿conoces algún sitio dónde pueda bajarla sin dificultades? Ay, esta Habana mía tan ajena al mundo literario... Creo que no dormiré bien hasta que tenga esta novela... ¡y después de este debate!
Gracias,
AD.

Lluís Salvador dijo...

Hola, Ade:
¡Ay! No lo sé. Francamente, me meto poco en eso de las descargas de libros electrónicos. Por lo demás, aquí tenemos un buen sistema de bibliotecas, que es de donde la he sacado (y en italiano, además). En cualquier caso, y conociendo la red, busca, porque seguro que si no está ya, lo estará muy pronto. Y cuando la leas, pasa por aquí y comenta... :)
Un cordial saludo!

Juan Pablo Angarita Bernal dijo...

http://www.rhmx.com.mx/salalectura/pdf/9786073102070.pdf

Acá está el primer capítulo. Yo la ví en una librería Lerner, acá en Bogotá, y leí solamente el epígrafe. De ahí, quedé prendido.

Lluís Salvador dijo...

Hola, Juan Pablo:
En primer lugar, bienvenido a este blog. Y muchas gracias por el aporte, que puede darle a Ade y a otros lectores una muestra (y dejarles con ganas de leer el resto, me temo). Pero en cualquier caso, ya es un pasito...
Gracias de nuevo, y un cordial saludo!