El Extranjero, de Albert Camus

(L'Étranger)
Eds. Orbis/Ed. Origen, col. Historia Universal de la Literatura
Barcelona, 1982 [1947]

Meursault (un francés nacido y residente en Argel) acude al funeral de su madre, a la que apenas le unía nada, puesto que nada tenían que decirse. Al día siguiente, se une a una chica, María, sin ningún proyecto de futuro, sólo por una vaga atracción inmediata. El lunes va al trabajo, donde rechaza un ascenso y el traslado a París, declarando que tal cambio le es indiferente. Conoce a Raimundo, al que hace un favor, no por nada en especial, sino por una especie de apatía de la que se deja llevar. Un fin de semana, María y Meursault van a la casa de la playa de un amigo de Raimundo. Allí, unos argelinos se enfrentan con Raimundo. En un paseo posterior, Meursault se encuentra con uno de estos árabes, que muestra una navaja. Meursault, a su vez, empuña una pistola y lo mata.
La segunda parte de la novela es el arresto, proceso y condena a muerte de Meursault. Éste espera que se juzguen las circunstancias de esta muerte, pero en lo que se hallará inmerso es en un juicio a su propia vida; incluso menos: su vida aparente, en relación con los demás. Y esta será rechazada, extrañada, despreciada por su falta de implicación en la sociedad, por su rechazo al fingimiento o al disimulo. Uno casi diría que se le condenará a muerte por haberse tomado un café con leche en el velatorio de su madre.
A todo esto Meursault se muestra indiferente. De hecho, su actitud vital es la indiferencia.
Novela existencialista, Meursault no es por sí mismo, sino por lo que hace. El propio protagonista acabará comprendiendo, sorprendiéndose y aceptando esto: «Para que todo sea consumado, para que me sienta menos solo, me quedaba esperar que el día de mi ejecución haya muchos espectadores y que me reciban con gritos de odio». Él quiere seguir siendo él, pero eso es un callejón sin salida, puesto que no será considerado como tal, sino por las acciones, y por lo que los demás piensen de esas acciones.
Alegato contra la pena de muerte, en defensa del individuo y de sus características, ataque contra la hipocresía social, que es parte integrante de la sociedad, pesimista hasta las últimas consecuencias, en tanto nadie es libre de los demás, en tanto la indiferencia de Meursault es inadmisible para sus congéneres, esta novela enigmática y terrible como su mismo protagonista es una deconstrucción de la violencia que esta sociedad ejerce contra el individuo y su mundo propio, en paz o en conflicto consigo mismo, pero en cualquier caso inadmisible si uno se sitúa frente a los demás como extraño, como extranjero.

Portada y sinopsis

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3 comentarios:

Anónimo dijo...

¿Qué puede uno decir? Nouvelle genial, magistral.

Justo en estos días debo redactar un artículo para un seminario sobre cultura y comunicación, y lo iba a hacer sobre Habermas y su teoría de la comunicación, relacionada con las nuevas tecnologías, pero lo que has dicho en esta reseña me hace pensar en hacerlo en relación con esta obra. Veré cómo anda el ánimo y el tiempo.

Saludos.

Magda dijo...

Creo que lo leí como lectura obligada de la asignatura de filosofía, en el instituto, y me conmovió la situación en la que no nos engañemos nos podemos ver cualquiera y el personaje, como resignado a la mala fortuna que le ha tocado y a verse condenado.

No se si seguirá siendo lectura obligada este siglo... ;) pero debería serlo.

Un saludo Lluis!

Lluís Salvador dijo...

Hola, Asterión:
No es mala idea, aunque de hecho se podrías hacer AMBOS artículos, pero me interesa esta relación que estableces. Mantenme informado.
Por descontado, esta obra, cada vez que la leo me da motivos de reflexión, de modo que no me extraña que haya provocado el estímulo (no lo que yo digo, por Dios, sino el recuerdo que tienes de la obra de Camus). Lo curioso es que esta reflexión siempre es interrogativa, un continuo replanteamiento de la posición del individuo en la sociedad. Y sin pasar de moda...
Insisto, si los ánimos y el tiempo acompañan, ya me dirás.
Un saludo!

Hola, Magda:
Buen profesor ese... por lo menos no os torturó con otras cosas. Y lo que dices de resignación... No creo que sea exactamente eso. Indiferencia sí. Pero lo que desconcierta es que la siga manteniendo incluso después de ver que esa misma indiferencia le va a llevar a la guillotina. Habría matices que hacer, sin duda, dependiendo de la lectura de cada uno. Los grados de sorpresa que muestra en el descubrimiento del modus operandi de la sociedad, por ejemplo. O la conclusión de que por qué tiene que integrarse. A Meursault, la independencia (ideal) le cuesta la vida. Es una violentación de todos los principios, incluyendo los de la revolución francesa... En fin, que estaríamos horas hablando de esta novela.
Un saludo!