La Muerte de la Ciencia-Ficción

Hace diez años dije que la ciencia-ficción agonizaba. Hace cinco, dije que la ciencia-ficción había muerto. Ahora es oficial. Hace un par de años, los popes de la ciencia-ficción en España declararon solemnemente la muerte del género. Lo que querían decir es que las editoras ya no estaban dispuestas a mantener unas colecciones que ya no daban dinero, y que se les había acabado el momio de la dirección de esas colecciones, lo cual habla con elocuencia de una cierta confusión mental entre el análisis literario y la contabilidad doméstica. Allá ellos (nota: ¿Ellos? ¿Qué "ellos"? Pues no, no voy a citar nombres. Revisen los interesados sus colecciones y percibirán quiénes han caído en la miopía y quiénes siguen dirigiendo colecciones basadas fundamentalmente en unos clásicos tan clásicos que no van a pasar de moda. Pero los que llamo "popes" fueron aquellos que, encumbrados a una falsa posición de decisión, selección y edición, creyeron que marcaban el gusto del público. Y el público les abandonó, porque lo que editaban era muy moderno. Y muy malo. Tendrían que haber percibido que así el género no iba a ninguna parte, y ellos tampoco. Cuando la terca realidad les cayó encima, sólo entonces condescendieron a extender el certificado de defunción a un cadáver que hacía años que apestaba. ¡Qué perspicacia! Y disculpen la digresión).
El caso es que esto de la muerte de un género no es nuevo. De hecho, se ha hablado, hace años ya, de la muerte de la Historia (¡ja, ja!); y de la muerte de la novela, en libros muy dignos, publicados por editores que, impertérritos, han publicado esos libros y han seguido publicando novelas alegremente. Y con cierto éxito. Pero tonterías aparte, lo cierto es que la ciencia-ficción está muerta. Por ahora. Revisemos lo que decía Isaac Asimov (nada menos) en el ya lejano año 1967 (nada menos):
«La nueva generación de lectores potenciales de ciencia-ficción descubrió toda la ciencia-ficción que necesitaba en los periódicos y en las revistas generales, y muchos de ellos dejaron de sentir la irresistible necesidad de acudir a las revistas especializadas de ciencia-ficción.
»Ocurrió, sin embargo, que tras un breve llamear en la primera mitad de los años cincuenta, cuando todos los dorados sueños parecieron convertirse en realidad para el escritor y el editor de ciencia-ficción, hubo una recesión [...] Ni siquiera el lanzamiento del Sputnik frenó esa recesión; antes al contrario, la aceleró. [...]
»Los autores reunidos en torno a Campbell, sin embargo, tenían que saber escribir razonablemente bien, o Campbell los echaba. Bajo el incentivo de su propia ansia empezaron a escribir mejor cada vez. Finalmente, y de modo inevitable, descubrieron que se habían vuelto lo bastante buenos como para ganar más dinero en otro lugar, y su producción de ciencia-ficción declinó. [...]
»Naturalmente, el género tenía que ajustarse, y eso hizo. [...] a principios de los años sesenta [...] la ciencia retrocedió, para dejar paso a la moderna técnica de ficción. Se acentuó mucho más el estilo. [...] Ahora los nuevos autores que entran en el campo llevan la marca del poeta y el artista.» (Isaac Asimov, prólogo a la antología Visiones Peligrosas, Martínez Roca, col. Super Ficción, Barcelona, 1983 [1963])
Eso con respecto a la primera (algunos dicen que la segunda) muerte de la ciencia-ficción. La actual viene dada por otros condicionantes.
El primero es el desinterés del público por la ciencia en su forma narrativa y por el espacio exterior. La experiencia ha enseñado que en los campos predictivos, la ciencia-ficción ha fracasado casi siempre, igual que su hermana "seria", la prospectiva. En algunos campos, incluso, la técnica real ha avanzado con una celeridad inusitada y en terrenos totalmente imprevistos. No hay una sola obra de mención que preveyera internet y sus usos. Ni una que avanzara los múltiples usos del teléfono móvil. Ningún Google Earth, ni GPS. Ni las redes sociales, por descontado. Ni los blogs.
Esto en cuanto a nuestra vieja Tierra. Pero además, los terrestres (o terrícolas, si lo desean) ya tenemos bastantes problemas ecológicos, sociológicos y políticos a nuestro alcance como para perder el tiempo mirando hacia las estrellas. La salvación de la humanidad puede estar en la colonización espacial (Hawkins dixit), pero el común de los mortales no se hace ilusiones al respecto: llegará demasiado tarde y para demasiado pocos. No para él y sus hijos. Y respecto a la ciencia-ficción catastrofista, tan apropiada, o ya existe en los clásicos del género, o cualquier obra reciente corre el riesgo de que el periódico la haga obsoleta a medio escribir.
¿Y esos escritores que renovaron el género a finales de los 60? ¿Esos autores que exploraron el "espacio interno", que escribían lo que se dio en llamar ficción especulativa? Se lo crean o no, los Vonnegut, Lem, Ellison, Ballard, Dick, Disch, Le Guin, McEwan o Rushdie (sólo en su primera novela) publicaban sólo y únicamente bajo la etiqueta de ciencia-ficción en los años 60 y 70, e incluso en los 80.
¿Qué ha pasado con ellos? Pues que la corriente general de la literatura, el mainstream, ha absorbido esos autores y obras en su seno. Hoy día, escribir una novela con componente fantástico o cienciaficcionista (que se centre en la humanidad o el ser humano y no en el espacio o en los gadgets, claro está) y que esté bien escrita, es admitida sin reparos por las editoriales generalistas. Es un avance, no hay que negarlo, y es lo que todos esos autores pedían desde el principio: ser tratados como escritores, punto. No como escritores de ciencia-ficción.
La fantasía florece en nuestro tiempo, tras épocas en las que ha sufrido vaivenes. Es muy lógico. Nuestro paradigma ecológico actual nos impele a refugiarnos en mundos mucho más limpios y armónicos, poblados por elfos tolkenianos, que viven en comunicación con la naturaleza, o por brujos buenos que derrotan a los malvados (la identificación del hechicero negro con el contaminador o el terrorista es, si quieren, una asunción infantil, pero muy real); en esto, todos deseamos, ya que los problemas globales son más complicados de lo que podemos asumir, un personaje que con un "hey, presto" derrote la causa de nuestras preocupaciones.
El terror siempre ha sufrido altibajos. Pero no se preocupen. El género terrorífico es inmortal. Y además, medra muy bien en épocas de crisis, de modo que esperen un revival del mismo a no tardar.
En cuanto a la ciencia-ficción, algunos pueden decir que sigue manteniendo (en los USA) un nivel de edición muy razonable. No se engañen. Estados Unidos, por su misma población, es el lugar donde editar cualquier cosa para un público determinado es rentable. Vender 3.000 ejemplares en España es difícil, no digamos en, por ejemplo, El Salvador (aparte consideraciones sociológicas). Venderlos en Estados Unidos es fácil. Y no se obnubilen. Lo que hacen las Cherryh o las Bujold (¡ay, quién ha visto a la Lois McMaster Bujold que ganaba el primer premio de relatos de la revista Twilight Zone con una buenísima historia, y quién la ve ahora), lo que hacen, decía, con la ciencia-ficción es el equivalente a lo que hace Jude Devereaux con la novela romántica. Es decir, crear productos de consumo para un público determinado.
Estoy convencido de que la ciencia-ficción renacerá. Pero lo hará de manera muy distinta a la que conocemos. Tal vez no lleve ni siquiera la etiqueta de ciencia-ficción, y es lógico, ya que los buenos escritores son considerados ahora como tales y no como buenos escritores de género. No creo lejano el día en que surja un nuevo Philip K. Dick que opte antes a ganar el premio Booker que el premio Hugo. En este estado de cosas, cabe preguntarse si es el género el que debe reconstruirse o son los aficionados al género los que deben reposicionarse. Tal vez sea llegado el momento que el que los aficionados aprendan a apreciar una buena metáfora en lugar de extasiarse ante una pistola láser. Si es que quieren seguir leyendo buena ciencia-ficción, claro está.

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12 comentarios:

Anónimo dijo...

Aparte de algunos clásicos, debo decir que no soy aficionado a la ciencia ficción del siglo XX. Mero prejuicio, porque debo reconocer que prácticamente no sé nada al respecto.

Ahora, algo se pude decir por otras referencias. La gente que gusta de las pistolas láser tiene suficiente con el cine, que ha venido a sustituir hace rato los libros de tales temas. Asimismo, los "geeks" de la tecnología (dirían los gringos) tienen suficiente con los prodcutos y con Internet.

Es definitvio que para que el género se reinvente, debe olvidarse de los láser y la tecnología, y plantear problemas más en el ámbito filosófico y social. Como decís, nadie preveyó Internet y sus redes sociales, los GPS, los blogs, etc. Esto ha cambiado el panorama de nuestra cultura, y por ende, los libros de ciencia ficción deberían dar cuenta de los posibles futuros que nos aguardan.

Saludos.

Víctor dijo...

R.I.P. a la escrita, y buena salud a la del cine y la televisión.

Magda dijo...

A mi me apenaría mucho que fuera tal como dices, la verdad, porque soy aficionada a la CF desde niña, sin saber por qué, me gustaba todo lo relacionado con futuro, naves, viajes espaciales, etc.

Creo que hablas sobretodo por la parte escrita porque no hay duda que en cine se han hecho obras tremendas como Terminator (obviamente la primera), 2001, aunque sea más antigua y podría citar varias. Otras son buenas (y a veces, desgraciadamente, malas) adaptaciones de relatos de los años 60, 70 u 80 con lo cual aportan algo nuevo como nueva visión del relato pero no aportan algo original.

Espero que el panorama se recupere, de verdad.

Lluís Salvador dijo...

Hola, Asterión:
Completamente de acuerdo, aunque como es lógico tendré que señalarte algunos libros que bajo esa pesada etiqueta de la ciencia ficción, han quedado ocultos cuando son obras perfectamente válidas dentro de la literatura. Es lógico que no se distingan, porque las etiquetas a veces camuflan demasiado lo que quieren definir, pero todavía quedan muchas de esas obras por descubrir. Ballard o Stanislaw Lem pasaron por ese proceso de ninguneo y han acabado por ser reconocidos dentro de la literatura de corriente general.
Pero, por lo menos hasta que no vuelva a cambiar el paradigma social en que vivimos, las historias espaciales están por el momento muertas. Y los escritores escriben cada vez mejor, por lo que es más probable que no se limiten a encuadrar sus obras en un género, que no es más que un corsé.
Lamentablemente, además, los futuros que nos aguardan han sido ya trazados con bastante exactitud, por lo menos en el caso de algunas obras de Ballard; o el sentido de la paranoia de Dick, por ejemplo. Pero surgen obras de ciencia ficción a cada momento, solo que no se las denomina así.
Y creo que, con respecto a la calidad de escritura y profundidad de argumento, hemos salido ganando.
Un saludo!

Hola, Víctor:
RIP por el momento... Viva su renacer si comporta exploraciones argumentales y renovaciones formales del género...
Y soy muy pesimista con respecto al cine y la televisión, que parecen depender de remakes (aunque las series americanas de TV ejercen cierto sentido de la imaginación, por lo menos en sus planteamientos iniciales). Lo más nuevo para el año en que entramos va a ser la adaptación de "Fundación" al cine. Sin duda con mentalidad de hacer catorce películas. Y ya veremos qué saldrá de eso...
Un saludo!

Hola, Magda:
¡Ay, cómo envejecemos! Terminator... Hoy, cada vez que la veo por televisión pienso que ya ha llegado la hora de que se restaure la copia... Y es que ya tiene sus años (veinticinco).
Por hablar de cosas recientes que merecen la pena, creo que a la mente sólo me vienen dos: Gattaca y Dark City. Es probable que hayan más. ¡Ah, sí! y Matrix. Puesto que ha provocado tanta literatura, estoy dispuesto a concederle plaza, pero no es una película que me encante, precisamente.
Pero sigo teniendo la impresión de que no se hace un Blade Runner desde hace demasiado tiempo...
Un saludo!

Magda dijo...

Desde luego Lluis Terminator tiene sus años pero más los tiene mis adoradas Crónicas Marcianas o Farenhet 451 de Bradbury... Creo que hay títulos que son muy olvidados, por ejemplo Estación de Tránsito por decir uno, que a mi me encanta.

Otra cosa es que se haya querido pasar por SF lo que no lo es, recuerdo una peli ambientada en Saturno protagonizada por Sean Connery pero a mi que no me digan que eso es SF, éso era género policíaco -y no del bueno precisamente- con la salvedad de la ambientación extra-terráquea...

Quiero ser positiva y pensar que se sigue haciendo SF escrita, además de en cine o tv pero hay que rascar un poco porque tal vez hace años escribían unos cuantos y ahora escriben unos cuantos muchos y se tiene que rascar más para encontrar miga...

Un saludo!

RebecaTz dijo...

A mí este género no me atrae, pero en cine me encanta. Justamente hace poco comentaba que prefiero ver la ciencia ficción y la fantasía transformadas en películas.
Me he alejado del mundo del comic, pero no me pierdo sus versiones cinematográficas (esto no viene a cuento pero me nace decirlo xD).
A Lem no lo he leído, pero me encantó Solaris (sólo he visto la de Tarkovski).

Un saludo, y síguenos ilustrando. :)

P.D. Lo último CF que leí (y que me encantó, por cierto), fue La piel fría, de Sánchez Piñol. La secuela de esta novela es muy, muy mala.

Magda dijo...

Andrómeda, no sabia que La piel fría tuviera una secuela... pero si ya comentas éso. A mi me causó grata sorpresa ese relato, lástima que a veces se quiera abusar del éxito.

Lluís Salvador dijo...

Hola, Magda:
Júpiter, uno de los satélites de Júpiter. La película se llamaba Outland (Atmósfera Cero en España). De Peter Hyams. Y, tal vez no fuera ciencia ficción, aunque tuviera la ambientación. Porque en realidad era un remake de... Solo Ante el Peligro pero en el espacio exterior.
Y, no, lo siento, si quieres buena ciencia ficción tendrás que buscar en la narrativa general. Con lo cual te encontrarás conque esa ciencia ficción es de alta calidad literaria, pero muy mediatizada en las ideas, más centrada en el humanismo. No me parece mal. Pero ciencia ficción dura de calidad (tipo Estación de Tránsito, de Simak) ya no se hace. Al menos de forma original. Extintos son los días en que aparecía un tipo y te sacaba Pórtico, con su originalidad temática, sus personajes trazados, su detallitos de ambiente... Ya no más.
De hecho, desafío a que alguien me cite qué obra de ciencia ficción ha alcanzado la notoriedad después de Neuromante (y por notoriedad entiendo aquella que los que conocemos el gueto nos encantaba: ver a un crítico profesional, serio, que no perdía el tiempo con subgéneros ni subculturas, viéndose obligado a criticar una novela de género (y a decir tonterías, por lo general) muy a pesar suyo porque se había convertido en fenómeno social, poco o mucho; terror y fantasía, absténganse. Gozan de buena salud, como ya he dicho).
Un saludo!

Hola, Andrómeda:
Hay novelas que no se han llevado jamás al cine que son pura delicia visual y mental. La Paja en el Ojo de Dios, de Niven y Pournelle, con todos sus peros ideológicos, es una magnífica novela de primer contacto y una de acción continua, pero no desprovista de temas trascendentes. Mundo Anillo, de Larry Niven, fascina por sí misma. Los mundos creados por el mejor creador de mundos de la ciencia ficción, Jack Vance, son casi imposibles de llevar al cine a menos que se cuente con un presupuesto monstruoso.
Y, si te encantó el Solaris de Tarkovski, me inclino solemnemente y te declaro perteneciente al club de los mejores espectadores de cine de ciencia ficción. Solaris es difícil, es densa, pero es una maravilla (y el autor de la novela, Stanislaw Lem, también).
¡Ay, La Piel Fría! ¡Qué buena oportunidad perdida! Porque empieza bien, sigue bien y al final lo estropea. Y, fuera de estos detalles, me molestó (después de haberla leído) que Sánchez Piñol se empeñara en negar que fuera una obra lovecraftiana, o que tuviera detalles lovecraftianos. Puede ser que los incluyera inconscientemente, pero negar lo evidente, lo que tendría que ser evidente hasta para él si la hubiera releído después de escrita, me pareció de un esnobismo difícilmente perdonable.
Un saludo!

Veronika dijo...

Excelente post... Me quedé pensando en ciertos libros de ciencia ficción, ya bastante amarillos, que tengo olvidados. No creo haber leído nada del género que se haya escrito en los últimos treinta años, siento que con la realidad actual últimamente me están sobrando las metáforas. Leí obras clásicas del género, como la mayoría de las personas que gustan de leer algo bueno. Lo último de ciencia ficción que me entusiasmó lo encontré en el campo de la animación japonesa (Ghost in the Shell, Akira, por nombrar un par de películas).
En fin... el tiempo dirá. No es el único género literario en problemas.

¡Saludos Lluís!

RebecaTz dijo...

Has mencionado tantos títulos desconocidos para mí, que no hacen mas que acentuar la certeza de que soy una ignorante del género. Me los apunto, claro. :)

Magda, la secuela se llama Pandora en el Congo, pero de verdad que es un "refrito" del libro anterior. Aborda también otros temas pero de manera superficial.
Por cierto que a mí me gustó La piel fría de principio a fin; termina en forma circular, si mal no recuerdo... Las reacciones de los personajes que se enfrentan a los carasapo muestran que la naturaleza humana puede no ser muy distinta a la de quienes pasan por "animales". La diferencia entre los dos personajes "humanos" radica en su capacidad de ver más allá de la primera impresión.

Lluís, ya escribirás sobre este libro y su relación con la obra de Lovecraft. :)
¡Saludos!

Lluís Salvador dijo...

Hola, Verónika:
¡Ja, ja! ¡Cuánta razón tienes en eso de que con la realidad ya sobran las metáforas! (Y me río por no llorar). Ciertamente, las cosas parecen apretarse cada vez más...
Pero Akira ya tiene también unos añitos... Y hasta Miyazaki está teniendo problemas de distribución... Malos tiempos para según que poéticas, pero, como decía aquel, ¿es que alguna vez fueron buenos?
Pero mientras releeremos esos libros, amarillentos o no.
Un saludo!

Lluís Salvador dijo...

Hola, Andrómeda:
La verdad es que sabe más el diablo por viejo que por diablo... Cuando tengas mi edad (cof, cof!) ya verás lo que habrás leído (dijo con voz temblorosa).
Y, bueno, petición realizada y aceptada... escribiré sobre La Piel Fría. Por lo menos sobre lo que me guste, aunque no me ahorraré señalar la oportunidad perdida, insisto (bueno, ¿y perdida para quién, me pregunto? El libro se vendión en Cataluña y en España como rosquillas).
Un saludo!