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El Barón Bagge, de Alexander Lernet-Holenia

(Der Baron Bagge)
Eds. Siruela, col. Libros del Tiempo
Madrid, 2006 [1936]

Heredera de la tradición fantástica alemana de principios de siglo, El Barón Bagge sorprende por la suavidad de su tratamiento temático, que si bien lo sitúa en el campo del horror sobrenatural, mediante este tratamiento parece reducirse, para bien, a una fantasía.
El barón Bagge relata, veinte años después, una curiosa aventura que tuvo lugar durante la Primera Guerra Mundial. Como oficial de un destacamento de exploración de caballería, en busca de las avanzadillas rusas entran en contacto con éstas en un puente, que toman en una carga desesperada y suicida que, insólitamente, tiene éxito.
A partir de entonces, el mundo se vuelve otro. El jefe de destacamento se obsesiona con encontrar a un enemigo que parece no existir en ninguna parte, siguiendo siempre adelante en su marcha, hasta que la tropa llega a la ciudad de Nagy-Mihaly, extrañamente llena de gente que los recibe con alborozo, que celebra fiestas en su honor y que lleva una vida despreocupada y festiva. Allí es donde Bagge encontrará al amor de su vida.
Pero desde el mismo momento de la carga, el lector tiene una impresión de extrañeza. El resto de jinetes apenas tiene trato con Bagge, y éste es un trato desapegado, frío, distante; el cielo se vuelve cada vez más plomizo; conforme se avanza, la niebla se va haciendo más espesa y la vida más escasa. Y, sobre todo, ese enemigo que nunca se encuentra y que, contra toda lógica, parece no existir.
No quiero adelantarles nada más. Destacar que El Barón Bagge es una gran historia fantástico/terrorífica inmersa en un trepidante y equilibrado relato de guerra, y una historia que tiene una prosa medida para provocar su efecto, que su suavidad hace absorbente y que en su imaginería tiene momentos grandiosos, cinemáticos.
Ya desde su aparición fue considerada un clásico del género. Hoy, merece sobrevivir y ser leída, sin que haya envejecido ni un ápice desde su publicación original, como un gran relato fantástico, escrito con un estilo impecable.

Portada y sinopsis

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Blanc Mòbil, de Ross Macdonald

(The Moving Target)
Eds. 62, col. Seleccions de la Cua de Palla
Barcelona, 1995 [1949]
Serie Lew Archer nº1

Con Ross Macdonald la evolución literaria del detective privado, que se inició con Dashiell Hammett y se quinatesenció con Raymond Chandler, queda completa.
Lew Archer, el detective privado protagonista de Ross Macdonald, recoge todas las características apuntadas por Chandler: un tipo duro, individualista, lenguaraz eirrespetuoso, enfrentado con la policía cuando esta es ciega y rutinaria, y con una ética propia:
«Pensaba que el mundo se dividía en gente buena y mala, que podías hacer responsable del mal a ciertas personas concretas y castigar a los culpables. Y todavía pago las consecuencias. [...] Cuando entré en el cuerpo de policía en 1935, pensaba que el mal era una característica innata de algunas personas, como un labio leporino. El trabajo de un poli era encontrar esta gente y retirarla de la circulación. Pero el mal no es tan sencillo. Todo el mundo lo lleva dentro y que se manifieste en sus actos depende de muchas cosas. Del ambiente, de la oportunidad, de la presión económica, de algo de mala suerte, de un mal amigo. El problema es que un poli no puede parar de juzgar a la gente, tiene que señalarla con el dedo, es parte interesada en el juicio.»
Este pesimismo no puede dejar de ser integral en alguien que vive y se dedica a aclarar asuntos sucios, pero asimismo el entender que el mal es universal conlleva cierta piedad y comprensión por la gente, y entender también que en algunos casos, tal vez, merecen una segunda oportunidad.
Lew Archer (como hizo Chandler) nos es presentado in medias res, establecido en el negocio, con una carrera detrás de la que sólo tendremos referencias vagas, con un divorcio a cuestas en lo personal, con un despacho abierto y una serie de conocidos y contactos.
En esta El Blanco Móvil (que fue llevada al cine con el título de Harper, protagonizada por Paul Newman) Lew Archer se mostrará más hombre de acción que en novelas posteriores. No es que el argumento sea lo de menos, pero las novelas de Ross Macdonald descansan, y mucho, en la contemplación de los diversos personajes que las pueblan y de las relaciones entre ellos. Archer es llamado para investigar la desaparición de un multimillonario, excéntrico y algo trastornado, cruel las más de las veces y amigable y social en otras. Algo que huele a secuestro, y a uno planificado o auxiliado "desde dentro". Un caso difícil, ya que donde hay tanto dinero cualquier relación con el secuestrado se pone en entredicho.
Ross Macdonals, en sus obras, fue un defensor de una tesis muy real, y es que el dinero y el juego de poder son demasiado potentes como para mantener las cosas limpias y las conciencias tranquilas; y que no sólo las ganas de obtener dinero y poder son las que originan los crímenes: las anisias de más dinero y poder son un móvil mucho más potente incluso.
El Blanco Móvil, cumpliendo con todos estos parámetros, es una gran novela que inicia un ciclo policiaco imprescindible.

Portada y sinopsis

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Fantasía, de Walt Disney

SESIÓN MATINAL

(Fantasia); 1940

Supervisor: Ben Sharpsteen; Dirección musical: Edward H. Plumb; Intérpretes: Leopold Stokowski, The Philadelphia Orchestra, Deems Taylor.

Fantasia no es otra cosa que un concierto de música clásica al que se da acompañamiento modal mediante dibujos animados, siendo las piezas:
Tocata y fuga en re menor de Bach,
la Suite Cascanueces de Tchaikovsky,
el Aprendiz de Brujo de Paul Dukas,
la Consagración de la Primavera de Stravinsky,
la Sinfonía Pastoral de Beethoven,
la Danza de las Horas de Ponchielli,
la Noche en el Monte Pelado de Mussorgsky
y el Ave María de Schubert.
Brillantemente inventivo en su tiempo, sigue teniendo momentos estelares, como pueden percibir por el tráiler que les acompaño y, cosa curiosa, muy pocos momentos desiguales. Incluso hoy, sigue siendo una lección magistral del cine de animación y de lo que se puede lograr mediante esta técnica, que es dar interpretación, cómica o sera, a casi todo.
Una película hermosa, fresca y sorprendente.

Tráiler:

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Jazz Porque Sí: Sidney Bechet en el Olympia de París

Sidney Bechet fue uno de esos jazzmen de primera hora surgidos en Nueva Orleáns, que hizo sus armas en los bares, en los pasacalles y funerales a una edad temprana que hoy resultaría ilegal. Pasó como figura por la grabación sonora de los primeros tiempos y finalmente llegó a Francia, donde encontró algo parecido a la tierra prometida.
En efecto, en Francia, el nivel de adoración (no existe otra palabra) que se le rindió no tuvo igual en ninguna otra parte. Además, su popularidad allí tuvo su efecto en España, y fue uno de los jazzmen de los que era frecuente encontrar discos en muchos hogares españoles.
Además, tocaba el saxo contralto, un instrumento inusual y difícil (y que ha sufrido humillaciones posteriores, como las que le infligió Kenny G.). Con una potencia descomunal, un swing enorme y un sentido para la balada y el blues impecable, fue durante años el músico de jazz perfecto.
El Cifu, como siempre, se lo explicará mejor. Pero, por mi parte, sólo tengo que añadir que, grabado en estudio, en concierto en un lugar cerrado o donde fuera, escuchar a Sidney Bechet siempre me ha provocado un sentimiento luminoso, aireado y expansivo. Cuando escucho a Bechet, siempre tengo la impresión de que toca al aire libre y al sol.
Gracias siempre al programa Jazz porque sí de Radio Clásica de Radio Nacional de España por poner a disposición su música. Consulten sus podcasts y escuchen el jazz de su elección.


Sydney Bechet, saxo soprano americano (Jazz porque Sí)

Nota para la audición: Si el reproductor de RNE fallara, cosa que sucede con demasiada frecuencia, y no se mostrara bien en su pantalla, debajo de la caja del reproductor hay una serie de enlaces. Clicando sobre el último de ellos aparecerá la pantalla de los podcasts de Jazz Porque Sí, con un reproductor que, esta vez sí, reproducirá a la perfección el programa.

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La Peste, de Albert Camus

(La Peste)
RBA Editores, col. Narrativa Actual
Barcelona, 1994 [1947]
Trad. de Rosa Chacel

En cualquier obra de Camus los niveles de significación se superponen de forma acumulativa, de tal manera que puede ser leída como el lector guste, desde la mera exposición narrativa de la historia hasta pasar a las distintas perspectivas y psicologías de sus personajes y hasta llegar a los niveles simbólicos que puede alcanzar la obra en su conjunto refiriéndose a situaciones análogas que quedan asemejarse, de forma dispar pero también de manera similar al tema propuesto.
En el caso de La Peste, el primer nivel de lectura (totalmente lícito) es el de la historia de un brote de peste bubónica en la ciudad de Orán, Argelia, en los años 1940. Esto es algo que ya sabemos desde el título, de modo que no es sino elemental dar por supuesto que la obra no va a jugar con cartas tapadas al respecto de cuál es el azote que se abate sobre Orán e, incidentalmente, nos anticipará las futuras acciones. Actuando así, Camus ya nos transmite que no va a ser un diario médico, ni una crónica lo que nos encontraremos en el texto.
Pero, por el momento, sigámoslo en su nivel argumental primario. Desde el inicio de la plaga hasta su remisión total contemplaremos la vida de la ciudad a través de los ojos de varios de sus ciudadanos, que mostrarán diversas actitudes. Si fuese una obra apologética, sin duda Camus nos hubiera ahorrado las visiones antiheroicas. Y sin embargo, el autor describe toda clase de reacciones. De la actividad al cansancio del médico protagonista hasta los esfuerzos por salir de la ciudad cerrada, quebrantando la cuarentena, de uno de sus personajes; o actos de pequeño heroísmo, en apariencia inútil, o los de abyección de los especuladores en el mercado negro.
No es casual que se abra el libro con una cita de Daniel Defoe, autor del Diario del Año de la Peste, pero es más sutil la impresión que tiene el lector de que esta La Peste habla de algo más que del simple relato de una ciudad sometida a una epidemia.
Puesto que es posible trasladar la acción de esta novela a cualquier situación en la que una sociedad se ve atacada por una agresión externa; es en este caso cuando empieza a surgir la necesidad de una acción solidaria por parte de sus componentes. La primera metáfora que puede ocurrírsele al lector es la de la invasión alemana, pero esta es una obra demasiado abierta como para estar limitada a una única opción; y aunque es una obra esencialmente moral, no es una obra moralista en tanto la visión que nos presenta no es la de un juicio de valor sobre los protagonistas y sus actitudes. Antes bien, en una prosa muy contenida, de sentido expositivo, comprendemos todas las actitudes existenciales de los implicados. Y con todo, es una obra militante en el sentido de que, sin cargar culpas, sí presenta la importancia de la elección moral y la grandeza del pequeño heroísmo, realizado no de cara al exterior sino consecuente con uno mismo.
En cualquiera de sus niveles de significado, La Peste es un relato imprescindible sobre la naturaleza social y humana, en el que no hay artificio y sí una precisa comprensión de motivos y esencias de la persona como animal social.

Portada

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Pavana, de Keith Roberts

(Pavane)
Eds. Minotauro
Barcelona, 2000 [1966-1968]

«En una cálida noche de julio del año 1588, en el palacio real de Greenwich, en Londres, con balas asesinas en el pecho y el abdomen, agonizaba una mujer. De rostro arrugado y dientes ennegrecidos, la muerte no le prestaba dignidad; pero su último suspiro despertaría ecos que convulsionarían a todo un hemisferio. Pues la Reina Virgen Isabel Primera, soberana absoluta de Inglaterra, se había ido.
»[...] La noticia de un país desgarrado y que se había vuelto contra sí mismo llegó a los grandes navíos de la Armada que franqueaban el Lagarto para unirse al ejército de invasión de Parma en la costa flamenca. Durante todo un día, mientras Medina-Sidonia iba y venía preocupado por las cubiertas del San Martín, la suerte de la mitad del mundo estuvo pendiente de un hilo. Luego, Medina-Sidonia tomó una decisión, y los galeones y carracas, las galeras y las lentas y pesadas urcas, viraron al norte, rumbo a tierra. A Hastings y al antiguo campo de batalla de Santlache, donde siglos atrás se forjara la victoria. La anarquía que vino en seguida encontró a Felipe instalado como soberano en el trono de Inglaterra; en Francia los partidarios del duque de Guisa, alentados por las victorias obtenidas del otro lado del Canal, derrocaron de una vez y para siempre a la debilitada Casa de los Valois. La Guerra de los Tres Enriques concluyó con el triunfo de la Santa Liga y la Iglesia recuperó su antigua potestad.
»Para el vencedor, los laureles. Restablecida así la autoridad de la Iglesia católica, la naciente nación de Gran Bretaña desplegó sus fuerzas al servicio de los Papas, aplastando a los protestantes de los Países Bajos, destruyendo el poderío de los burgos germanos en las interminables Guerras Luteranas. Los pioneros del continente norteamericano quedaron bajo el dominio de la Corona de España; Cook plantó en Australasia la bandera azul cobalto del trono de Pedro.
»[...] Por sobre todos, el largo brazo de los Papas se alzaba para castigar y recompensar; la Iglesia Militante seguía siendo el poder soberano. Pero hacia mediados del siglo XX los murmullos pasaron a ser protestas en voz alta. Una vez más un viento de rebelión soplaba en el mundo.»
Estos son unos fragmentos del prólogo de esta novela que nos ponen en situación. Porque Pavana es una ucronía. Probablemente la ucronía más elegante jamás escrita.
Es curioso comprobar cómo las mejores obras de este género (El Hombre en el Castillo, de Philip K. Dick, es otro ejemplo prototípico) desvían su vista de lo evidente y se centran más en lo psicológico y social. En efecto, Pavana nos presenta un mundo, y en concreto una Inglaterra, inmersa en una dominación universal católica en la que el progreso técnico y científico ha sido estrictamente controlado y reprimido. Vemos, no ferrocarriles, sino trenes a vapor recorriendo las natiguas vías romanas como único medio de transporte entre ciudades, atravesando enormes zonas de bosque virgen y parameras desiertas en las que la inseguridad y el bandidaje son reyes; semáforos de señales por banderolas dirigidos por una casta de especializados técnicos, los señaleros, que son los únicos medios de transmisión de mensajes a distancia. Las dudas de un sacerdote entre la iglesia británica y la romana; el conato de rebelión promovido por una noble contra el régimen monolítico (recuerden: la Revolución Industrial no ha tenido lugar; no hay apenas burguesía, y no se puede hablar de un proletariado propiamente dicho). Entre otros trazos impresionistas que nos ayudan más a percibir un cuadro conjunto que no una serie de detalles, pintorescos sin duda, tentadores por llamativos, pero que poco nos transmitirían del carácter sustancialmente rebelde y progresista del ser humano.
Junto a una sorpresa final, que no desvelaré. Todo ello transmite un sentido enormemente literario al conjunto, pero sin desdeñar la aventura (el asalto de bandidos al tren de mercancías Lady Margaret; la misteriosa sociedad secreta, o el "antiguo pueblo", que amenaza a una torre de señales; o la batalla del paso de Corfe).
Si todo esto sólo fuera un "las cosas como pudieron ser", sería una mera anécdota. Al convertirse en "la gente como sería" tenemos un ligamen fundamental con esa gente, y nos reconocemos en ella a la vez que reflexionamos sobre nuestra propia historia.

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El Ayudante del Verdugo, de Mario Lacruz

En Trilogía de la Culpa
Ed.Funambulista, col. Literadura
Madrid, 2009 [1971]

Dice Mario Lacruz en una entrevista que figura en el apéndice de este libro que los censores se mostraron como unos completos memos cuando no captaron que la figura central de esta novela era Franco. "El personaje sobre el que gira la trama de la novela se llama Pardo porque Franco vivía en el Palacio del Pardo; físicamente se le describe parecido a Franco y habla como él, con sus mismas palabras... y todo ello inmerso en el ambiente de la España de Franco... Nadie se dio cuenta". Salvo los lectores, claro.
Lo que no dice Lacruz es que esta no es una novela sobre Franco, ni una visión paródica o satírica sobre Franco o su trayectoria. Existe una cierta burla sobre su figura, por descontado (alguien chapucero, inculto, tópico, triunfador por azar, despotismo y malas artes; un personaje vulgar, en suma), pero lo que sí constituye, consciente o inconscientemente, es una alegoría de la España de Franco; una novela en la que la trayectoria de las empresas de Pardo puede asimilarse a la evolución de la España franquista.
Para ponernos en situación, el protagonista no es Pardo, sino un abogado, Ventosa, que liga su destino, un poco por casualidad y un poco por renuncia de sí mismo, al de Pardo, al que sirve con escepticismo y espíritu crítico, pero sin dar jamás el paso que le liberaría de él. Como buen existencialista que es, Lacruz supedita la vida de Ventosa a su circunstancia vital, y ésta es Pardo, que así, sin ser protagonista, sí es personaje central.
Tomada como alegoría, los significados son evidentes: la posguerra, el estraperlo, el desarrollismo, la renuncia ideológica, la evolución hacia el progresismo y el cosmopolitismo pero sin desprenderse jamás, sin arriesgar nunca el capital económico y la estabilidad que representa Pardo y us empresas.
Pero hay que fijarse en que esta novela forma parte de una "Trilogía de la Culpa", y en este aspecto, quien se siente culpable es Ventosa, que siempre se plantea volver a su yo independiente, pero jamás lo hace; que se burla de la vulgaridad intrínseca de Pardo, pero acaba manteniéndose al margen y diciendo amén. Que incluso lo traicióna con su propia hija (en una traición alegórica tanto ideológica como física), pero que es el primero en disimularlo y en aplaudir a rabiar el discurso de Pardo cuando éste recibe una condecoración.
Si es una alegoría de lo que en su tiempo se llamó "mayoría silenciosa" e incluso de la "oposición interior al régimen", el símil se vuelve demoledor, y esta novela se convierte no tanto en dedo acusador como en reflejo de las miserias de un régimen, pero también de la población que, callando, otorgó, y de aquellos que, despotricando, a la hora de la verdad no hicieron nada para oponerse a él; antes bien, fueron doblemente culpables por otorgar y proclamar más o menos una cosa y no dar un paso para hacerla jamás.

Portada y sinopsis

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Barry Lyndon, de Stanley Kubrick

SESIÓN MATINAL

(Barry Lyndon); 1975

Director: Stanley Kubrick; Guión: Stanley Kubrick, basado en la novela de William Makepeace Thackeray; Intérpretes: Ryan O'Neal (Barry Lyndon/Redmond Barry), Marisa Berenson (Lady Lyndon), Patrick Magee (El Caballero), Hardy Kruger (Capitán Potzdorf), Steven Berkoff (Lord Ludd), Gay Hamilton (Nora Brady), Marie Kean (madre de Barry), Murray Melvin (Reverendo Runt), André Morell (Lord Wendover), Leonard Rossiter (Capitán Quin), Philip Stone (Graham); Narrador: Michael Hordern; Dir. de fotografía: John Alcott; Dirección musical: Leonard Rosenmann; Diseño de producción: Ken Adam.

Si hay algo que perjudica a Barry Lyndon es que es un festín visual de tal calibre, su impacto cinematográfico, fotográfico, de composición, es tal que aplasta al contenido temático.
La he visto varias veces, y en todas las ocasiones no he podido sustraerme a esa fascinación. Y tal vez lo que pretendiera el socarrón Kubrick fuera eso: mostrar un cuadro de época en movimiento, de una manera como no se había hecho jamás (y, por lo visto hasta el momento, como jamás se volverá a hacer). Cierto, sabemos que se trata de las andanzas, entre picarescas y truhanes, de un joven del siglo XVIII. Asistimos a ellas, con mayor o menor convicción, pero de alguna manera percibimos que no es lo más importante, que la historia no se nos narra sino que se nos representa visualmente, como si la viésemos en las ilustraciones de un libro sin leer el texto. Sabemos que la hay, percibimos su progresión y continuidad, pero no buscamos los detalles de la misma, sólo su escenificación visual.
Se podrá tildar a esto de esteticismos. Si es así, es uno de la mejor factura, y el resultado es inmejorable. Realizar una película así era un riesgo tremendo, incluso entonces, cuando estas aventuras todavía se permitían. El resultado sigue siendo motivo de debate, pero opino que es una película imprescindible.

Tráiler:

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Jazz Porque Sí: Dexter Gordon en el Montmartre de Copenhague

El Cifu no sé si sabe más por viejo que por diablo, pero el caso es que en su recorrido de las figuras grandes y menos conocidas del jazz tiene momentos esplendorosos que nos brinda. Que coincidan con actuaciones en directo no es casual en una música que siempre he considerado que consiste en una mezcla de técnica e inspiración individual por un lado, y de "feeling" con el público, ese plus que, cuando la audiencia es buena, hace que el artista se sienta querido, apreciado en lo que hace, realzado.
En este caso una actuación en un club de jazz danés resulta en una de las más satisfactorias y relajantes escuchas que se puedan tener.
Dexter Gordon es uno de esos prodigios del saxo tenor que, como el Cifu les dirá e insistirá, produce el jazz más relajante que pueda existir. Tal vez relajante no sea la palabra adecuada, porque Gordon no es lento, al contrario; puede swingear como el que más. Pero transmite la sensación, a la vez, de intimidad, de bienestar, de comodidad escuchándolo. En esta actuación, además, va acompañado de unos músicos excepcionales: Alex Riel, baterista danés más que bueno, y que rebasa el adjetivo que se reserva a los menos conocidos, como es el de "eficaz"; Niels-Henning Ørsted Pedersen, sin duda uno de los mejores contrabajos que ha dado Europa, aquí con 18 años. Y ya quisieran muchos tocar a los cuarenta como lo hacía Niels a los dieciocho; y, permítanme el orgullo patrio, Tete Montoliu al piano; de Tete sólo puedo decir que era capaz de levantar a un muerto que lo escuchara, y conmoverlo acto seguido. Puede que aquí estuviera en los inicios de lo que sería una carrera grandiosa, pero ya entonces se le notaba el hálito que sólo poseen los grandes.
Y todo esto está en una actuación. De nuevo mi agradecimiento a Radio Clásica de Radio Nacional de España. Y, si quieren escuchar otras joyas, vayan a los podcasts de Jazz Porque Sí y escojan su intérprete favorito o por descubrir. Disfruten.

Dexter Gordon (Jazz porque Sí)

Nota para la audición: Si el reproductor de RNE fallara, cosa que sucede con demasiada frecuencia, y no se mostrara bien en su pantalla, debajo de la caja del reproductor hay una serie de enlaces. Clicando sobre el último de ellos aparecerá la pantalla de los podcasts de Jazz Porque Sí, con un reproductor que, esta vez sí, reproducirá a la perfección el programa.

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Todos Muertos, de Chester Himes

(All Shot Up)
Punto de Lectura
Barcelona, 2005 [1960]
Serie Coffin Ed Johnson y Grave Digger Jones nº4

Puesto que, a mi conocimiento, la tercera novela de la serie, The Real Cool Killers, no está disponible en España, daremos un salto en este nuestro personal recorrido por la serie fundamental de Chester Himes y aterrizaremos en esta All Shot Up, título de doble sentido, puesto que además de significar este Todos Muertos, fonéticamente suena igual que "All shut up", "todos callados" o "todos mudos".
Los inicios de las novelas de Chester Himes, como ya pueden haver comprobado (Por Amor a Imabelle, Quin Assassinat Més Bèstia) son capaces de, a la vez, desorientar, entusiasmar y provocar una risa inquietante en el lector más avezado.
En este caso, un joven en una noche gélida en Harlem está dedicado a su especialidad habitual, robar neumáticos. Entonces pasa una visión que le hace considerar si está sobrio o no: un cadillac de oro; y en el asiento delantero, el conductor con un gorro de piel de mapache al estilo Davy Crockett, a su lado la reina de la belleza de África (su fiel novia Sassafras) y al lado de ésta un hombre con sombrero homburg y un pañuelo blanco al cuello, que recordaba un prestidigitador. Ante el cadillac surge una vieja, que es embestida por el coche y tirada al suelo. El cadillac aumenta su velocidad y desaparece. La muejer, al cabo de un rato, se incorpora, riendo. Y entonces aparece un coche grande, negro, con los faros apagados y en su asiento delantero, destacándose, las siluetas de tres policías uniformados. Ese auto embiste de pleno a la vieja y prosigue su marcha sin detenerse.
Lo bueno de Chester Himes es que las expectativas que crea desde el inicio siempre se ven cumplidas. En este caso el tema central de la novela es el robo que un cargo público de Harlem ha sufrido de los fondos para su próxima campaña electoral, robo que Ataúd Johnson y Enterrador Jones sospechan que ha sido un montaje que el propio candidato ha organizado para quedarse con el dinero. Y al que conviene que todos los implicados queden mudos para siempre, es decir, muertos.
Johnson y Jones, esas bestias de policías que se mueven como pez en el agua por entre ese otro personaje de las novelas de Himes que es Harlem, resolverán el caso, seguro, pero en su transcurso toparemos con las pequeñas historias de las gentes que tocan o son tocadas por este suceso, y que a veces serán hilarantes y a veces trágicas. Porque la vida nunca es amable en las novelas de Himes.
Si digo que mantiene la línea habitual de la serie, es decir poco, salvo que precise que el nivel de excelencia de Himes es tan alto y constante que es imposible olvidar el paso por su ficción.

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Reinas de los Mares. Las Mujeres Piratas Alrededor del Mundo, de Jane Yolen

(Sea Queens. Women Pirates Around the World)
Eds. Oniro
Barcelona, 2009 [2008]
Ilustraciones de Christine Joy Pratt

Jane Yolen es un nombre bien conocido en el campo de la fantasía, heroica o no, y de la literatura infantil y juvenil anglosajona. Siempre, si tengo que juzgar por mis lecturas, de una gran calidad.
En este caso Yolen se ocupa, desde una perspectiva feminista pero no militante, es decir, que la historia no está constreñida por la ideología, de hacer un repaso de las mujeres piratas a lo largo de la historia. Al estar destinado al público juvenil, me apresuro a destacar que el libro posee las mejores virtudes anglosajonas de este tipo de literatura, que son las de no considerar a los jóvenes como imbéciles y tratarles como un autor tiene que hacerlo con su público, sea de la edad que sea, que es con respeto y honestidad.
Fruto de esta honestidad, doy fe de que este libro está muy bien documentado. Interesado como estoy en el tema, he hallado lo que esperaba encontrar en él, más algunas biografías de piratesas, si me permiten la expresión, de las que no tenía noticia. Dios sabe cuántas novelas, noveluchas y novelejas hay escritas sobre Anne Bonney y Mary Read, las más famosas mujeres piratas, pero Yolen no se limita sólo a ellas y tampoco centra su libro en estas figuras. Yolen nos ofrece un elenco completo de mujeres piratas, desde Artemisia, la reina almirante persa del 500 a. C. hasta la viuda Ching de la China de principios del siglo XIX (un personaje que constituye un capítulo de la Historia Universal de la Infamia, de Jorge Luis Borges), y lo hace centrándose en el hecho histórico o, como máximo, en las historias contemporáneas sobre ellas.
Es un libro juvenil, y eso quiere decir que su relato estará expresado con sencillez. Sin embargo, por lo exhaustivo, constituye un texto de base más que apreciable, tanto más cuando está narrado con claridad y bien referenciado. Ameno y artísticamente ilustrado, estas Reinas de los Mares son un paradigma de la buena literatura juvenil, una que es capaz de trascender a su público de destino e interesar igualmente al adulto.

Portada y sinopsis de la edición inglesa, más material complementario

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El Falcó Maltès, de Dashiell Hammett

(The Maltese Falcon)
Eds. 62, col. Butxaca
Barcelona, 1998 [1930]

El Halcón Maltés es, sin duda, el título más famoso de la novela negra, y de hecho marca casi el paso definitivo de la literatura policial al género negro, estableciendo unas bases que serán las que dominen esta literatura desde entonces. La primera es su protagonista, típicamente un detective privado, que es de forma fundamentral un defensor, pero no de la Ley ni de la policía (a las que a menudo se enfrenta), sino de una ética, las más de las veces propia, flexible pero en el fondo justa; si la Justicia es ciega, el detective en cambio observa y considera las circunstancias personales de los implicados, actuando en consecuencia a su código personal. Un tipo que, para poder obrar como lo hace, de forma individual y solitaria, tiene que ser duro, más duro que nadie, y sobre todo duro consigo mismo respecto a su ética (lo que dará origen a otro apelativo del género, el "hard-boiled"; una famosa y definitoria frase es "I've heard about hard-boiled, but you... you're twenty minutes!" ("He oído hablar del [huevo] duro, pero tú... ¡tú eres uno de veinte minutos [de hervor]")). Y la movilidad moral: el mal ya no es ejecutado necesariamente por rufianes o delincuentes profesionales, sino que adquiere movilidad social. Ya sea el exmarido que no puede soportar el desprestigio social que le supone que su esposa se divorcie de él (Playback, de Raymond Chandler), las rencillas familiares por puro pique personal o por una mínima parcela de dominación en este ámbito (como en muchas de las novelas de Ross Macdonald), o la ambición económica sin más, pero protagonizada por ricos y poderosos que desean todavía más poder o dinero. Esta movilidad hace que el nuevo género negro tuviera y tenga una imbricación social muy fuerte, puede que no por descripción pero sí como representación de un clima moral.
Hammett fue el creador de este género, que alcanzaría su destilación esencial con Raymond Chandler y llegaría a diversos pináculos con muchos autores (Ross Macdonald, James M. Cain, Jim Thompson...). Personalmente prefiero a Chandler, por ser más literario, pero no estoy dispuesto a renunciar al padre fundador.
El Halcón Maltés gira en torno al detective privado Sam Spade y a aquellos que orbitan alrededor de un fabuloso halcón de oro y piedras preciosas (debidamente camuflado con un recubrimiento de símil piedra), un objeto hecho "de la materia de la que se hacen los sueños" (una frase de la película homónima de John Huston, no de la novela), y que tratan de conseguirlo por todos los medios. Y cuando digo todos, es todos.
La ruptura del género negro con lo anterior es que la primacía ya no recae en el "quién lo hizo" ni en el "porqué" o el "cómo". Aunque es importante la trama, el enigma, un resumen argumental casi siempre es detenerse en lo accesorio y desechar lo fundamental. Es preciso leer estas novelas, y El Halcón Maltés entre ellas, y dejarse llevar, sumergirse en las relaciones entre los personajes, sus intenciones, sus inflexiones y sus posiciones morales. Entonces es cuando se disfrutan en su plenitud.
El Halcón Maltés, como piedra fundacional y quintaesencia del género, tiene todos los elementos que lo conforman, y además una gran tensión narrativa y una estructura equilibrada. Leerla no es sólo rendir un homenaje a un fundador, sino percibir los elementos que después se hallarán en los que han seguido su camino.

Portada y sinopsis

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Ran, de Akira Kurosawa

SESIÓN MATINAL

(Ran); 1985

Director: Akira Kurosawa; Guión: Akira Kurosawa y Masato Ide, basado en El Rey Lear de William Shakespeare; Intérpretes: Tatsuya Nakadai (Lord Hidetora Ichimonji), Satoshi Terao (Taro Takatora Ichimonji), Jinpachi Nezu (Joro Masatori Ichimonji), Daisuke Ryu (Saburo Naotora Ichimonji); Dir. de fotografía: Takao Saito; Música: Toru Takemitsu; Vestuario: Emi Wada.

Se han hecho innumerables versiones cinematográficas de las obras de Shakespeare, la gran mayoría de enorme calidad (Olivier, Branagh, Welles...). Claro está que se beneficiaban de unos argumentos magnífico. Shakespeare, en efecto, ha sido definido como el mejor guionista cinematográfico del siglo XX. Y precisamente porque sus obras tienen una potencia desmesurada y universal es por lo que no quiero cerrar esta semana que he dedicado a Shakespeare con una traslación directa a la pantalla de una de sus piezas, sino con una versión que, siendo esencialmente shakespeariana, demuestra la universalidad de sus tramas, situaciones y personajes.
Ran es la trasposición al Japón feudal del Rey Lear shakespeariano, con la diferencia de que donde Lear repartía su reino en vida entre sus tres hijas, aquí son los hijos los beneficiarios del ingenuo y autocomplaciente rey.
Kurosawa, un cineasta muy sensible a Shakespeare (ya había realizado su particular versión de Macbeth, titulada Trono de Sangre), se muestra particularmente capaz en su versión, captando lo esencial de la situación de Shakespeare, poniéndola en un contexto histórico japonés plausible y remarcando lo universales que son los personajes, caracteres y sentimientos del bardo de Stratford, narrándolo todo con ese estilo impecable de gran maestro que siempre le caracterizó.
Shakespeare lo trasciende todo: fronteras, épocas, culturas. Esa es una grandeza al alcance de muy pocos genios.

El tráiler que les presento es uno francés, y es muy poco ilustrativo de lo que es la película, salvo en su belleza; pero es que las imágenes de Kurosawa, incluso las promocionales, se están poniendo muy caras. En los vídeos asociados que aparecen al final del tráiler pueden ver un montaje realizado por un aficionado que les puede dar mejor idea de la película.

Tráiler:

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Jazz Porque Sí: Such Sweet Thunder, de Duke Ellington

Jazz en una semana dedicada a Shakespeare. No me he vuelto loco. Resulta que Duke Ellington fue invitado al Shakespeare Festival que se celebra en Stratford, Ontario, Canadá, y compuso (ahí viene lo grande) toda una suite dedicada a Shakespeare. Y una verdaderamente genial, deliciosa.
Para el comentario musical, como siempre, debo apartarme y dejar a quien sabe, y quien más sabe es Juan Claudio Cifuentes, el Cifu. Y agradecer de nuevo a Radio Clásica de Radio Nacional de España y a su programa Jazz Porque Sí que ponga los podcasts del programa a disposición del público.
Señalar que Shakespeare y su obra es y ha sido tan enorme que ha sabido inspirar la creatividad de los artistas más diversos en estilos y épocas. Disfruten, pues, de una suite jazzística totalmente shakespeariana.
Las piezas que la componen y las obras a las que se refieren son:
Such Sweet Thunder -(Otelo?)
Sonnet for Caesar -(Julio César)
Sonnet to Hank Cinq -(Enrique V)
Lady Mac -(Lady Macbeth de Macbeth)
Sonnet in Search of a Moor -(Otelo)
The Telecasters -(Yago, de Otelo, y las tres brujas de Macbeth)
Up and Down, I Will Lead Them Up and Down (Puck, de El Sueño de una Noche de Verano)
Sonnet for Sister Kate (Katharina, de La Doma de la Furia)
The Starcrossed Lovers (Romeo y Julieta)
Madness in Great Ones (Hamlet)
Half the Fun (Cleopatra, de Antonio y Cleopatra)
Circle of Fourth (a Shakespeare)

Duke Ellington (Jazz porque Sí)

Nota para la audición: Si el reproductor de RNE fallara, cosa que sucede con demasiada frecuencia, y no se mostrara bien en su pantalla, debajo de la caja del reproductor hay una serie de enlaces. Clicando sobre el último de ellos aparecerá la pantalla de los podcasts de Jazz Porque Sí, con un reproductor que, esta vez sí, reproducirá a la perfección el programa.

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Sonetos, de William Shakespeare

En The Complete Works of William Shakespeare
Magpie Books/Robinson Publishing
Londres, 1993 [1609]

Shakespeare ya demostró en sus obras teatrales que podía ser poeta. Incluso muy buen poeta. Por fortuna, nos legó para la posteridad (y por mejor fortuna, se conservaron) sus sonetos, un esfuerzo continuo y continuado en 154 composiciones, que muestran algunas de las cimas de la composición poética inglesa de todos los tiempos y, por descontado, marcan la cúspide de su época.
Escojo los sonetos precisamente por su variedad. El resto de la producción poética de Shakespeare que nos ha llegado (Venus y Adonis, La Violación de Lucrecia, Lamento de un Enamorado, El Peregrino Apasionado, Sonetos a Diversas Notas de Música o El Fénix y la Tortuga) son poemas narrativos, o demasiado cortos, o... da igual. Son los sonetos los que son mejor considerados, y así opino yo.
Los Sonetos son además un enigma. Los 125 primeros tratan de un joven rubio, los últimos 28 de una dama morena (el 126 puede ser entendido como una especie de interludio). Amor homosexual, heterosexual, bisexual, simples poemas evocativos dedicados a nadie en concreto, todas las hipótesis han sido discutidas hasta la saciedad. Tal vez nunca sepamos la verdad. Tal vez no merezca la pena saberla. Porque lo que nos queda son unas composiciones preciosas y sorprendentes.

XXXII
If thou survive my well-contented day
when that churl death my bones with dust shall cover,
and shalt by fortune once more resurvey
these poor rude lines of thy deceased lover,
compare them with the bett'ring of the time,
and though they be outstripped by every pen,
reserve them for my love, not for their rhyme
exceeded by the height of happier men.
O the vouchsafe me but this loving thought:
"Had my friend's muse grown with this growing age,
a dearer birth than this his love had brought
to march in ranks of better equipage;
but since he died, and poets better prove,
theirs for their style I'll read, his for his love."

[Si sobrevives al día, grato,
en el que la muerte mis huesos de polvo cubrirá,
y por fortuna vuelves a leer
estos pobres versos de tu difunto amante,
compáralos con los mejores del tiempo,
y aunque sean tachados por toda pluma,
presérvalos por mi amor, no por su rima
superada por la altura de hombres más afortunados.
Entonces dedícame este cálido pensamiento:
"Si con la edad la musa de mi amigo hubiera envejecido,
una criatura mejor su amor hubiera criado
que en la compañía de los mejores iría;
pero muerto él, y con poetas mejor probados,
a éstos por su estilo leeré, a él por su amor."]

Sorprende su poco amaneramiento, lo alejados que están sus versos de los vicios de su época. [Me apresuro a añadir que, a diferencia de lo que acostumbro, esta vez no opto por la traducción literal. Shakespeare es moderno, pero aún así el lenguaje poético isabelino puede ser tan retorcido que una traslación literal se haría casi incomprensible. E insoportable. En cambio, Shakespeare es un escritor conceptual tan magnífico que traducir su concepto poético es, a la vez, hacerle justicia y homenaje.
Y son composiciones amorosas, cierto, pero que llevan mayor carga que la de los versos de amor. Véase si no este soneto, crítico con su sociedad:

LXVI
Tired with all these, for restful death I cry:
As, to behold desert a beggar born,
And needy nothing trimmed in jollity,
And purest faith unhappily forsworn,
And gilded honour shamefully misplaced,
And maiden virtue rudely strumpeted,
And right perfection wrongfully disgraced,
And strenght by limping sway disabled,
And art made tongue-tied by authority,
And folly, doctor like, controlling skill,
And simple truth miscalled simplicity,
And captive good attending captain ill.
Tired with all these, from these would I begone,
Save that to die I leave my love alone.

[Cansado de todo, la muerte invoco:
De ver que el merecimiento mendigo engendra,
Y la vanidad mísera alegremente ornada,
Y la fe más pura mesquinamente traicionada,
Y el dorado honor vergonzosamente desplazado,
Y la virginidad bastamente prostituida,
Y la correcta perfección caída en desgracia,
Y la fuerza por trampas reducida,
Y el arte amordazado por la autoridad,
Y la locura, doctorada, controlando el talento,
Y la sencilla verdad mal llamada simpleza,
Y el esclavo Bien sirviendo a su amo el Mal.
Cansado de todo, morir querría,
salvo que muriendo a mi amor solo dejaría.]

Y ya he dicho que era un poeta rabiosamente adelantado a su tiempo. Comprueben cómo mandaba al diablo las exageraciones poéticas de su época y componía un soneto extraordinariamente vivo hoy día:

CXXX
My mistress' eyes are nothing like the sun;
coral is far more red than her lips' red.
If snow be white, why then her breasts are dun;
if hairs be wires, black wires grow on her head.
I have seen roses damasked, red and white.
But no such roses see I in her cheeks;
and in some perfumes is there more delight
than in the breath that from my mistress reeks.
I love to hear her speak, yet well I know
that music hath a far more pleasing sound.
I grant I never saw a goddess go:
My mistress whe she walks trends on the ground.
And yet, by heaven, I think my love as rare
as any she belied with false compare.

[Los ojos de mi amada no son como soles;
el coral es mucho más rojo que sus labios.
Si la nieve es blanca, ¿por qué sus pechos son atezados?
Si los cabellos son metal, hilos de metal negro crecen en su cabeza.
He visto rosas de damasco, rojas y blancas,
pero ninguna rosa semejante veo en sus mejillas;
y en algunos perfumes hay más delicia
que en el aliento que mi amada exhala.
Adoro oírla hablar, pero bien sé
que la música tiene sonido más placentero.
Juro que no me he cruzado con ninguna diosa:
Mi amada cuando anda, pisa firme el suelo.
Y no obstante, por el Cielo, creo que mi amada vale tanto
como cualquiera a la que, mintiendo, se vaya comparando.

Texto original inglés de los Sonetos en Proyecto Gutenberg

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Brush Up Your Shakespeare, de Cole Porter

Que Shakespeare es un autor potente lo demuestran las veces en que sus obras han servido de inspiración a otros para conformar obras nuevas partiendo del canon shakespeariano.
En el caso que nos ocupa, Samuel y Bella Spewack decidieron realizar una comedia musical con canciones de Cole Porter: Kiss Me kate, en la que una compañía shakespeariana moderna que representa La Doma de la Furia sufre la misma situación paralela entre bastidores en la vida personal de los intérpretes. Fue un éxito descomunal en Broadway, tanto que se realizó la versión fílmica (Kiss Me Kate, 1953).
Hay en ella canciones que se relacionan más o menos con la obra de Shakespeare, pero hay una en concreto que es un homenaje, algo picarón, al bardo de Stratford: Brush Up Your Shakespeare (Pule tu Shakespeare, o Desempolva tu Shakespeare). Les pongo en situación. Dos gángsters persiguen a uno de los protagonistas y en esta acción se encuentran en el centro del escenario, contemplados por y contemplando al público. Y para disimular, empiezan a cantar una tonada en la que recomiendan desempolvar las citas de Shakespeare... para ligar con las chicas. El efecto humorístico se consigue de muchas formas aquí: teatro dentro del teatro, lo incongruente de dos gánsters ilustrados, el propósito de su ilustración, el público como parte activa, la letra, que llega a ser vodevilesca, y el hecho de que los matones empiezan a encontrarle el gusto a esto de cantar en público.
Aquí les dejo la letra en inglés, su traducción y un vídeo de una muy buena interpretación de esta pieza, por Michael McCormick y Michael Mulheren. Que disfrute. Y pulan su Shakespeare.

The girls today in society go for classical poetry
So to win their hearts one must quote with ease
Aeschylus and Euripides
One must know Homer, and believe me, Beau
Sophocles, also Sappho-ho
Unless you know Shelley and Keats and Pope
Dainty Debbies will call you a dope

But the poet of them all
Who will start 'em simply ravin'
Is the poet people call
The Bard of Stratford on Avon

Estribillo:
Brush up your Shakespeare
Start quoting him now
Brush up your Shakespeare
And the women you will wow

Just declaim a few lines from Othella
And they'll think you're a hell of a fella
If your blonde won't respond when you flatter 'er
Tell her what Tony told Cleopatterer

If she fights when her clothes you are mussing
What are clothes? Much ado about nussing
Brush up your Shakespeare
And they'll all kow-tow

{Estribillo}

With the wife of the British ambessida
Try a crack out of Troilus and Cressida
If she says she won't buy it or tike it
Make her tike it, what's more As You Like It

If she says your behavior is heinous
Kick her right in the Coriolanus
Brush up your Shakespeare
And they'll all kow-tow

{Estribillo}

If you can't be a ham and do Hamlet
They will not give a damn or a damlet
Just recite an occasional sonnet
And your lap'll have honey upon it

When your baby is pleading for pleasure
Let her sample your Measure for Measure
Brush up your Shakespeare
And they'll all kow-tow
And they'll all kow-tow
And they'll all kow-tow

{Estribillo}

Better mention "The Merchant Of Venice"
When her sweet pound o' flesh you would menace
If her virtue, at first, she defends---well
Just remind her that "All's Well That Ends Well"

And if still she won't give you a bonus
You know what Venus got from Adonis
Brush up your Shakespeare
And they'll all kow-tow
And they'll all kow-tow
And they'll all kow-tow

{Estribillo}

If your goil is a Washington Heights dream
Treat the kid to "A Midsummer Night's Dream"
If she then wants an all-by-herself night
Let her rest ev'ry 'leventh or "Twelfth Night"

If because of your heat she gets huffy
Simply play on and "Lay on, Macduffy!"
Brush up your Shakespeare
And they'll all kow-tow
And they'll all kow-tow
And they'll all kow-tow
And they'll all kow-tow


Las chicas de sociedad hoy día se pierden por la poesía clásica
De modo que para ganar sus corazones uno debe citar con facilidad
a Esquilo y Eurípides
Debe conocer a Homero y, créeme, a Beau
Sófocles, también a Safo-o
A menos de que conozcas a Shelley, a Keats y a Pope
las delicadas chicas te llamarán idiota.

Pero el poeta entre todos
que las hará delirar
es el poeta que todos llaman
el Bardo de Stratford-on-Avon

Estribillo:
Pule tu Shakespeare
Empieza a citarlo ya
Pule tu Shakespeare
Y a las mujeres cautivarás

Declámales sólo unas pocas líneas de Othello
y creerán que eres un tío grande
Si tu rubia no responde cuando le das coba
dile lo que Toni a Cleopatra

Si resiste cuando le desarreglas la ropa
¿Qué son las ropas? Mucho ruido y pocas nueces
Pule tu Shakespeare
y todas se inclinarán.

{Estribillo}

Con la esposa del embajador británico
Prueba un trozo de Tróilo y Cresida
Si dice que no admite ni toma,
haz que lo tome, lo que es más, Como Gustéis

Si dice que vuestro comportamiento es atroz
dale un puntapié en el Coriolano
Pule tu Shakespeare
Y todas se inclinarán

{Estribillo}

Si no puedes ser un comicastro y hacer Hamlet
No les importarás un pito o un carajo
Sólo recítales un ocasional soneto
y tu regazo será como miel sobre hojuelas

Cuando tu chica suplique el placer
Deja que pruebe tu Medida por Medida
Pule tu Shakespeare
Y todas se inclinarán
Y todas se inclinarán
Y todas se inclinarán

{Estribillo}

Mejor menciona "El Mercader de Venecia"
Cuando su dulce carne amenaces
Si su virtud, al principio, defiende... bien,
recuérdale que "A Buen Fin no Hay Mal Principio"

Y si todavía no te da el bonus
Ya sabes lo que Venus obtuvo de Adonis
Pule tu Shakespeare
Y todas se inclinarán
Y todas se inclinarán
Y todas se inclinarán

{Estribillo}

Si tu chica es un sueño de Washington Heights
Ofrécele a la niña "El Sueño de una Noche de Verano"
Si después quiere una noche toda para ella
deja que descanse cada oncena o Duodécima Noche [Noche de Reyes]

Si debido a tus ardores se pone enojadiza
Sólo sigue interpretando y "¡Yace, Macduffy!"
Pule tu Shakespeare
Y todas se inclinarán
Y todas se inclinarán
Y todas se inclinarán
Y todas se inclinarán

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Como Gustéis, de William Shakespeare

(As You Like It)
En El Mercader de Venecia - Como Gustéis
Ed. Espasa Calpe, col. Austral
Madrid, 1995 [c. 1599]
Trad. y ed. de Ángel-Luis Puente
y
En The Complete Works of William Shakespeare
Magpie Books/Robinson Publishing
Londres, 1993

La densidad temática y formal de las tragedias y los dramas históricos de Shakespeare han hecho que sus comedias hayan quedado relegadas, por lo general, a un segundo plano, como si fueran unos meros divertimentos sin trascendencia humana ni carga psicológica alguna.
Es un error, y buena prueba de ello es que El Mercader de Venecia, tratada desde siempre dentro del canon shakespeariano como una comedia, ha ido variando su consideración hasta ser calificada y representada como tragedia.
El caso es que los que menosprecian las comedias shakespearianas no saben lo que se pierden. Porque, por ejemplo, en Como Gustéis, Shakespeare se dedica a disparar contra todo lo que se mueve.
Realiza una sátira demoledora de la comedia pastoril, que tan en boga estaba en la Europa de la época, introduce en la misma el tema del et in Arcadia ego, prefigura de tal manera las formas modernas que La Flauta Mágica de Mozart (y buena parte de las óperas del XVIII y posteriores) no hubiese sido posible sin este precedente, ridiculiza la novela amorosa, introduce un personaje femenino, Rosalina, en la que vemos a una actriz haciendo de Rosalina haciendo de Ganimedes haciendo de Rosalina, pero que en su propia época, con papeles femeninos representados por hombres, veíamos a un actor que hacía de muchacha que hacía de muchacho que hacía de muchacha, lo que convierte al papel en un tour de force para el intérprete, de tanta carga como Hamlet. O la sátira despiadada de los malos versos isabelinos, realizada por el bufón de la comedia, Touchstone (sería un ejercicio curioso considerar las intervenciones de los bufones de Shakespeare):

«Entra Rosalina Leyendo.
Rosalina: «Desde el oeste a la China
no hay joya cual Rosalina.
El viento llama divina
la virtud de Rosalina.
Ni la pintura más fina
aventaja a Rosalina.
De tu recuerdo elimina
a quien no sea Rosalina.»
Touchstone: Así os rimo yo ocho años seguidos, menos las horas de comer, cenar y dormir. Suena a desfile de lecheras que van al mercado.
Rosalina: ¡Quita, bobo!
Touchstone: Una muestra:
Si el asno busca pollina
que él busque a su Rosalina.
Como al gato la minina,
le maullará Rosalina.
En invierno, la esclavina,
y a cubrir a Rosalina.
Cosecha y después trajina
y al carro con Rosalina.
Hay piel basta en fruta fina,
y esa fruta es Rosalina.
Y si en rosa él halla espina,
se clavará en Rosalina.
Así es el medio galope del verso. ¿Por qué dejáis que os contagie?
Rosalina: ¡Calla, so torpe! Los encontré en un árbol.
Touchstone: ¡Qué mal fruto da ese árbol!»

Y el personaje de Jacques o Jaime, el melancólico, que casi podría considerarse una ridiculización del melancólico Hamlet. No sería extraño en un autor que era capaz de reírse de sí mismo, caso de ser verdad que en esta obra se reservó el papel de William, un campesino patán.
El argumento no es lo de menos, pero es poco importante: sabemos que habrá una tensión narrativa entre deseos, que al fin serán realizados; habrán injusticias, que serán resueltas; las historias de amor tendrán final feliz, puesto que vamos a ver una comedia. Sin embargo, cómo transcurren y porqué medios son cosas que dejan atónito al espectador por su innovación y frescura. Personajes imponentes en su complejidad y dificultad interpretativa, recursos inimaginables en la época, unas innovaciones formales que cualquier autor se moriría por emular, todo ello es el bagaje patrimonial de una de esas pequeñas comedias de Shakespeare que hacen que el teatro muestre su enormidad aun desde el tema más nimio.

Texto original en inglés en Project Gutenberg

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Shakespeare, de Bill Bryson

(Shakespeare)
RBA Libros, col. RBA divulgación
Barcelona, 2009 [2007]

Olvídense de fárragos pesados y voluminosos, compuestos por lo general de conjeturas (muchas veces traídas por los pelos) y de interminables y exhaustivos análisis de todas y cada una de las obras de William Shakespeare.
Si quieren realmente conocer lo que sabemos sobre la vida del Bardo de Stratford, aplíquense en la lectura de estas breves y ágiles 183 páginas. Como dice el propio Bryson: «La idea que sustenta este libro es sencilla: se trata de determinar qué puede saberse de Shakespeare sin recurrir a la especulación.
»De ahí que sea tan delgado.»
Y lo prodigioso (o no tanto, conociendo la época) es que fehacientemente sepamos tan poco sobre un framaturgo y actor que alcanzó cierta notoriedad en su tiempo. Pero tal vez en aquella época fuera más importante la obra que el hombre. O tal vez Shakespeare fuera muy discreto. ¿Ven? ya estoy yo mismo especulando. De hecho, no sabemos siquiera cómo se escribe su nombre. De las seis firmas que dejó y se conservan no ha dos que coincidas: "Will Shaksp", "William Shakespe", "Wm Shakspe", "William Shaspere", "Willm Shakspere" y "William Shakspeare".
Lo que sí sabemos es un dato escalofriante. De las 3.000 obras de teatro que se estima fueron puestas en escena en Londres desde que Shakespeare nació hasta 1642, hay un 80% de las que sólo se conoce el título. No han sobrevivido más de unas 230 piezas de la época, incluidas las 38 del propio Shakespeare, que por sí solas constituyen un 15%. (Fenómeno que no es único de Inglaterra. No hace más de diez años que Lola Beccaria descubrió un inédito de Lope de Vega, El Otomano Famoso.)
En cualquier caso, lo que realmente sabemos de Shakespeare no da para 183 páginas, sino tan sólo para dos cuartillas. Pero Bryson (autor de Una Breve Historia de Casi Todo) cumple con estos datos y la adecuada introducción de los usos y costumbres de la época, a su historia y a las obras de William, componiendo una visión centrada en el poeta pero ilustrativa de su mundo.
El resultado es brillante. Es un libro realmente divertido y ágil, a la vez que exacto (conozco la época y el tema, y puedo dar fe), inmensamente documentado, y aunque Shakespeare siga siendo un misterio, por lo menos nos ayuda a centrarlo y a evitar las leyendas y conjeturas que se han creado respecto a él.
¡Ah! Y si tienen alguna duda de si Shakespeare era realmente el autor de las obras de William Shakespeare, lean el último capítulo de este libro. No he encontrado mejor refutación a todas las leyendas, urbanas o no, sobre la autoría shakespeariana.

Portada y sinopsis

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Macbeth, de William Shakespeare

En The Complete Works of William Shakespeare
Magpie Books/Robinson Publishing
Londres, 1993 [c.1606]

Empiezo una semana completa dedicada a William Shakespeare. ¿Por qué? Déjenme citarles unas palabras de la contraportada de las obras completas: «Aquí está el mundo en un solo libro; el mundo de Shakespeare, que toca fibras en los lectores de cualquier edad, sexo y nacionalidad.» O, puesto en palabras del propio Shakespeare, «Todo el mundo es un escenario y todos los hombres y mujeres meros actores: Tienen sus salidas y sus entradas y un hombre en su tiempo interpreta múltiples papeles.»
Y empiezo por Macbeth. Sé que Hamlet es la inmensa obra freudiana avant la lettre, la más famosa y representada, la quintaesencial shakespeariana, y que todo el mundo conoce el "ser o no ser: he ahí el dilema" (aunque suele evocarse, erróneamente, con la calavera de Yorick en las manos de Hamlet).
Se recuerda menos que la otra gran frase de Shakespeare, la de que "La vida es una historia contada por un idiota, llena de ruido y de furia, y que nada significa" es de Macbeth.
O que contiene otras menos conspicuas, pero suficientemente grandes: "I am in blood stepp'd in so far, that, should I wade no more, returning were as tedious as go o'er". ["He avanzado tanto en este mar de sangre que ya me es indiferente seguir adelante o retroceder"; cada lengua tiene su propia traducción de Shakespeare, puesto que, si bien en su inglés original es genial, la fuerza conceptual de Shakespeare es tan grande que sus palabras resuenan nuevas en cualquier otra lengua, y prácticamente exigen la mejor adaptación poética en destino.]
Y Macbeth, la no tan célebre Macbeth, es una obra tan densa en su psicología de personajes y situaciones que se yergue como un monumento insuperable, con el único inconveniente de que su autoría es la misma que la de Hamlet.
Macbeth es un profundo estudio sobre el poder y sus corrupciones, sobre el engaño, la maldad y la lealtad; y, sobre todo, acerca de la tentación. Macbeth y Banquo son saludados por tres brujas que se dirigen al primero por su título de señor de Glamis, por un título que no tiene, señor de Cawdor, y por un título imposible: "el que será rey"; y a Banquo como padre de reyes sin ser rey.
Esta asombrosa profecía no tardará en tener confirmación cuando Macbeth recibe el título de señor de Cawdor. Aquí se produce el punto de inflexión: Macbeth podría maravillarse de la predicción y esperar a que el destino, como ha hecho con el primer título, le dé la corona que le promete. Pero ahí se decide a forzar el azar mediante el crimen.
Tiene que asesinar al rey Malcolm, pero hay un detalle: Macbeth es un criminal, pero es un pusilánime. Necesitará la complicidad, apoyo y ánimos de su esposa para ponerse en acción. Algunos críticos, bastante idiotas, además de misóginos, han intentado cargar la responsabilidad del crimen en Lady Macbeth. No es así, y si bien su actuación es la del cómplice necesario, la intención y la acción son del propio Macbeth.
Cumplido el magnicidio, y desviadas las sospechas a los hijos de Malcolm, Macbeth, que ya ha forzado el destino, ahora se empeña en la locura de intentar corregir la profecía: es rey, pero, ¿de qué le sirve la corona si la dinastía que le suceda será la de Banquo? (Destaquemos, por contraste, la inocencia de Banquo: testigo de la profecía, no fuerza la mano para que se cumpla ni, cuando Macbeth es rey, se protege contra un atentado contra su vida y la de su hijo, actuando lealmente para con Malcolm y para con Macbeth). Obteniendo un éxito parcial en su intento de liquidar la estirpe de Banquo, Macbeth no tiene más alternativa que basar su gobierno en un baño de sangre. Y como ha forzado el destino, unas nuevas profecías que le dirán la verdad pero que no sabrá interpretar hasta que sea demasiado tarde, se reirán de él y le llevarán a su destino fatal.
Potente, enorme, incisiva, psicológica y bellísima, Macbeth es una obra genial, tanto más cuando se pone al lado de otras obras geniales de un autor prodigioso.

Texto original inglés en Proyecto Gutenberg

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Al Este del Edén, de Elia Kazan

SESIÓN MATINAL

(East of Eden); 1955

Director: Elia Kazan; Guión: Paul Osborn, basado en la novela de John Steinbeck; Intérpretes: Raymond Massey (Adam Trask), James Dean (Cal Trask), Julie Harris (Abra), Dick Davalos (Aron Trask), Jo Van Fleet (Kate), Burl Ives (Sam, el sheriff), Albert Dekker (Will Hamilton); Dir. de fotografía: Ted McCord; Música: Leonard Rosenmann; Dir. artística: James Basevi y Malcolm Bert.

O el Génesis reinterpretado, junto con algunas influencias de los mitos artúricos siempre presentes en la obra de John Steinbeck.
La historia de un joven que se rebela contra su padre y que descubre que su madre está viva y regenta un burdel en las cercanías, es decir, Caín y Abel puestos al día.
Hace poco escuchaba el discurso de entrega y aceptación del Oscar honorífico a Elia Kazan, y lo definían como el director que lideró una escuela cinematográfica basada en la interpretación psicológica y el conductismo. Nada más cierto. Kazan fue el director emblema de esa generación de actores, el que mejor sintonizó con los rebeldes con y sin causa del Actors Studio. Supo dar vehículo al estrellato a los jóvenes, pero manteniendo toda una serie de actores que, tal vez sin método, pero con experiencia, demostraron que podían sintonizar con cualquier registro.
No ha habido actor más conductista que James Dean (salvo, tal vez, Marlon Brando), y, probablemente, de su corta carrera esta es su mejor película e interpretación, en una cinta tensa y que fascina por su reminiscencia de nuestros mitos ancestrales llevados a situaciones contemporáneas.

Tráiler:

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Las Cosas Nuestras de Cada Día, de Charles Panati

(Extraordinary Origins of Everyday Things)
Ediciones B
Barcelona, 1988 [1987]
Ilustraciones de Fernando Krahn

Dentro de la tendencia de la "pequeña historia", Panati nos lleva de la mano al origen de objetos y costumbres, desde las supersiticiones a la despensa, el calendario, los objetos de mesa, la cocina, la casa y su entorno, los cuentos infantiles, el cuarto de baño y los artículos de tocador, el botiquín, la indumentaria, el dormitorio y los juegos.
Así, nos enteramos de que la herradura de la suerte tiene su origen en la Grecia del siglo IV, la fórmula "amén" en el Egipto del 2500 a. C., los Reyes Magos en la Europa del siglo IV, que los modales en la mesa provienen del Próximo Oriente en el 2500 a. C., que el cuchillo de mesa es invento del cardenal Richelieu, la cafetera se origina en la Francia de 1800, la plancha para ropa es invento griego del siglo IV a. C., que "La Cenicienta" es un cuento chino del siglo IX, la dentadura postiza invento etrusco del 800 a. C., que las gafas de sol son anteriores al siglo XV y eran empleadas en China, etc. Entre una miríada de otros inventos.
Pero su valor es más que el ser un catálogo; con estilo ameno y ágil, pero que no renuncia a la veracidad histórica, el resultado es a menudo sorprendente. Por ejemplo, las gafas de sol no estaban destinadas para amortiguar el resplandor del sol, sino para ocultar la expresión de los ojos de los jueces chinos en los tribunales.
Tampoco se deja llevar por algunas leyendas: el mito (absurdo) de que los zapatos no tuvieron distinción entre pie derecho e izquierdo hasta mediados del siglo XVIII. Semejante estupidez tiene un origen, sin embargo, y es que en los primeros tiempos de las colonias americanas los artesanos sólo ofrecían zapatos sin distinción de pie; resultado: los ricos importaban el calzado de Inglaterra. Y esta idiotez manufacturera, que forzosamente debió caer en desuso con rapidez, ha dado origen a otra estupidez, defendida con seriedad por historiadores de alto copete, la de que nuestros antepasados eran imbéciles, no sabían la distinción entre pie derecho e izquierdo, y padecían un crónico dolor de pies.
La amenidad en estos aspectos sirempre es bienvenida; pero lo es más cuando el autor sabe comprender que la verdad no estropea historias maravillosas, antes bien, las vuelve mejores aún.
Una mención y homenaje a la vez a las ilustraciones del desparecido Fernando Krahn (1935-2010), que añaden valor cómico y reflexivo a este libro y que muestran su aprecio y su maestría en lograr el efecto deseado únicamente por la imagen. Descanse en paz.

Web (en inglés) de Charles Panati

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Liquidació, de Imre Kertész

(Felszámolás)
Eds. 62, col. Les Millors Obres de la Literatura Universal - Segle XX
Barcelona, 2004 [2003]

La estructura de Liquidación es notable: B. (o Be) es un superviviente de Auschwitz nacido en el campo de exterminio y escritor que se ha suicidado a principios de los 90, cuando tiene lugar la acción de esta novela. Su amigo Keserű ha podido rescatar, antes que lo haga la policía, sus obras, y entre ellas se encuentra una pieza teatral, "Liquidación", muy peculiar, en el sentido de que describe con todo detalle lo que sucede después de la muerte de B., no en un sentido general y profético, sino en el individual y concreto (la primera escena que leemos es la reacción ante el suicidio de B. por parte de los amigos del escritor, entre ellos el propio Keserű).
A partir de esta premisa de vértigo, el lector se ve inmerso en una narración en la que es difícil discernir si se está leyendo una novela que se refiere a una obra de teatro o si se asiste a una obra dramática que contiene una novela.
Sería ya notablemantener una narración sobre esta premisa, pero Kertész no se conforma con ello. En efecto, Keserű está convencido de que B. debe haber escrito una obra maestra, en consonancia y consecuencia a sus otros escritos, una obra que explique la circunstancia vital (y mortal) de B. y que sea resumen y cúspide del mundo visto a través de los ojos de B. partiendo de su experiencia de Auschwitz, una que conforma la sociedad. Y sin embargo, esta obra no aparece, no se encuentra entre los escritos de B. Keserű la buscará de forma incesante.
Sobre esta obra que puede o no existir (o que puede que el protagoniste obvie aunque la tenga delante), Kertész produce una novela profundamente simbólica (que no simbolista), que se refiere de continuo a sí misma, pero que reflexiona de forma despiadada sobre la liquidación, no ya de personas, sino de conceptos y de la memoria, de la historia incluso. Se refiere a unos mendigos, pero la siguiente frase puede ser aplicada a múltiples temas:
«En esos hombres la melancolía no tenía razón de ser, ya que no guardaban recuerdos ─los habían perdido o los habían liquidado; así pues, en realidad no tenían pasado─; era cierto que tampoco tenían futuro. Vivían en un estado de presente continuo, en el cual la pura existencia es inmediata y al mismo tiempo es la única realidad perceptible ─sea en las más variadas formas de preocupaciones, penurias, incluso la alegría momentánea de haberse salvado. Eran hombres sin historia».
Kertész compone una obra densa y reflexiva, que se refiere de continuo a un concepto que Jorge Semprún trazó con claridad, con toda la claridad que ese concepto puede tener: lo invivible que a su vez es indecible e inenarrable y que, por todo ello, se convierte en incomprensible, inaprehensible salvo para el propio protagonista.

Portada y sinopsis de la edición castellana