El Dragón Rojo, de Thomas Harris

(Red Dragon)
Random House Mondadori/DeBolsillo
Barcelona, 2003 [1981]

Vamos a hacer abstracción de unas cuantas cosas. Estamos en 1981, ¿correcto? No se ha publicado El Silencio de los Corderos, ni se ha realizado la película, ni se han entregado los cinco Oscars que obtuvo, ni ustedes han leído esa novela ni, sobre todo, han visto esa película. ¿Correcto? Correcto.
Thomas Harris, tras una novela de moderado éxito, Domingo Negro (también llevada al cine), se centra en un caso de asesino psicopático y en su persecución por parte del FBI. En concreto, los esfuerzos de los agentes Jack Crawford y Will Graham para neutralizar a un asesino ritual, que mata en noches de luna llena a familias enteras, incluidos animales domésticos; sus rituales incluyen extrañas firmas con trozos de espejo y con marcas de dentelladas, de carácter sexual, en el cadáver de la esposa.
Hay elementos notables en esta historia de terror: es heredera de esa dividida personalidad que fue el Dr Jekyll y Mr Hyde, que ya había evolucionado modernamente en Psicosis, de Robert Bloch/Alfred Hitchcock, y la descripción de la motivación y evolución de la psicopatología del Dragón Rojo es remarcable. Prefigura las exhaustivas investigaciones del FBI, que han sido adoptadas por la ficción de hoy día (como, por ejemplo, CSI). La personalidad de un exagente reincorporado al servicio, Will Graham, muy capaz de empatizar con el asesino y las víctimas, por este hecho ejerce una fascinación intensa. Y la presencia de un personaje secundario, el doctor Hannibal Lecter, un socíópata encarcelado sin ninguna característica redimente que precisamente por su inteligencia se sitúa, no más allá del bien y del mal, sino adentrado totalmente en el mal.
Dentro del género, estas cualidades sumadas forman un conjunto que rara vez se da y, por ello, Harris se ha ganado un puesto honorífico en la literatura de terror.

btemplates

6 comentarios:

Anónimo dijo...

Con el terror siempre he tenido un prejuicio: considero tan difícil el género que casi todos los intentos resultan mal (incluido Lovecraft).

En el caso de Hannibal Lecter, vi hará un tiempo la adaptación al cine de Red Dragon, que apenas sirvió para entretenr un rato.

Y lo mismo, siempre le he huido a The silence of the lambs, porque cada vez que se habla de cine, de buen cine, el interlocutor, que por lo general no está muy enterado, como para paliar su ignorancia saca esta película a relucir, y según él deslumbar, ahora sí, con sus conocimientos cinéfilos.

Saludos.

Lluís Salvador dijo...

Hola, Asterión:
Tienes razón en que el género de terror es uno de los difíciles. Por eso es tan difícil encontrar películas verdaderamente terroríficas. Suspense, sí; repulsión, sí; contrastes entre humanidad/inhumanidad o el concepto de lo normal, sí (el Frankenstein de la Universal o King Kong, por ejemplo). Pero terror, pocas veces. Pero alguna hay: Sola en la Oscuridad (Wait Until Dark), por ejemplo.
La razón principal suele ser que tarde o temprano, hay que sacar al monstruo y hacer "¡buuh!". Incluso en literatura hay que hacerlo, y el éxito o fracaso de ello depende en gran medida de la suspensión de la incredulidad del lector. Y por eso funciona tan bien el relato "La Pata del Mono", de W. W. Jacobs, donde todo el terror lo pone la imaginación del lector.
Sin embargo, yo no diría que Lovecraft hubiera fracasado, al menos no totalmente, considerando el vértigo que acomete al pensar en los Grandes Dioses que duermen durante eones y que con un solo movimiento podrían destruirnos a nosotros, insignificancias en el dormitar del Gran Cthulhu :)
Una de las películas que sí funcionan es Alien, por ejemplo, y es una lovecraftiana en gran medida...
Y, en literatura, te invito a que algún día pruebes con los terrores a la luz del día de Ramsey Campbell (alquien que supo solventar el dilema de Lovecraft), o los cuentos de Los Libros de Sangre de Clive Barker, o una pequeña joya de novela titulada Land of Laughs, de Jonathan Carroll.
Respecto a Lecter, habrás visto que lo trato aquí muy marginalmente. Diré lo que tenga que decir próximamente, y creo que no va a ser muy al uso...
Y respecto a que algún pretendido cinéfilo saque a relucir El Silencio de los Corderos como paradigma del género... Hombre, si sacara el Dies Irae de Dreyer, lo entendería, pero mentar la película de Jonathan Demme me parece meter el remo hasta la empuñadura.
Podría extenderme sobre los tres niveles de la ficción terrorífica, pero ya me he extendido bastante (como tengo por mala costumbre). Otro día.
Un saludo!

Anónimo dijo...

No es que Lovecraft hubiese fracasado; sencillamente que estuvo cerca de ser Poe, pero tenía esa tendencia a arruinar las sorpresas. Es bueno, pero insiste demasiado en asustar, en sonar terrorífico, en prepararlo todo para lo que bien señalás: el "¡buuh"! Por eso Borges escribe "There are more things", precisamente como crítica contra Lovecraft. Y así, la influencia del terror que ha plagado el cine, es más la de Lovecraft que la de Poe.

"Alien" I es un buen ejemplo. Guy Le Gaufey, el psicoanalista francés (con ese nombre cuidado no), tiene una ponencia donde analiza precisamente el rasgo de esta película, de no poner al "monstruito" en escena, sino solamente sugerirlo.

En la línea de lo clásicos, prefiero "La profecía" que "El exorcista", no sé si por haberla visto de niño y la segunda ya mayor, en su versión "revisited", o por otras razones; pero el exorcista me parece muy evidente.

Con Hitchcock me pasa igual: la primera que vi fue "Pájaros", y vaya decepción; así que es un "maestro" en cuya cinematografía no seguí ahondando.

Las conversaciones sobre cine donde sale a relucir "El silencio..." o "La sociedad de los poetas muertos" son como las conversaciones en que uno, como sin querer, dice: "A mí me gusta leer", y el otro, por no quedarse atrás, dice que le gusta Paulo Coelho.

Y vamos Lluís, que de eso se trata, de extenderse, así que me gustaria realmente saber sobre los tres niveles de la ficción terorífica que señalás. Quedo a la espera.

Y gracias por las recomendaciones, Lluís, las tendré en cuenta.

Lluís Salvador dijo...

Hola, Asterión:
Mmm... De acuerdo en lo que dices sobre el There Are More Things de Borges y, en general, con tus apreciaciones de Lovecraft. Pero algunas cosas de Lovecraft siguen funcionando muy bien. Y El Color Surgido del Espacio es una novela, si mi impresión y mi mente no me engañaron, magistral dentro del género.
Yo no me quedo ni con la Profecía ni con El Exorcista (montaje del director o no). Puestos a grotesquerías, La Matanza de Texas funciona mejor, o La Noche de los Muertos Vivientes. Y en cuanto a demonietes varios, La Semilla del Diablo, sin duda (pero sustos, pocos).
No estamos de acuerdo con Hitchcock. Los Pájaros puede decepcionar, pero tiene algunos momentos muy buenos. Vértigo es genial... Y pienso comentar El Cine según Hitchcock, de Truffaut, que proporciona claves para un arte que hoy se pierde.
Je, je, je! Tienes toda la razón con eso de las conversaciones... Pero, bueno, al menos leen, ¿no? Con el cine es más complicado, porque todo el mundo se siente capacitado para criticar cualquier película (aunque le importen un bledo los títulos de crédito).
Y... ya me he vuelto a extender demasiado...
Además, me quedo sin argumentos para los posts. No, en serio, sólo te los apuntaré:
-La más sublime la denominaremos horror: es la que se puede sentir, por ejemplo, ante el deseo de La Pata del Mono, lo que nuestra imaginación crea ante nuestra suposición de qué va aparecer por la puerta.
-La segunda en gradación podemos llamarla terror. Es el susto bien dado, ya sabes, el psicópata debajo de la cama, tras la puerta, en el armario. Requiere poca imaginación, pero cierta predisposición a tomarse el argumento en serio.
-La tercera es la repulsión: el gore, la sangre, lo que nos provoca una reacción visceral. Ejemplo (je,je,je), la infame escena de la comida de Alien I. Sí, cuando el pequeño amiguito sale del pecho de John Hurt. Y te pongo este ejemplo para demostrar que no necesariamente este tercer nivel tiene que ser despreciable ni despreciado.
Y basta por ahora... :)
Un saludo!

Anónimo dijo...

Jaja, veo que sos como yo, medio obsesivo ocn los créditos. Soy de los que se queda hasta al final (para mal de los acomodadores y sobre todo si la música me gustó y no la conozco).

Saber quiénes son los responsables de la película te permite elaborar criterios y argumentos, antes y después y para otras películas, pero usualmente la gente, como va al cine a comer palomintas, ni cuenta se da.

Bueno, quedo a la espera de esos post donde vas a desarrollar lo de los tres niveles.

Saludos.

Lluís Salvador dijo...

Hola, Asterión:
¡Ah!, ¿pero allá pasan los títulos de crédito? Porque aquí, salvo en contadísimas salas, encienden las luces, cortan la proyección y... ¡Venga, que hay prisa! ¿No han visto ya la película? ¡Pues a leer a su casa, golfos! ¡A ver si se van a creer que esto es una industria cultural!
Los desarrollaré en cuanto tenga ocasión, no te preocupes. Pero la base es esa, y es una curiosa clasificación la que se puede establecer en cuanto a intenciones (porque en cuanto a resultados, en cualquier categoría pueden ser sublimes o nefastos).
un saludo!