Pensaments, Judicis i Sentències, de Nèstor Luján

Ed. La Campana
Barcelona, 19962 [1996]

Pasé hace pocos días frente a este volumen y me vi aquejado de un ataque de añoranza. Y también de un sentimiento de deuda, porque hay personas que han desaparecido de nuestras vidas y uno siente que no ha acabado de cuadrar las cuentas con ellos, que, sin proponérselo, nos dieron mucho más de lo que nosotros pudimos retribuirles en vida. Néstor Luján fue una de estas personas, y es un hecho que el mundo se hizo un poco más pobre cuando murió.
No voy a presumir de haberle conocido bien. Era una relación, si quieren, superficial, precedida por una broma que se convirtió en costumbre desde la primera vez que le vi entrar en la librería en la que yo trabajaba: "¡Qué envidia me da usted, don Néstor!" Y él se limitaba a sonreír, satisfecho, desde ese rostro de perenne felicidad que llevó siempre. No habíamos sido presentados, ni falta que hacía. Todo el mundo conocía y reconocía a Néstor Luján, por lo menos en Barcelona. Si sólo hubiéramos cambiado esas palabras tendrían derecho a pensar que es una porquería de anécdota. Pero Néstor Luján era persona generosa, y no era extraño que, mientras miraba las mesas de novedades (las estanterías de fondo no tenía que mirarlas. Lo había leído todo o, por lo menos, todo lo que valía la pena leerse) hiciese observaciones. Jamás dijo una tontería, nunca soltó una boutade. Irónico a veces, pero nunca sarcástico ni, por descontado, cruel. Las realizaba sin esperar nada a cambio salvo, tal vez, un poco de conversación razonada y razonable. Pero, por lo general, sólo cabía asentir, porque esas observaciones eran atinadas, precisas, referidas al libro o al tema que se tratase, pero por muy espontáneas que fuesen surgían de una mente coherente que había reflexionado durante toda su vida y que había llegado a tener una mentalidad en paz con el mundo y en concordia consigo mismo.
Este libro es una compilación, tal vez demasiado breve, de sus Pensamientos, Juicios y Sentencias, que formuló como los formulaba delante mío, en sus artículos, en sus ensayos, en sus críticas, en su narrativa. Puesto que le escuché en persona, puedo decir que con esa misma naturalidad debió escribirlas, y por su lectura comprenderán lo que quiero decir con eso de que el mundo se empobreció con su desaparición.

«La conspiración contra el silencio reflexivo pasa por la desaparición de las lecturas.»

«Querer diluir el pasado es algo ridículo y siniestro, porque el pasado no es sinónimo de la muerte, sino una vivencia tan definitiva como el presente. A mí me parece tan vivo el poeta Epicuro como Heidegger, el gran canto gregoriano como Béla Bartók, Horacio como el poeta Carles Riba. La cultura es la actualidad de las preocupaciones eternas.»

«Los niños que no saben inventarse un juego o una fantasía me dan mucho miedo.»

«Que hablen los que tienen alguna cosa que decir, o que los que no tienen nada que decir, que lo digan bien.»

«Sé alguna cosa porque he leído a los clásicos, que no tenían técnica pero sí buen discernimiento. Y recuerdos. Es muy importante tener recuerdos.»

«Desconfiad de los tristes. Muchos de ellos son jóvenes y otros unos vejestorios; casi nunca ni unos ni otros tienen razón. No son serios. Son absurdos como un estornudo, como un ataque de tos, como un tonto al aspirar una papelina de cocaína falsificada, como un loco que corre de madrugada con su coche desesperadamente, siempre desesperadamente...»

A Néstor Luján, gastrónomo, autor de libros sobre cocina, toros, viajes, de historia, periodista y articulista, novelista, se le comparó con un procónsul romano, en una fácil identificación icónica, que le caía bien porque no hubiera desentonado en aquella época. Lo que sucede es que Néstor Luján no hubiera desentonado en ninguna época, salvo en las de extrema barbarie e incivilidad. Si alguien cree que se limitó a ser un bon vivant, están sus obras y estos pensamientos para refutarlo.
Como, por ejemplo, este: «Yo, que hace más de setenta años que me soporto a mí mismo ─tarea bien dura─ y a otros ─cosa que suele ser un espectáculo a menudo más divertido─, me he dedicado a esta simple terapia: trabajar cuanto más mejor y, en los ratos que no trabajo, divertirme tan intensamente como pueda.»

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8 comentarios:

veí de les Corts dijo...

Esta última sentencia me la voy a tatuar, para la posteridad, en una parte de mi cuerpo de cuyo nombre no quiero ni acordarme.

Lluís Salvador dijo...

Hola conveí:
Bien, es lo que se espera de las frases, que hagan pensar e incluso actuar. Bienvenido y gracias por el aporte.
Un saludo!

Carlos dijo...

Yo tuve la oportunidad de escuchar una de sus magnas conferencias sobre Barcelona. Ciertamente fue un gran sabio con una cultura enciclopédica, que nos dejó además centenares de artículos sobre casi todos los temas en Destino e Historia y Vida (referentes culturales para mucha gente).Lo cierto es que yo todavía recurro a él en algunos temas (culinarios, lingüísticos,etc). Me imagino su casa repleta de libros (la mayoría incunables o ediciones muy antiguas)y a ese gran señor recostado en el sofa, con su imperdonable whisky a un lado y leyendo de nuevo a su amado Quevedo.

Lluís Salvador dijo...

Hola, Carlos:
Me has recordado los artículos que le leía en Historia y Vida, de la cual llegó a ser director. Destino es otra de sus etapas míticas, y las fotografías de esa etapa lo muestran con lo más de lo más de la cultura de Barcelona, que no siempre ha estado bien reconocida, como le sucede a don Néstor. No llegué a conocerle en su casa, pero el retrato que haces es bastante completo, aunque le falta algo, y es la pipa (y sólo él y Espinàs han fumado tan bien en pipa, te lo aseguro).
Un saludo!

Carlos dijo...

De hecho la fotografía creo que es real (excepto en las licencias que le concedo pues tan de su agrado eran). Probablemente la recuerdo de hace muchos años en alguna entrevista y lo que me llamó la atención y por eso ha permanecido en mi memoria, son esas librerias repletas con sabor añejo.

Lluís Salvador dijo...

Hola, Carlos:
Por descontado que es real. Y no es una afirmación espúrea, sino que sencillamente se basa en el hecho de haberle visto muchas veces, en entrevistas televisivas, en fotografías diversas, trabajando, en coloquio, riendo, en diversas situaciones. Pero el fondo, un mar de libros, era único. Y todavía, ya que me lo has rememorado, lo recuerdo en otra situación: yendo a buscar lo que le debía faltar en su biblioteca personal a la Biblioteca del Ateneo barcelonés.
Un saludo!

fina dijo...

Diuen que una persona està viva, quan parlant d'ella, No sé qui ho va dir...¡
Estic contenta d'haver trobat aquest racó/bloc.
A punt estic de tirar endevant un projecte i plenamnet convençuda que tindré molt en compte tot els mestratge de Nestor Lujan i Joan Perucho.
Feliç 2011¡¡

Lluís Salvador dijo...

Hola, fina:
Benvinguda al blog, en primer lloc.
Els mestratges de Nèstor Luján i de Joan Perucho, uns mestratges de civilització, bonhomia i erudició, sens dubte que són els millors guies per a qualsevol cosa que un pugui emprendre. Molta sort amb aquest projecte i feliç 2011 també per a tu.
Una salutació ben cordial!