Ellos, de Rudyard Kipling

(They)
En El Mejor Relato del Mundo y Otros No Menos Buenos (Maugham's Choice of Kipling's Best)
Ed. Sexto Piso, col. Narrativa
México/Madrid, 20072 [1904]
Selección y prólogo de William Somerset Maugham

Este es un cuento de fantasmas, uno pausado y suave, muy en la línea de la tradición victoriana de las ghost stories, y uno que, por ambientación y tono, puede recordar a Otra Vuelta de Tuerca, de Henry James (pero no asemejarse, ni superar; en sus implicaciones y motivos, el relato de James es mucho mejor).
En un viaje por el campo en automóvil, el protagonista va a parar a una mansión en la que habita una dama ciega, con sus criados y unos misteriosos niños que apenas se dejan ver.
Esos breves y lejanos vislumbres no son sino producto de lo que sospechamos, y es que esos niños son fantasmas que han hallado refugio en la casa de la dama que, sin hijos propios, puede darles ese amor que encuentran a faltar.
Dicho así, el relato parece insignificante, pero como siempre, Kipling sabe hacerlo progresar de lo bucólico a lo feérico hasta llevarlo a lo íntimo y desolador a la vez.
Atmosférico, procediendo por implicación más que por aseveración, y sin tener tanta carga interior como otras ghost stories, Ellos logra transmitir una enorme piedad por los niños muertos, sean estos los del relato o no, y por el vacío que dejan en los vivos su desaparición. Dice Maugham: «Kipling escribió un relato exquisito. A algunos les ha resultado oscuro, a otros sentimental. Uno de los riesgos que afronta el escritor de ficción es el peligro de deslizarse desde el sentimiento hasta la sentimentalidad. La diferencia entre lo uno y lo otro es sutil. Podría darse el caso de que la sentimentalidad fuera mero sentimiento que casulamente no nos agrada. Kipling tenía el don de conmover y provocar las lágrimas, aunque a veces, en sus relatos no destinados al público infantil, en los que sin embargo trata del mundo infantil, sean lágrimas que a uno le causan molestias. No hay nada oscuro en Ellos. A mi entender, no hay nada siquiera sentimental.»

Texto original inglés del relato

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