Tan Fuerte, Tan Cerca, de Jonathan Safran Foer

(Extremely Loud & Incredibly Close)
Random House Mondadori/Ed. Lumen, col. Narrativa
Barcelona, 2005 [2005]
Ilustraciones de Debra Meltzer, Christopher Moisan y Anne Chalmers

A estas alturas de blog, confío en que me permitan ponerme sentimental. Sentimental y no sentimentaloide, dos campos separados por una línea tan fina que es muy difícil no rebasarla.
Tan Fuerte, Tan Cerca es la historia de Oskar Schell, un niño de nueve años, muy sensible, que perdió a su padre el 11 de septiembre de 2001 en las Torres Gemelas de Nueva York. Un día rompe un jarrón y dentro encuentra un sobre con la palabra "Black" escrita en él y una llave en su interior. ¿Podría ser este objeto una especie de legado de su padre? ¿Un secreto? ¿La primera pista de una búsqueda? Es posible, o así lo cree Oskar, y así es como empezará una aventura por Nueva York, buscando entrevistarse con todos los Black de la guía telefónica, persiguiendo un sueño.
Esto es terreno peligroso, como ya he dicho. Uno en el que es fácil caer en el lamento, la manipulación del lector, la imposición de la piedad y el dolor. Nada de eso hay en esta novela. Lo que hay es una historia iniciática, en un ambiente maravilloso con la historia de la familia de Oskar envolviendo a esta su aventura y su pérdida.
Foer consigue emocionar, trazar la ruta sentimental de la pérdida del padre de Oskar y sus relaciones con su madre, su abuela, su desconocido abuelo y las personas que conformarán un retrato de un Nueva York conmovido pero en marcha, de buenas gentes (o que lo son momentáneamente ante las circunstancias de Oskar, no nos engañemos). Un libro repleto de historias, porque la ciudad es diecinueve millones de historias, bien trazado, estructurado, tierno pero sin concesiones, muy bien escrito y muy bien fundamentado.
¿Quieren la prueba del nueve de la literatura? Muy bien, aquí está: es la segunda vez que leo este libro. La primera me encantó. Es esta posterior lectura, Foer ha reproducido esos sentimientos y sensaciones. Y, pese a conocer el final, el cuerpo de esta novela me ha vuelto a interesar por sus historias y sus detalles. Tener un libro así en el estante es ir más allá del puro consumo de una historia. Significa tener algo de la humanidad entre dos cubiertas de cartón. Y si puede volver a apelar a los sentimientos, eso quiere decir que puede hacerlo porque son auténticos.

Portada y sinopsis

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4 comentarios:

WODEHOUSE dijo...

Doy fé que es un libro que te conmueve, te atrapa y no es ñoño. es real y es a la vez una aventura, una pesadilla y ese chaval te toca el alma. Es también un collage de muchas cosas pero sobre todo un conjunto de soledades que tratan de salir a flote. Me encantó y sorprendió, lo tengo a buen racaudo. Un saludo.
Este es mi blog.
http://pilarsmp.blogspot.com/

Víctor dijo...

Para las estadísticas, si te sirve de algo Lluis:
La gente de Nueva York es, en general, buena gente. Al contrario, lamento decirlo, que la de gente de Philadelphia, la ciudad del "amor fraternal", pero que no honra ese eslogan. He visto en New York gente buena y descortés, pero buena; en Philadelphia las he visto descortés y "maluca". En esto concuerdan mi esposa y mi hija de 7 años.

Lluís Salvador dijo...

Hola, Wodehouse:
En primer lugar, bienvenida. Comenta, sugiere, critica lo que quieras con total libertad.
Y gracias por el refrendo de tu opinión, que es la mía. Foer me encantó en esta primera lectura, en la segunda, y me motivó para leer su primera novela, es decir que en estos momentos ya he pasado por sus obras completas.
He pasado un poco por tu blog. En cuanto tenga un poquito de tiempo, me meto algo más a fondo y te saludo allí.
Un saludo muy cordial!

Lluís Salvador dijo...

Hola, Víctor:
Eso es lo que dicen sobre la gente de Nueva York, y estoy dispuesto a creerlo. Aunque sigue sorprendiendo (y admirando), desde la distancia, semejante carácter de las gentes. Pero mi disposición a esta fe viene corroborada por otros testimonios. Hace un año, una emisora de Barcelona envió a un filósofo y musicólogo, Bernat Dedéu, a Nueva York, aprovechando que iba a estudiar, y le sacó el jugo con esas crónicas que son casi más valiosas que las de un corresponsal de prensa habitual, es decir, las de la vida, la visita a los barrios, la inmersión en la ciudad, etc. Y la opinión que expresaba y que me trascendió fue la misma que expresas tú. Y, de paso, la que expresa Foer. Confieso que el paréntesis lo puse porque en Nueva York, como en todos lados, debe haber gente de todo tipo. Pero quedé convencido de que la amabilidad era una norma del neoyorquino medio.
Un saludo a tu familia, con mi afecto, que te incluye.