Las Cosas Nuestras de Cada Día, de Charles Panati

(Extraordinary Origins of Everyday Things)
Ediciones B
Barcelona, 1988 [1987]
Ilustraciones de Fernando Krahn

Dentro de la tendencia de la "pequeña historia", Panati nos lleva de la mano al origen de objetos y costumbres, desde las supersiticiones a la despensa, el calendario, los objetos de mesa, la cocina, la casa y su entorno, los cuentos infantiles, el cuarto de baño y los artículos de tocador, el botiquín, la indumentaria, el dormitorio y los juegos.
Así, nos enteramos de que la herradura de la suerte tiene su origen en la Grecia del siglo IV, la fórmula "amén" en el Egipto del 2500 a. C., los Reyes Magos en la Europa del siglo IV, que los modales en la mesa provienen del Próximo Oriente en el 2500 a. C., que el cuchillo de mesa es invento del cardenal Richelieu, la cafetera se origina en la Francia de 1800, la plancha para ropa es invento griego del siglo IV a. C., que "La Cenicienta" es un cuento chino del siglo IX, la dentadura postiza invento etrusco del 800 a. C., que las gafas de sol son anteriores al siglo XV y eran empleadas en China, etc. Entre una miríada de otros inventos.
Pero su valor es más que el ser un catálogo; con estilo ameno y ágil, pero que no renuncia a la veracidad histórica, el resultado es a menudo sorprendente. Por ejemplo, las gafas de sol no estaban destinadas para amortiguar el resplandor del sol, sino para ocultar la expresión de los ojos de los jueces chinos en los tribunales.
Tampoco se deja llevar por algunas leyendas: el mito (absurdo) de que los zapatos no tuvieron distinción entre pie derecho e izquierdo hasta mediados del siglo XVIII. Semejante estupidez tiene un origen, sin embargo, y es que en los primeros tiempos de las colonias americanas los artesanos sólo ofrecían zapatos sin distinción de pie; resultado: los ricos importaban el calzado de Inglaterra. Y esta idiotez manufacturera, que forzosamente debió caer en desuso con rapidez, ha dado origen a otra estupidez, defendida con seriedad por historiadores de alto copete, la de que nuestros antepasados eran imbéciles, no sabían la distinción entre pie derecho e izquierdo, y padecían un crónico dolor de pies.
La amenidad en estos aspectos sirempre es bienvenida; pero lo es más cuando el autor sabe comprender que la verdad no estropea historias maravillosas, antes bien, las vuelve mejores aún.
Una mención y homenaje a la vez a las ilustraciones del desparecido Fernando Krahn (1935-2010), que añaden valor cómico y reflexivo a este libro y que muestran su aprecio y su maestría en lograr el efecto deseado únicamente por la imagen. Descanse en paz.

Web (en inglés) de Charles Panati

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