El Concierto de San Ovidio, de Antonio Buero Vallejo

Ed. Espasa Calpe, col. Austral
Madrid, 197413 [1962]
Ed. de David Johnston

Es un hecho que Antonio Buero Vallejo ha quedado prácticamente relegado a las lecturas escolares obligatorias y, tal vez, a las obras de teatro de aficionados. Que esto suceda al que, seguro, fue el mejor dramaturgo español de la posguerra puede tener su justificación miope en el hecho de que su teatro era uno, no de combate, sino de resistencia es obviar que el teatro de Buero siempre encaró su mensaje de contestación a la dictadura y la opresión mediante situaciones que no eran locales o circunstanciales, sino universales y perennes, aplicables a esa vieja, continuada y nunca resuelta dicotomía entre la libertad individual y colectiva frente al intento de manipulación que ejerce el estado, y no sólo el autoritario. Es olvidar también que la literatura de Buero es una de altísimo nivel, que trasciende el adjetivo de social para ocupar un lugar junto a Brecht, Pinter, Ibsen, pongan ustedes el nombre que quieran. Les recomiendo con viveza su lectura. Para los que no lo conozcan, resultará un descubrimiento sorprendente.
Como dice el responsable de la edición «El Concierto de San Ovidio es el fruto espontáneo de un momento concreto de compasión que su autor experimentó al ver la reproducción de un grabado francés del siglo XVIII donde se mostraba la cruel humillación de una orquestina de músicos ciegos a manos de un empresario parisino. Profundamente conmovido, tal como él mismo ha declarado, Buero decidió escribir "un drama pro-ciegos"».
Si fuera sólo la compasión el motor de la obra, poco o nada quedaría salvo la moraleja o moralina, pero el genio de Buero no era de los que se quedan en la superficie.
El empresario, Valindin, no se limita a ser un hipócrita que busca hacer dinero con una falsa filantropía, alguien que pretende convertir en payasos a unos ciegos so pretexto de dignificarlos sacándolos de la mendicidad callejera. Es una figura que pretende, y ejerce, un poder omnímodo sobre todos aquellos que controla, un esclavista amparado en su clase, en el gobierno, en la policía, en sus contactos sociales, en la sociedad misma. Los ciegos, que engañados al principio ven, representados por David, una oportunidad de superación y progreso, descubrirán que valen menos que antes a ojos de la sociedad, y que se les exige que toquen cuanto peor, mejor. No fuera que pudieran salir del lugar al que se les ha asignado. Sólo dos personas tendrán piedad de ellos, y una será expulsada por la policía y la otra tendrá un final trágico.
Nacida de la compasión, esta obra conmueve, indigna, hace reflexionar y obliga a tomar partido. La literatura de Buero es siempre una combinación de lo emotivo y lo intelectual. Y si lo primero es efectivo, el paso por lo segundo dignifica esas emociones, mientras el intelecto deja de ser frío, se humaniza y sublima el mensaje político y social para convertirlo en cercano; recompone la mera caridad y compasión para convertirlas en valor social y humanístico.

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2 comentarios:

Germán Hernández dijo...

¿Buero Vallejo, tan desplazado y olvidado está en su vieja España?

Recuerdo, que en secundaria lo leíamos, y lo odíabamos, que es precisamente el objeto de leer literatura a nivel escolar: aprender detestar la literatura.

Mucho tiempo después, me di cuenta, que a pesar de todo, la literatura como un vicio me seguía gustando a pesar de todos los intentos de mis profesores por convertila en una especie de estela de piedra a la que se le adora pasivamente...

Sin atreverme a nada... no es mala idea volver a leer teatro, nada más que para desafiar una vez más a mis viejos maestros...

Saludos Luis... siempre incansable hombre!!!!

Lluís Salvador dijo...

Querido Germán:
Si te consuela (o te reafirma en tu opinión sobre la enseñanza de la literatura), te diré que yo suspendí Literatura en la escuela :)
¿Razón? Negarme a leer por narices las Coplas a la Muerte de Su Padre. Y sigo sin leerlas. Un día de estos las amnistiaré, con toda probabilidad por el mismo motivo que tú: por gusto, porque me apetezca o porque quiera probarlas, mesurarlas y juzgarlas según mi criterio, no según el de los libros de texto o los cánones establecidos.
A Buero le tengo un cariño especial, por su trayectoria humana y literaria. Y tuve una ventaja: sus obras en cierta época se representaban por televisión, con grandes actores. Eso me las descubrió.
Un saludo! En la brecha seguimos...