Fausto Eric, de Terry Pratchett

(Faust Eric)
Ediciones Altaya
Estella (Navarra), 2008 [1990]

Terry Pratchett es el autor humorístico más feraz y divertido de esta época. Sus obras, enclavadas en su mayoría en esa genial creación que es el Mundodisco, no se limitan a la parodia de género, sino que, como buenas obras de humor, emplean el reflejo fantástico para satirizar la imagen del mundo real, todo ello sin olvidar las virtudes de una buena historia.
En este caso, Eric quiere ser demonólogo para conseguir tres deseos. De hecho, para conseguir los tres deseos: el dominio sobre todos los reinos del mundo, la mujer más bella que haya existido jamás y vivir por toda la eternidad. Lo que quiere todo el mundo (masculino). En su descargo, diremos que Eric es un adolescente. Lo que sucede es que, en primer lugar, tendría que ser invocado el demonio adecuado. De hecho tendría que haber invocado a un demonio, en lugar de haber hecho aparecer al mago más inútil que haya existido en el multiverso: Rincewind. Y en segundo, que el universo tiene un muy sano (para él) sentido del humor, y una cierta predilección por la sutileza semántica de los deseos formulados apresuradamente.
Hemos dicho que Rincewind es un inútil. No es del todo cierto:
«Entre los talentos de Rincewind destacaba su gran habilidad para salir corriendo, que con el paso de los años había elevado al estatus de verdadera ciencia pura. No importaba si huía de algo o hacia algo con tal de que huyera. Lo que contaba era el hecho en sí de huir. Corro, luego existo. O más correctamente, corro, por tanto si hay suerte podré seguir existiendo. Pero también se le daban bien los idiomas y la geografía práctica. Sabía gritar "¡Socorro!" en catorce idiomas y pedir piedad a gritos en otros doce.»
Y respecto a la semántica de los deseos formulados, ésta llevará a Eric y Rincewind a Tezuman, «conocido por sus huertos orgánicos, su exquisita artesanía de obsidiana, plumas y jade, y sus sacrificios humanos multitudinarios», una nación que no está muy satisfecha de cómo se gobiernan las cosas; a las guerras tsorteanas, famosas por su caballo de madera; y al inicio del universo, un lugar muy aburrido en el que contemplar la perspectiva de la vida eterna.
Las grandes virtudes de Pratchett son un ritmo vivaz, un agudo sentido crítico y una aguda percepción de unas realidades ridículas que damos por supuestas y normales. Y por descontado, su sentido del humor y el dominio del absurdo. Por ejemplo:

«Mientras caminaba junto a un muro llegó a una gran puerta, que retrataba de forma artística a un grupo de prisioneros a los que en apariencia se les hacía un chequeo médico completo [nota: Desde cierta distancia, era así, en cualquier caso. De cerca, no].»

«Cualquier mago lo bastante brillante como para sobrevivir cinco minutos era también lo bastante brillante como para darse cuenta de que si había algún poder en la demonología, éste residía en los demonios. Emplearlo para tus propios propósitos sería como intentar matar ratones a golpes de serpiente de cascabel.»

«Ningún enemigo había tomado jamás Ankh-Morpork. Bueno, técnicamente lo habían hecho, muy a menudo, además; la ciudad daba la bienvenida a los invasores bárbaros y derrochadores, pero de alguna manera los desconcertados incursores descubrían, tras pocos días, que ya no eran propietarios de sus caballos, y al cabo de un par de meses ya eran sólo otro grupo minoritario con sus propios graffitis y tiendas de comida.»

«─Allí hay una puerta.
»─¿Adónde va?
»─Se queda allí donde está, creo.»

«El problema es que las cosas jamás mejoran, sólo siguen iguales, pero más.»

Pratchett domina a la perfección su Mundodisco, de tal manera que, salvo El Color de la Magia y La Fantástica Luz, las dos primeras novelas de la serie, el resto de sus libros pueden ser leídos sin más equipaje que el deseo de reírse y sintonizar con un sentido del humor que es profundamente subversivo y sagaz con (uno diría contra) nuestro mundo real. Llámenlo fantasía si quieren, pero en realidad nos reímos de cosas muy reales. Por ejemplo, nuestros propios absurdos.

btemplates

4 comentarios:

Leara Martell dijo...

He vuelto!! Después de un retiro forzoso por culpa de un libro para la facultad ¬¬

Por supuesto que me gustaría que nos afiliaramos, ahora mismo te agrego.

Y ahora...

TERRY PRATCHETT o debería decir Sir Terance Pratchett. Mi escritor favorito ever. Debo admitir que Eric sólo lo empecé. Me lo llevé a un viaje en autobús y me lo dejé allí :( Sólo llegué a la parte en la que invoca a Rincewind y no lo deja salir del círculo. FIN.

Así que no puedo discutir mucho el libro, pero ¿has leído otros de la saga? Yo tengo tropecientos xD De hecho, cuando fui a Londres en octubre sólo me compré libros de Terry que aún no habían salido aquí.

Mis favoritos son: Voto a bríos, Thud, Thief of Time y cualquiera de Yaya Ceravieja o de la Guardia.

Lluís Salvador dijo...

Hola, Leara:
Hecho, ahí está tu Kiss the Librarian.
Afortunado aquel que se lo encontrara en el autobús. Es un modo de ir repartiendo felicidad...
Te lo recomiendo, es corto, pero no demerece nada la serie.
Por cierto, no he comentado en la reseña que en realidad, Eric es tan corto porque fue una especie de proyecto conjunto entre Pratchett y el ilustrador habitual (que en paz descanse) Josh Kirby. El texto de pratchett iba ilustrado a toda página por Kirby, de modo que puedes buscar la versión ilustrada en inglés (hay una en gran formato y otra menor). Vale la pena.
Y, bueno, voy algo descolgado, pero por descontado que a Pratchett lo sigo en lo que puedo. Es una lástima que su enfermedad enlentezca lo que ha sido un ritmo de producción sostenido y consistente, y que no ha decepcionado a sus lectores.
Y mis favoritas son las de la serie de la Guardia, pero no puedo olvidarme de ese mago patético, Rincewind, ni de su asociación con Hrun el Bárbaro en Interesting Times.
Un saludo!

Magda Revetllat dijo...

Fascinada por las dos primeras de la saga fui leyendo las que iban saliendo, a parte de las dos primeras mis favoritas Mort y Guardias, guardias...

Lo dejé hace tiempo y alguien me dijo que seguían saliendo nuevos títulos, cosa que me alegra.

Lluis, por qué el título está corregido?

A qué debes que no decaiga -como parece desprenderse de tu reseña- esta serie?

Un saludo!

Lluís Salvador dijo...

Hola, Magda:
A Pratchett le gusta jugar con ordenadores. Y los ordenadores han ofrecido unas cuantas posibilidades que la tipografía normal no daba, de modo que, en lugar de escribir, por ejemplo: "¿Fausto? No, Eric" le pareció más sencillo (e incluso humorístico) escribir Fausto, tacharlo y decir Eric, sólo Eric. Es curioso lo que los signos pueden decir. En este caso, nos anuncia que no va a ser precisamente la historia de alguien similar a Fausto, sino, probablemente la de alguien más humilde...
¿Por qué no decae? Ah, si lo supiera tendría en mis manos una mina de oro... Concurren varios factores, creo yo. Unos personajes que son la vuelta de tuerca de los arquetipos del género y de fuera de ellos (las brujas, los guardias, incluyendo a un héroe destinado a ser cantado en las épicas, sólo que él no lo sabe, el mago inútil, los magos que son útiles pero que por ello son inútiles, la muerte, que tiene un grave problema existencial {sí, hay filosofía en Pratchett}), respeto por el lector (los chistes están ahí; Pratchett jamás te dirá aquello de "¿lo entiendes? ¿lo captas? ¿lo has comprendido? ni te lo repetirá para que te des cuenta de lo gracioso que es escribiendo). Y, sobre todo, una dosis inmensa de talento y una vida que consciente o inconscientemente se ha ido entrenando en captar los mecanismos del humor.
Un saludo!