Allegro ma non Troppo, de Carlo M. Cipolla

(Allegro ma non Troppo)
Ed. Crítica
Barcelona, 2007 [1988]

Este libro, divertido pero serio, se compone de dos pequeños ensayos en clave de humor. El primero es El Papel de las Especias (y de la Pimienta en Particular) en el Desarrollo Económico de la Edad Media, y no es más que (aparte de lo que propone en el título) una sátira del simplismo con el que muchas veces los historiadores económicos en particular e historiadores en general abordan la explicación de fenómenos que en realidad son mucho más complejos de lo que nos quieren hacer creer.
Sobre unas cuantas de estas teorías simplistas (la caída del Imperio Romano por el envenenamiento por plomo; el ansia de pimienta como motor de las Cruzadas; el control de la viticultura como motivo de la Guerra de los Cien Años; la bancarrota de Inglaterra como causa del Renacimiento italiano), Cipolla compone una historia hilarante, de un humor académico que es casi como una fábula literaria, a pesar de que (créanlo) algunos argumentos empleados han sido utilizados por historiadores con toda seriedad. Su glorioso colofón es demostrativo del tono que emplea el autor:
«Cuando en 1337 declaró [el rey Eduardo de Inglaterra] la guerra al rey de Francia por causa de aquellos benditos viñedos franceses, el rey Eduardo creyó ─como creen todos los que declaran la guerra─ que la suya sería una guerra relámpago y, tal como ocurre con todos los que proyectan una guerra relámpago, se equivocó de medio a medio. Su guerra relámpago duró, como ya se ha visto, 116 años, y él no vivió lo suficiente para saberlo. Lo que sí comprendió, sin embargo, desde el comienzo del berenjenal, fue que sus recursos financieros no podrían sostener el coste de la empresa. Poco después de 1340 se declaró en bancarrota e informó a los banqueros florentinos de que no pagaría sus deudas. Para los florentinos fue una pérdida desastrosa. Más aún. Desde un punto de vista psicológico fue un verdadero shock. Si en el mundo de los negocios no puede uno fiarse de un caballero inglés, ¿de quién diablos podrá fiarse? Los florentinos sacaron las consecuencias lógicas: abandonaron el comercio y la banca y se dedicaron a la pintura, la cultura y la poesía.»
El segundo ensayo, titulado Las Leyes Fundamentales de la Estupidez Humana, no es sino una humorada en la que se determinan estas leyes fundamentales y se analizan mediante métodos científicos los efectos de la estupidez. Lo curioso es que el estudio podría ser (y de hecho, es) totalmente aséptico, totalmente científico, como si del estudio de un tema sociológico o económico se tratara. Estas leyes son, digámoslo de una vez, aplicables al mundo real y, además, Cipolla nos proporciona una clasificación enormemente válida de los seres humanos: todos ellos pueden dividirse, sin excepción, en incautos, inteligentes, malvados y estúpidos. Por si no lo creen, el autor lo demuestra en unas pocas páginas.
Carlo M. Cipolla no es un cualquiera. Es uno de los grandes historiadores del siglo XX, sobre todo en la historiografía económica, y sus estudios han sido pioneros, seminales, imprescindibles y en muchas ocasiones insuperables. Es un placer descubrir que, además de inteligente tenía un sentido del humor tan notable como para escribir este Allegro ma non Troppo.

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4 comentarios:

almodhena dijo...

hola que tal! permítame felicitarlo por su excelente blog, me encantaría tenerlo en mi directorio y tambien tengo un blog relacionado a viajes .Estoy segura que su blog sería de mucho interés para mis visitantes !.Si puede sírvase a contactarme almodhena099@gmail.com

saludos
almodhena

Lluís Salvador dijo...

Hola, almodhena:
Gracias a ti por pasar.
Un saludo!

Elucubraciones bastardas dijo...

Hola, experimenté una mezcla de estupor y regocijo cuando enconté en su blog este post dedicado al libro de Carlo M. Cipolla "Allegro ma non troppo", un libro extraño y poco conocido que leí hace 9 años, y que ya entonces me pareció un magnífico opúsculo satírico sobre la metodología de la histórica económica y, más en general, una sutil ridiculización de algunos prejuicios de los historiadores. Me asombró entonces el contraste entre el tono irónico de Cipolla en este libro y la seriedad habitual de sus reputados estudios históricos. Me congratula hoy saber que hay aún lectores inteligentes de su obra. Gracias por su reseña, y por su blog.

Lluís Salvador dijo...

Hola, Elucubraciones:
En primer lugar, bienvenido a este blog. Con toda libertad para comentar, sugerir, criticar.. lo que se te ocurra.
A Cipolla me lo hizo admirar un profesor de historia que tuve, y ya entonces intuía que detrás del historiador y economista había un humanista de talla, tanto por su erudición como por la amplitud de miras. En efecto, y siguiendo esa frase de "el médico que sólo medicina sabe, ni medicina sabe", se necesita tener erudición, curiosidad y un sanísimo animus jocandi y buena ironía como para producir textos que vayan más allá de los datos. Porque lo bueno del libro de Cipolla no es que sea divertido, ni irónico, sino que además es enormemente educativo. Nos dice que no debemos fiarnos de lo que veamos, pera además no debemos fiarnos de cualquier autoridad por el mero hecho de serlo. En resumen, ridiculiza a los que no se paran a pensar. Porque eso, pensar, es probablemente lo más necesario que existe en el ámbito académico. Una acción que se va haciendo cada vez más infrecuente.
Gracias a ti por el comentario y la visita, y un cordial saludo!