De Part de la Princesa Morta, de Kenizé Mourad

(De la Part de la Princesse Morte)
Muchnik Eds., col. La Finestra
Barcelona, 1998 [1987]

No es corriente en literatura encontrar novelas históricas referidas al Oriente en primera persona, es decir, que su mirada no sea la de nuestra sociedad occidental frente a la oriental, sino una visión desde dentro. Más raro todavía (aunque se ha avanzado en ello, no hay que negarlo) es que esta visión sea femenina. Y si además es feminista, mucho mejor.
De Parte de la Princesa Muerta es una novela que, en su tiempo, inauguró esa tendencia. Relata la vida novelada de la madre de la autora, una princesa otomana, Selma, desde su infancia en el haremlik de Estambul hasta su muerte en el París ocupado por los alemanes.
Con el telón de fondo de la derrota de Turquía en la Primera Guerra Mundial y su ocupación por las potencias aliadas, la revolución nacionalista de kemal Ataturk y sus consecuencia, la liquidación del sultanato y el consiguiente exilio en el Líbano. La administración colonial francesa de Oriente Medio y la vida de una princesa arruinada pero que, en la época, todavía tiene la esperanza de la restauración monárquica y el retorno. Su boda con el musulmán shií rajá de Baldapur en una India agitada por los inicios del movimiento de independencia; finalmente, su huida (no puede hablarse de otra cosa) a París, escapando de una sociedad tradicionalista y cerrada, opresiva para con las mujeres, y de un marido débil y contradictorio, juguete del poder colonial inglés, leve partidario del progreso, pero cobarde en su enfrentamiento con unas tradiciones que, en el fondo, ya le vienen bien.
Pero más que el punto de vista político, importa más ver en la historia de Selma el relato de una mujer musulmana moderna y que toma conciencia de su nuevo papel en un mundo cambiante y que se enfrenta (fracasando) a los prejuicios y rigidez de la vida musulmana, a las tradiciones indias, a un mundo machista y conservador y a las más feroces mantenedoras del statu quo, las propias mujeres, convencidas de su propio y autoimpuesto papel de madres, administradoras limitadas, objetos sexuales de sus maridos y meros adornos de una monarquía esencial y únicamente masculina.
Es esta una primera novela de su autora, y eso se nota. Hay algunos fragmentos en los que el ritmo decae y la narración pierde viveza. Pero cuando mantiene el tono, que es en la mayor parte del texto, nos hallamos frente a una novela ágil, con un fresco hitórico bella y verazmente representado, y con una mirada acertada e inquisitiva sobre el papel femenino en Oriente. Es mucho para una novela, y el balance final no sólo es positivo, sino inteligente y conmovedor a la vez.

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2 comentarios:

Anónimo dijo...

Recuerdo que me gustó mucho. Por la vida intensa de la Princesa y el punto de vista poco convencional para la época, y el lugar. Gracias Lluís.Un saludo,
Susana

Lluís Salvador dijo...

Hola, Susana:
Tienes razón sobre lo del punto de vista poco, muy poco convencional para la época. Pero además muy poco convencional en una sociedad islámica, aún moderada como la turca, en una época en la que la revolución de Ataturk (un personaje de múltiples facetas, algunas siniestras), no había o apenas comenzado.
Un saludo!