Viaje al Oeste. Las Aventuras del Rey Mono, anónimo chino del siglo XVI
(Hsi-You Chi)
Eds. Siruela, 2004 [1592]
Ed. y trad. de Enrique P. Gatón e Imelda Huang-Wang
La transmisión intercultural siempre ha sido asunto difícil, y buena prueba de ello es este texto. Viaje al Oeste puede ser comparado al Quijote de la cultura china. Pues bien, este libro no ha sido traducido al castellano hasta 1992.
Esta obra monumental (2.260 páginas), inmensurablemente popular en China y los países de tradición budiasta zen y sintoísta, es, a la vez, una novela de aventuras, una novela iniciática y un texto sincretista del budismo, el taoísmo y el confucianismo.
Aparte otras subdivisiones, el libro tiene una primera parte que describe las aventuras del travieso y anárquico Rey Mono, y de cómo, por desfachatez y orgullo, provoca el caos hasta en el mismísimo cielo, hasta que una bodhisattva consigue dominarlo y encerrarlo en una montaña.
La segunda son los orígenes de Tripitaka, un monje budista que emprenderá la peregrinación hacia el oeste en busca de textos sagrados budistas y que, bendecido y protegido por los inmortales, tendrá como compañero y guardián a ese mismo Rey Mono, que se redimirá de sus faltas y carencias en esta peregrinación.
La tercera será la llegada al reino de Buda de los los eregrinos y las enseñanzas y revelaciones que tendrán allí.
Contado así, parecería que este es un libro más religioso que otra cosa. No tal. Las aventuras son continuas, unas picarescas y otras guerreras, y no hay grandes distancias entre los capítulos en los que el Rey Mono no tenga que recurrir a su barra de hierro o a sus poderes para preservar la integridad del santo aunque imperfecto Tripitaka frente a monstruos sin cuento, criaturas mitológicas u hombres envidiosos y malvados.
Este hecho lo convierte en lectura amena para todas las edades, y no es de extrañar entonces su pervivencia a través de los siglos. Pero también es fundamental en este hecho (que tanto desconcierta a los occidentales) ese sincretismo que les mencionaba. Viaje al Oeste nos presenta un Cielo confuciano imbuído de piedad budista, con una progresión hacia el Tao (muy similar al Nirvana) necesaria y recomendable para el ser humano, entendido como tal desde la óptica oriental, claro está.
Es un logro notable, y más teniendo en cuenta que en Europa, en la misma época, las naciones discutían a golpe de cañón si la Eucaristía tenía un sentido literal o de mera conmemoración.
Viaje al Oeste recoge antiguas leyendas chinas, tradiciones de todas clases, y sin embargo nos las presenta como un todo completo y coherente, entretenido de forma y trascendente en el fondo, y es una de las pocas obras con las que los occidentales podemos llegar a atisbar los entresijos de la mentalidad y filosofía orientales. Léase, como todos los clásicos, con un poco de paciencia, pero la diversión está asegurada. Así como el alimento con el que saciar la curiosidad.
Portada y sinopsis