Cómo No Escribir una Novela, de Howard Mittelmark y Sandra Newman

(How Not to Write a Novel)
Ed. Seix Barral
Barcelona, 2010 [2008]

Subtitulada como "200 errores clásicos y cómo evitarlos", hay que decir que este texto, dirigido a todos aquellos que quieren convertirse en escritores, es decir aproximadamente el 95% de la población (el 110% si contamos aquellos que escriben con seudónimo), se distingue de otros libros similares en que plantea temas reales del mundo editorial, a diferencia de otros que establecen sus enseñanzas en un terreno difuso y muy espiritual (no tan espirituales, sin embargo, a la hora de que el comprador apoquine sus dieciocho o veinte machacantes en la compra de semejante maravilla); no, aquí los temas van desde "la trama" hasta "cómo no venderle un libro a una editorial", pasando por los personajes, el estilo, la voz narrativa, los mundos de las malas novelas y la experimentación. Todos sus capítulos repletos de ejemplos, bastante divertidos, de cómo no hacer las cosas.
Lo mejor que puede decirse de este libro es que cualquier lector editorial (y yo lo he sido) reconoce los casos que plantea, y que son los que hacen naufragar al 90% de las novelas independientemente de lo que cuenten. En suma, que es útil. Cosa rarísima en este género.
Déjenme decirles unas cuantas cosas acerca del cúmulo de libros que aparecen sobre el tema, y que suelen asemejarse a las versiones literariófilas de "¿Quién se ha llevado mi queso?". En primer lugar, asegúrense de quién lo escribe. Si el autor no les suena de nada (y suele ser el caso), comprueben su biografía: puede ser un agente literario o un editor respetable, y en ese caso pueden darle una oportunidad. La experiencia es un grado, y uno que puede ser valioso. Pero si no es así, deséchenlo. Puede ser posible que alguien perciba a la perfección lo que constituye lo esencial del toreo, pero una cosa es el toreo de salón y otra muy distinta ponerse delante del morlaco. Si, en cambio, eel autor es escritor, vayan a la biblioteca más cercana (ni se les ocurra comprar un libro suyo... todavía) y agénciense una de sus novelas. Si les gusta, adelante, compren el manual (esta vez sí) y sigan sus consejos. Probablemente empezarán haciendo clónicos de ese autor, pero eso ya no es culpa de él, y por otro lado el escritor (usted) tiene que poner algo de su parte... Si no les gusta esa novela dichosa, en cambio, desechen también el manual. Sencillamente, su autor cree que posee el saber universal. Tal vez sea así, pero es muy probable que carezca también de sentido (auto)crítico.
Huyan de los libros con palabras como "eficaz", "éxito", etc. en la portada o contraportada. La única eficacia que demuestran es en su intento de conseguir con éxito el dinero de los incautos compradores, a beneficio de un editor y un autor que aspira, sí, a convertirse en "éxito" (y rico).
En el caso de que el autor o autores pasen estos filtros, la evaluación de calidad todavía no ha terminado. Muchos de estos manuales no son sino métodos para redactar, libros utilísimos y que, proporcionados en cantidades suficientes al estamento judicial, la administración pública y la prensa deportiva, redundarían en beneficio de la comunidad. Sin embargo, escribir no es sólo redactar, y si ven que uno de estos autores pierde demasiado tiempo y páginas con las normas de acentuación y gramaticales, fuera con él. El futuro escritor ya debe manejar bien esas cuestiones. En un libro de escritura creativa, eso es tan prescindible como un capítulo sobre mecanografía.
Acto seguido, consulten el índice y vayan a los capítulos dedicados a la narración en primera persona, en segunda y en tercera. (A estas alturas, el librero puede que empiece a mirarlo con desconfianza; tenga piedad de él: vuelva al día siguiente a completar su investigación.) Si entiende lo que está leyendo, es decir, el autor sabe expresarse con claridad en estos temas, acaba de encontrar un texto que probablemente tenga algo útil que decirle. Pero no se engañe, amigo: le aseguro que no le bastará un solo libro, porque el camino de la sabiduría es largo, y nadie tiene la ciencia infusa; hay libros que ponen el acento en la cuestión editorial; otros, en la redacción de diálogos; otros, en el estilo en general.
Sobre el libro que comentamos hoy, dos precisiones más: su finalidad última es la novela comercial, no la "literaria" a la europea. No lo desdeñen tan rápido. Para llegar a lo que uno quiere escribir, primero hay que escribir bien. Aprovechen las lecciones de escritura y después evolucionen su estilo hasta que sea el suyo y el que consideran apropiado para contar lo que quieren relatar. Por poner un símil, acuérdense de cómo aprendieron caligrafía en la escuela y después desarrollaron su propia grafía.
Y segunda, este libro es divertido, pero estoy seguro de que lo era mucho más en su lengua original, y que hubiese conservado esa diversión de no haberse empeñado alguien en efectuarle una de esas traducciones "adaptadas" del slang a un pseudocheli que suena falso en primer lugar y caduca a los quince días en segundo. Por emplear una gracieta que le encanta al traductor, "ya te vale, colega" ya no lo dice ni mi sobrino de seis años.

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Sandra Newman | Howard Mittlemark

Página web del libro (en español)

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2 comentarios:

Magda dijo...

Este manual que describes me ha recordado alguna novela de Ray Bradbury en la que los personajes disfrutan copiando, página a página, sus libros favoritos.

No sé si valdrá éso de cara a mejorar un escrito, en pintura se hace mucho, copiar distintos cuadros para practicar la técnica.

Un saludo.

Lluís Salvador dijo...

Hola, Magda:
Vale. Vale por dos cosas, y siempre que se realicen: Primera, si la copia es consciente y el que la realiza se "fija". en los recursos estilísticos, en la composición, en el equilibro de las frases, en la dialogación; y siempre proporciona (aunque sea a base de una "lectura" muchísimo más lenta y a veces exasperante) una visión más profunda de la obra y de su estilo.
Y segundo, se trata de algo más sutil. No de convertirse en Pierre Menard, antes bien de ejercitarse cogiendo una obra y modificándola según tus capacidades. Un ejercicio también duro, porque el resultado no es una obra tuya, pero que puede resultar de provecho pedagógico. Pero hay que ser muy crítico con uno mismo para hacerlo bien.
Un saludo!