Como Gustéis, de William Shakespeare

(As You Like It)
En El Mercader de Venecia - Como Gustéis
Ed. Espasa Calpe, col. Austral
Madrid, 1995 [c. 1599]
Trad. y ed. de Ángel-Luis Puente
y
En The Complete Works of William Shakespeare
Magpie Books/Robinson Publishing
Londres, 1993

La densidad temática y formal de las tragedias y los dramas históricos de Shakespeare han hecho que sus comedias hayan quedado relegadas, por lo general, a un segundo plano, como si fueran unos meros divertimentos sin trascendencia humana ni carga psicológica alguna.
Es un error, y buena prueba de ello es que El Mercader de Venecia, tratada desde siempre dentro del canon shakespeariano como una comedia, ha ido variando su consideración hasta ser calificada y representada como tragedia.
El caso es que los que menosprecian las comedias shakespearianas no saben lo que se pierden. Porque, por ejemplo, en Como Gustéis, Shakespeare se dedica a disparar contra todo lo que se mueve.
Realiza una sátira demoledora de la comedia pastoril, que tan en boga estaba en la Europa de la época, introduce en la misma el tema del et in Arcadia ego, prefigura de tal manera las formas modernas que La Flauta Mágica de Mozart (y buena parte de las óperas del XVIII y posteriores) no hubiese sido posible sin este precedente, ridiculiza la novela amorosa, introduce un personaje femenino, Rosalina, en la que vemos a una actriz haciendo de Rosalina haciendo de Ganimedes haciendo de Rosalina, pero que en su propia época, con papeles femeninos representados por hombres, veíamos a un actor que hacía de muchacha que hacía de muchacho que hacía de muchacha, lo que convierte al papel en un tour de force para el intérprete, de tanta carga como Hamlet. O la sátira despiadada de los malos versos isabelinos, realizada por el bufón de la comedia, Touchstone (sería un ejercicio curioso considerar las intervenciones de los bufones de Shakespeare):

«Entra Rosalina Leyendo.
Rosalina: «Desde el oeste a la China
no hay joya cual Rosalina.
El viento llama divina
la virtud de Rosalina.
Ni la pintura más fina
aventaja a Rosalina.
De tu recuerdo elimina
a quien no sea Rosalina.»
Touchstone: Así os rimo yo ocho años seguidos, menos las horas de comer, cenar y dormir. Suena a desfile de lecheras que van al mercado.
Rosalina: ¡Quita, bobo!
Touchstone: Una muestra:
Si el asno busca pollina
que él busque a su Rosalina.
Como al gato la minina,
le maullará Rosalina.
En invierno, la esclavina,
y a cubrir a Rosalina.
Cosecha y después trajina
y al carro con Rosalina.
Hay piel basta en fruta fina,
y esa fruta es Rosalina.
Y si en rosa él halla espina,
se clavará en Rosalina.
Así es el medio galope del verso. ¿Por qué dejáis que os contagie?
Rosalina: ¡Calla, so torpe! Los encontré en un árbol.
Touchstone: ¡Qué mal fruto da ese árbol!»

Y el personaje de Jacques o Jaime, el melancólico, que casi podría considerarse una ridiculización del melancólico Hamlet. No sería extraño en un autor que era capaz de reírse de sí mismo, caso de ser verdad que en esta obra se reservó el papel de William, un campesino patán.
El argumento no es lo de menos, pero es poco importante: sabemos que habrá una tensión narrativa entre deseos, que al fin serán realizados; habrán injusticias, que serán resueltas; las historias de amor tendrán final feliz, puesto que vamos a ver una comedia. Sin embargo, cómo transcurren y porqué medios son cosas que dejan atónito al espectador por su innovación y frescura. Personajes imponentes en su complejidad y dificultad interpretativa, recursos inimaginables en la época, unas innovaciones formales que cualquier autor se moriría por emular, todo ello es el bagaje patrimonial de una de esas pequeñas comedias de Shakespeare que hacen que el teatro muestre su enormidad aun desde el tema más nimio.

Texto original en inglés en Project Gutenberg

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